El regreso de la oveja

Parte 11

— ¿Un pan?— preguntó su madre un poco sorprendida.

— No solo eso— corrigió él—. Es la confirmación de que no todo es culpa de Dios. Nosotros también podemos hacer algo, no tenemos que estar esperando que Él haga todo, para eso nos dio manos y pies, y en mi caso boca.

— O sea que ¿te lo ganaste cantando?— preguntó su madre todavía sorprendida.

— Si.

— ¿Cristiana?

Edward no le contestó al instante porque sabía que lo que iba a responder no era lo que ella esperaba

— No—respondió finalmente sin orgullo.

— ¿Estás tratando de decir que no necesitamos a Dios?— preguntó su padre disgustado.

En realidad si le gustó que su hijo de diecinueve años era lo suficientemente consciente de la situación y por eso trataba de aportar algo, lo que no le gustó fue ese comentario de al principio, ya que era un hombre fiel y de todos ellos el mas apegado a Dios.

— No estoy diciendo que no lo necesitemos, lo que estoy diciendo es que no tenemos que esperar a que Él haga todo.

— Hijo ¿qué te dije sobre esa cantadera? eso no te llevará a nada bueno.

— ¿Cómo que a nada bueno? ¿y que es esto?— preguntó refiriéndose al pan— Si me hubiese puesto a esperar por Dios hasta ahorita estuviera pasando hambre, pero esa “cantadera” me dio algo de comer.

— ¿O sea que prefieres fallarle a Dios solo por un pan y unos aplausos?

Edward no supo que responder.




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