— Pastor, yo…— en ese momento pasaron los jóvenes y saludaron al pastor y él les dijo que ya hablaría con ellos. Edward lo miró— no me siento apto.
— ¿Porqué?— Edward guardó silencio— Tienes un gran don, Edward. El Señor te lo ha dado para que muestres su gloria, no para que la escondas— Edward estaba cabeza gacha—. Pídele al Señor que te ayude a superar todo obstáculo.
Lugo Edward llegó a su casa, abrió la reja (pues estaba cercada con paredón) y después la de la casa. Estaban todos a la mesa y lo miraron
— Aquí está tu comida— señaló su madre la comida tapada, estaban cenando arepa con un poquito de mantequilla.
Edward se sentó, estaba desanimado como siempre y su padre le pregunta que como le fue en la predica y él pensó por un momento que iba a decir mientras miraba la arepa triste y vacía
— No prediqué.
— ¿Porqué?— pregunta su madre.
Edward miró como su hermanito mordía esa estúpida arepa calva y luego miró el televisor que pasaba un comercial de comida; un restaurante o quizás una pizza, total se trataba de comida y eso hizo que Edward explotara y dijo:
— ¡¿Porqué tenemos que agradecerle a Dios? si Él no hace nada por nosotros. Ésta arepa es gracias a qué mamá pidió harina prestada y cuando tenemos es porque nosotros trabajamos…!
— Hijo, el Señor sabe lo que hace— replicó su padre, pero calmado.
— ¡¿Y que hace cuando pasamos hambre?!— dijo golpeando la mesa— ¿si es verdad que nos ama tanto porqué no saca a ese presidente que nos tiene pasando hambre? Mientras ese hombre— señaló como si el presidente estuviera allí— y su familia no pasen hambre no le interesa el resto…
— ¿Qué tú sabes porqué Dios tiene a ese hombre ahí?— replicó su padre ahora un poco alterado— algún propósito tiene Dios. ¿Cómo es posible que un hombre que tiene pasando hambre a un país sea