— Ya perdiste mano, la vendí— a Edward le chocó oír eso—. Yo te dije y no quisiste.
Por supuesto, a Edward no le interesaba recuperarla, solo quería saber que hizo con ella y lo obtuvo.
José llegó a su casa, abrió la puerta (que era de lámina, porque el terreno estaba cercado con alambre pua, pero la casa no estaba fea) y luego abrió la puerta de la casa y entró. Pero resulta que a distancia lo observaban las chicas.
Jon almorzaba junto a sus compañeros y se reían
— Pero, no, no. Después se la devolví— agregó el bromista.
Jon miró hacia atrás y había un tipo distante, justo como él cuando recién entró.
— ¿ Y el nuevo no trajo comida?
— No sé— contestaron algunos.
— ¿ Ese es el nuevo?
Jon se levantó.
— ¿ Qué vas a hacer?
— Lo mismo que ustedes hicieron conmigo.
acercó al tipo y le ofreció la mitad de la comida que era lo que quedaba.
— Gracias.
— ¿ Te gustaría escuchar un poco de la Palabra?
— Claro.
Se sentaron.
La gente tenía rodeada a los raperos, algunos grababan cómo el amigo del ladrón.