El regreso de la oveja

Parte 14

capucha, el borde de las mangas y de la sudadera verde floreciente y disparó (haciendo en voz baja “paaa…”)

— A partir de mañana voy a mostrar lo que puedo hacer.

Tocaron a su puerta, él se desconcentró ¿hijo? Era la voz de su padre.

— ¿Ah?

— ¿Qué hacías?—preguntó entrando.

— Nada, viéndome al espejo.

— Hace rato nos alteramos—dijo sentándose en la cama—… y te fuiste sin que aclaráramos las cosas.

— Perdón, papá, se que no te gusta que se hable mal de Jehová, y no era mi intención. Yo solo quiero aportar algo para la casa…

— Hijo—lo interrumpió—, no eras el único, hoy en el trabajo tampoco tenía que comer, y ¿sabes qué? el señor me proveyó, justo cuando le agradecía por no haberme dado nada. Y estaba entusiasmado por contárselos y cuando llegó me sales tú con esas loqueras— Edward lo miraba sorprendido, obviamente no sabía esa parte—. Edward, aunque hubieses pasado hambre era bueno, porque el fiel Job dijo que si aceptamos lo bueno de Dios ¿porqué no lo malo? ¿Qué tú sabes si Dios te estaba probando y vió que decidiste ir por lo malo? O quizá ¿porqué no cantaste una cristiana como dijo tu mamá? total es que Dios está decepcionado. Piénsalo hijo— dijo y se fué.

Cuando él cerró la puerta, Edward se entristeció ahí sentado y miró hacía arriba y dijo:

— Tú sabes que yo quiero buscar de tí, todos en esta casa te servimos y no entiendo porqué nos tienes en ésta situación, porqué nos tienes pasando hambre. Dime algo— mientras hablaba lloraba.

Pero, afuera en el cielo nocturno y la brillante luna solo había silencio.

Al mediodía del siguiente día Edward sale del trabajo, otra vez sin esperanza de comer, pero ésta vez sabía que iba a hacer. El compañero se despidió y le dijo contento que mañana cobraban, pues era quincena. Edward sonrió, por fin algo bueno.




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