— Claro.
— Dale, y así después puedes cantar una tuya para que las conozcan.
— Si, si. ‘ta bien.
— Ok, dale pues, el sábado te llamo para ver dónde nos encontramos.
— Si va.
Cortó. Se alegró, si, ¡si! ¡adiós malas noticias! ¡llegaron las buenas noticias! ¡Al fin! No voy a decir que es Dios porque estoy haciendo lo malo, pero si la suerte, al fin la suerte me miró. El que me robó al fin tuvo su merecido, al fin alguien se interesa por mi talento y estoy cuadrando con una Chama buena, ya las cosas están cambiando.
— ¿Qué ahora eres manager?— preguntó un tipo que andaba con Nick.
— No, pero tú sabes, con esta situación hay que meterle a todo.
— Jajaja.
— ¿Qué? Claro que puedo ¿qué me dices de Alejandro? lo empecé a ayudar y míralo.
— ¿Qué? ¿es famoso?— bromeó.
— No, pero ya no me necesita, él solito se está ganando su billete. Es que así es que es, yo nada más los ayudo hasta que alcen vuelo.
Edward salió y justo comenzó un reggaetón que le gusta. Si, es un buen momento para mostrar el talento.
— Pongan esa canción desde el principio para cantarla pues.
Ellos se impresionaron y se la pusieron y él la comenzó a cantar, la cantó hasta el segundo coro.
— ¿Que pasó?— quedaron cortados.
— Hasta allí me la sé.