El Regreso

42

Peyton

 

Estaba preparando todo, nada podía fallar. Todo tenía que salir como lo habíamos planeado. Cogí mi chaqueta y miré mi habitación antes de salir de esta dirigiéndome a la sala principal. Desde que había despertado del coma no había podido comunicarme con Derek o con algunos de los chicos. Al menos me tranquiliza saber que Ryan ya les habrá dicho que estoy bien, porque si no me hubieran buscado hasta debajo de las piedras.

Camine sigilosamente por las escaleras, cuando iba a coger las llaves del coche una silueta aparece entre la oscuridad.

Tyler

– ¿A dónde vas? –pregunto – Es muy tarde, te puede pasar algo –dijo preocupado. Hice una mueca, lo menos que quería era preocuparlo –Ese psicópata te puede volver hacer daño –gruño enojado. Me tense, no sabía que ya se habían enterado de ese pequeño incidente.

–No hay porque preocuparse –dije, el me miro con la mandíbula apretada. Negué con la cabeza –Tranquilo –acaricié su mejilla. El suspiro rendido.

– ¿Cuándo va acabar todo? No quiero que te vuelvan hacer daño –susurro –Eres lo más importante para nosotros. Eres mi hermana desde el momento en que chocaste conmigo con el rostro lleno de lágrimas. Siempre serás la mujer de nuestra vida, siempre –dijo abrazándome fuerte como si temiera en que cualquier momento pudiera desaparecer –Perdóname por toda la mierda que te hice, perdóname cariño –rogo suplicante. Sus ojos estaban llenos de lágrimas, mi corazón se encogió.

–Como te lo dije antes –sonreí – No tengo nada que perdonarte –dije –Tú, solo tú fuiste el que me enseño la luz en medio de tanta oscuridad. No sabría que habría sido de mí si no te hubiera encontrado. Ustedes son lo mejor de mi vida –trague sonoramente –Por eso no puedo permitir una amenaza cerca de ustedes –desvié la mirada.

– ¿A qué te refieres? –pregunto sin entender

–Voy a encargarme a que nadie les vuelva a poner un dedo encima. Son mi familia, tengo que protegerlos –dije retrocediendo poco a poco. Cogí las llaves del coche y antes de cruzar el umbral de la puerta lo mire –Todo lo que hago es por ustedes –Salí sin poder volver a mirarlo

 

Me subí rápido al coche y acelere a toda velocidad, sin importar que alguien me pueda ver. No paso más de media hora cuando mire por medio del espejo retrovisor que me estaban siguiendo. Malditos bastardos.

Pisé el acelerador lo más rápido que pude, pero dos furgonetas salieron de la nada y me interceptaron impidiéndome el paso. Sonreí fríamente mientras bajaba las ventanas del coche y seguía conduciendo. Me agache y saque el arma que tenía bajo el asiento.

–Pronto diré Jake Mate –grite mientras disparaba –El juego no termina hasta que yo lo diga –murmure agachándome rápidamente cuando comenzaron a disparar. Mire al frente con los ojos abiertos como platos mientras comenzaba a girar rápido antes de estrellarme contra el callejón. Al parecer no fui rápida al esquivarlo

Todo se volvió negro

 

Abrí los ojos mientras miraba atreves de la oscuridad, traté de estirar mis brazos, pero algo me lo impidió. Estaba amarrada a una silla. Empecé a forcejar tratando de liberarme, pero era imposible. Traté de mover mis piernas, pero me di cuenta que también estaban amarradas a cada extremo de la silla. Maldito hijo de puta

Cuando iba a tratar de zafarme las manos la luz fue encendida. Alce la cabeza mientras lo miraba desafiante, trate de hablar, pero me era imposible. Tenía un pañuelo en la boca

Me miro burlonamente analizándome, tenía los ojos negros por completo como si fuera el mismo demonio. Mi piel se erizo por no decir que se estremeció cuando sentí sus dedos en mi mentón.

–Pequeña –susurro. Corrí mi rostro sintiendo como si sus manos me quemaran, su mandíbula se apretó – ¡No hagas eso! –exclamo mirándome con dureza mientras volvía a coger mi mentón. Lo mire sin expresión alguna cuando se agacho y saco de su tobillo una navaja y comenzó a cortar todas las sogas que me tenían retenida. Cuando estaba liberada rápidamente me aleje de él.

–Aun no acabado el juego –dije mirándolo fijamente, el esbozo una sonrisa malvada mientras se acercaba a mí –Ni siquiera lo intentes –sonreí sin que me llegara a los ojos –La historia se vuelve a repetir –murmuré suavemente mirándolo con dagas en los ojos. Una vena sobresaltada en el cuello me dio a tender que se puso furioso




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.