— ¿Sabes dónde vive?
— Si.
— ¿Y Edward?— preguntó el pastor.
— No quiso venir. Últimamente ha estado afligido por la situación, se le está enfriando el guarapo. Dice que Jehová no hace nada por uno.
El chamo se le acercaba y Edward hizo a tirarle a la costilla y él se cubrió, pero fue un engaño porque con la otra mano le dio en la cara y cuando volteó la cara aprovechó y le dio otra en la nariz con todo haciéndolo caer, pero se levantó rápido y se limpió la sangre
— Voy a tener que hablar con él— dijo el pastor.
— ¡Aayy! ¡por favor!— hizo gesto de suplica.
El chamo le tiró dos goles en lugares diferentes y él se los desvió, pero seguido le dio una patada tumbándolo. Edward se levantó y al traerlo cerca le tiró un golpe a la cara, pero el se lo esquivó y agachándose un poco le dio rápido un golpe a la quijada desorientándolo un poco.
— Dale mis saludos y dile que venga el domingo que quiero hablar con él.
— Si, yo le digo.
Lo sujetó por el cuello y con la otra le dió un golpe en el estómago.
— Que Dios lo cuide.
— ¡Iiiiaahh!— expresó levantándolo y lo tiró contra algo de hierro y el gritó de dolor.
Game over, con eso tuvo. José se dio por muerto y Víctor se le acerca a Edward y inclinándose le dice:
— Perdiste. Ahora será tu culpa— apuntó a José.
— ¡No!— gritó Edward.