El Regreso

45

Peyton

 

Maldita mierda, no sabía nada. Volví agachar la cabeza, me estaba volviendo loca. No sabía si había pasado días, horas u segundo. Me relamí los labios, el malnacido no se lo ocurrió una forma más creativa de tenerme secuestrada.

Demasiadas películas, pensé con ironía.

Respire profundo, estas malditas cadenas ya me estaban lastimando las jodidas manos. Tengo que buscar una forma para salir rápido de aquí antes que sea demasiado tarde. No me importaba en lo absoluto el estado en que me encontraba. Llena de moretones y de sangre seca en mi rostro. Quería saber que había pasado con mis hermanos y con los chicos. Me preocupaba mucha la reacción al enterarse que me tenían secuestrada, sabía que ellos no pensaban antes de actuar y peor en esta situación. Mierda.

– ¡Maldito! –exclame por lo alto, para que pudieran escucharme. Estaba harta de esta mierda. Tenía que actuar rápido si quería librarme del maldito.

Escuché pasos acercándose, sonreí internamente mientras volvía a agachar la cabeza. La puerta se abrió y una gran sombra aprecio tras de esta. Hijo de puta.

–Pequeña no me gusta que grites –mascullo entre dientes –Peor que me llames de esta manera. No es muy conveniente en tu situación –dijo son autosuficiencia. Apreté la mandíbula. Cogió mi mentón y me obligo a mirarlo –No creo que quieras que mis manos estén sobre tu bello rostro. No quisiera lastimarte más de lo que ya estas –susurro cerca de mí. Demasiado cerca para mi gusto. Lo mire sin expresión alguna.

–No me has vencido –dije por lo bajo, casi en un murmullo para que solo él me pudiera escuchar. El me miro con rabia mientras se comenzaba a tensar –Todavía no he dicho Jake Mate –lo mire fijamente preparando a cualquiera de sus reacciones. Pero me dejo sorprendida cuando comenzó a sonreír. Oculte mi expresión, mientras lo miraba atentamente.

–Siempre creyéndote la más fuerte –dijo –Tan estúpida como siempre –murmuro con una sonrisa que cada vez se hacía más grande. Tenía ganas de golpearlo –Creo que a los hermanos Preston les encantara saber que puse mis manos sobre el rostro de su bellísima hermana –comento simple. Me quede pasmada para luego mirarlo con burla.

–Estas mintiendo –reí –Mis hermanos están protegidos. Ellos no pueden estar aquí –dije segura.

–Oh pequeña, siempre tan confiada –dijo sonriendo ampliamente

 

Lo mire fijamente. Mi seguridad se esfumo, fruncí mi ceño. No podía estar ocurriendo eso. Maldición.

–Mis hermanos no pueden estar aquí, ellos no son tan estúpidos para dejarse atrapar por ti. Ellos te matarían en menos de un segundo –dije burlonamente. El negó con la cabeza con auto suficiencia, apreté mis puños desde arriba de mi cabeza por las cadenas que me tenían sujetada.

–Tan idénticos a ti –dijo fríamente –La confianza siempre será tu ruina –se burló alejándose de mi para mírame de arriba abajo. Como si me analizara

Respire profundo.

–No los llames así –escupí con rabia. El alzo una ceja y camino hacia a mí.

–Siempre protegiendo a los demás –dijo para la luego darse la vuelta y marcharse. Y antes que pudiera pensarlo empecé a hablar.

–Protejo a mi gente algo que tú tienes que conseguirlo a las malas –dije

Él se giró y me miro oscuramente.

–No sabes de lo que estás hablando –fue lo único que respondió.

–Nunca vas a tener a nadie. Todo siempre tendrás que conseguirlo con amenazas y muerte de por medio –dije respirando sonoramente, recuperando todo el aire que había perdido en decirle todo aquello a él. Sentía necesidad de golpearlo hasta que no quede nada de él. Él se acercó a mí casi encima de mi cuerpo de manera más intimidante que podía. Cuando pensé que iba lanzar su primer golpe comenzó a sonreír con burla.

–Tan parecida a mí –dijo –Tú hiciste lo mismo solo que de manera distinta –se burló. Negué con la cabeza.

–Pero todo lo que hice fue por proteger a mi familia. En cambio, tu a nadie –concluí mirándolo asqueada

Y antes de que pudiera medir mis palabras, el golpe que tanto esperaba fue lanzado a mi abdomen y a mi rostro, haciéndome escupir sangre. Lo mire, sus puños estaban apretados y sus fosas nasales estaban expandidas y contraían rápido. Estaba furioso.




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