— Si, pero, si te pones a ver, nosotros no tenemos temor, porque es como si el mundo nos tiene vendados, pero, ellos no, porque ellos conocen lo que va a venir, lo espiritual y esas cosas.
— ¿Qué? ¿ahora eres cristiano?— preguntó el otro después de soltar una risa.
— No, vale— respondió después de ser contagiado por la risa.
— Acostúmbrate a llevar el tapa boca así todo el tiempo— advirtió el guardia a Edward.
— Si— respondió nervioso.
— ¿ Qué llevas en el bolso?
— Ropa— dijo quitándoselo y abriéndolo.
El guardia se acercó más para ver. Edward sacó la camisa, luego el pantalón y más nada. No había ninguna pistola ¿qué pistola?
— ‘Ta bien ¿Tienes cédula?
— Si.
Se la mostró y el guardia lo dejó ir.
— ¿ Bueno, y este chamo no va a venir?— preguntó el ladrón empezándose a desesperar.
— Allá viene.
Él miró y lo vió acercarse. Edward los vió y llegó.
— ¡Al fin! Pensé que te habías cagado.
— No, vale— respondió estrechándoles la mano.
Se percató que no trajo la bici
— ¿ Y la bici?