El Regreso

47

Bruno

 

¡Maldición!

No había manera de librarnos de estas sogas y peor de la cadena que nos tenía sujetados a una maldita pared. Parecía un cuarto de tortura. Baje la cabeza dándome por vencido, mis ojos comenzaban a picar. Quería llorar de la frustración, impotencia y sobre todo la rabia al no poder hacer nada.

Mire a los demás, los seis estaban tratando de liberarse sin ningún resultado alguno. La puerta se azoto fuertemente, todos dejaron de moverse. Alce la cabeza mirándolo con el ceño fruncido al bastardo que nos había secuestrado. Una vena de su cuello estaba resaltada, parecía que en cualquier momento se reventaría. Lo mire con detenimiento, él estaba furioso.

–Sáquenlos a todos de aquí –ordeno entre dientes. En ese momento entraron varios hombres vestidos de negro y nos comenzaron a jalarnos hacia afuera. No eran los mismos que nos habían traído la primera vez acá.

Gire la cabeza para ver a mis hermanos, también los estaban sacando a la fuerza de aquí.

–¡A donde diablos nos llevas! –demande. El me miro entre rabia y burla.

Apreté la mandíbula.

–Van a presenciar un acto en vivo –dijo simple. En sus ojos lo único que reflejaba furia, pero ¿Por qué?

Llegamos a la parte de atrás de lo que parecía una fábrica abandonada o bodega. Era un terreno baldío con el césped demasiado crecido que cualquiera se podría ocultar. Mire al frente para saber a quién tenían sujetado por dos gorilas, pero no lo alcanzaba a visualizar bien. Nos acercamos más, pude identificar quien era la persona prisionera. Mis piernas comenzaban a temblar y retrocedí algunos pasos si dar crédito a lo que estaba viendo mis ojos.

Peyton

Su cabeza estaba agachada, sus mejillas estaban cubiertas de sangre. Todo su rostro tenía heridas por no decir su cuerpo. Sus muñecas estaban atrapadas en su espalda impidiendo que se moviera. Apreté los puños sintiendo mi sangre hirviendo cuando la tiraron hacia abajo haciendo que se arrodillara.

El bastardo hijo de puta se acercó a ella a pasos decididos y sin más le dio una fuerte bofetada tirándola a un lado. Lo iba a asesinar con mis propias manos.

–¡¿Qué diablos te paso?! –pregunto hacia ella, Ryan – Déjala en paz –bramo enfurecido. Mire a los demás que estaban tratando de liberarse, todos estaban enfurecidos igual o más que Ryan. Yo solo sabía que lo iba asesinar con mis propias manos cuando me libre de estos infelices.

–Te lo advertí pequeña una y otra vez. Pero no me hiciste caso –hablo el jodido hijo de puta haciendo caso omiso a lo que dijo Ryan –Pero como siempre no hicisteis haces caso –dijo haciendo un movimiento desinteresado con la mano mientras sacaba un arma y le apuntaba directamente en el pecho.

Me removí frenéticamente entre los brazos del hombre desconocido que me tenía sujetado. Tenía que salvarla, no podía perderla.

–Ni siquiera lo pienses –grite con rabia –Te voy a matar –lo mire. Me tense cuando sonrió lobunamente y se acercó a mí no lo suficiente para poder golpearme, pero si para darme un buen disparo.

–Tan idéntico a ti Diabla –dijo mirándola –Tan estúpidos ambos y a la vez ingenuos –se burló acercándose nuevamente a ella. Tenía que hacer algo para llamar su atención y la dejara en paz mientras ideaba un plan para rescatarla. Iba abrir la boca, pero fui interrumpido por Peyton que alzo la cabeza mirándome. Pude distinguir mejor su rostro. Tenía moretones, sangre y su labio cubierto de sangre. Lo iba a matar.

–No hagas nada –gesticulo Peyton sin hacer ningún sonido.

¿Qué diablos?

 




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