¿Será la misma de anoche? “pa’ que veas que si sé con quién me meto”, parece que sí es, además, es alto, flaquito y negro justo cómo aquel, pero, este tiene tapaboca colorido y un jean azul marino, pero, no son el mismo, ¿o si?
— ¿Qué tienes? ¿te gusta?— preguntó su amiga.
— ¡ Chama, ese es el tipo que le disparó a Víctor!— dijo en voz baja y dándole la espalda a José.
— ¡¿Verdad?! ¡¿Estás segura?!
— La cara no la reconozco, porque anoche la tenía tapada, pero la voz es la misma.
— ¿Y qué hacemos? ¿o qué vas a hacer?
— Lo voy a seguir. ¿Vas conmigo?
Edward consultó la hora, 11:50. Falta poquito.
— Muchachos, antes que se vayan necesito un favor de uno de ustedes. Que vaya a buscar el almuerzo a la tienda.
— Dale, Edward — se apresuró a decir su compañero para no ir él.
El jefe lo miró y a Edward no le quedó de otra más que ir.
Caminaba por el centro hacía la tienda, iba pasando una esquina y a su derecha estaba un predicador y se detuvo a escuchar lo que decía
— Muchos dicen en oración, perdona nuestras ofensas así como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no saben lo que quiere decir eso, eso quiere decir que si tú estás molesto con tú vecino no le pidas a Dios perdón por algo hasta que te hayas reconciliado con el vecino. Porque si tú no perdonas ¿con qué derecho esperas que te perdonen?
Edward iba a irse, pero el predicador le dirigió la mirada.