Luego llegó a su casa y fue hacia la ventana de su cuarto, rodó la ventana y miró, no había nadie, así que tiró el suéter y la pistola y luego fue por la puerta. En la sala estaba su hermano viendo los Simpson.
— ¿Y tus papás?—( él tenía la costumbre de decir así)
— En su cuarto.
Edward entró a su cuarto apresurado, se puso el suéter, la gorra y la pistola y se paró frente al espejo y recordó: justo así vestía el desgraciado aquel día. Levantó la pistola apuntándose al espejo cómo si fuera él y recordó aquella escena cuando José le disparó al supuesto malandro ese, sentía odio y quería hacerle eso a su ladrón, no, quería matarlo.
— Voy por tí, desgraciado.
En ese momento tocan a su puerta, él se desconcentró y rápidamente ocultó las cosas en una gaveta, “pasa” y su madre entró, mejor dicho, se paró en el umbral
— ¿Qué hiciste dónde Luis?
— Jugar play hasta ahorita.
— Mmm. Que raro, porque Luis vino a buscarte y a preguntar porqué no fuimos a la iglesia— Edward puso la cara como si hubiera visto un muerto y sin saber que decir—. ¿Y entonces? ¿me ves cara de estúpida o qué?
Edward no sabía que decir y se acordó que Natalia preguntó por él según le dijo su amigo.
— Mamá, ve… te voy a decir la verdad, fui a ver a Natalia…
— ¿¡ A Natalia!?— no le creyó mucho.
Si. Es que ella ha preguntado por mí varias veces y como parece que le gustó quise ir pa’ lla.
— ¿Y porqué no dijiste de una vez?— preguntó finalmente convencida.
— Porque después iban a estar con la echadera de broma— se quejó él.