— ¿Cómo te sientes?
Él se intentó levantar, pero le dolió la columna.
— No te pares, quédate quieto.
— ¿ Bendición?
— Dios te bendiga.
— ¿Y papá?
— Está trabajando. Estuvo desde tempranito esperando que despertaras, no quería ir a trabajar y le tuve que insistir, dijo que trabajará hasta mediodía. Y tus tías estuvieron aquí.
— ¿Se fueron?
— Si.
— ¿ Qué hora es, pues?
— Las diez.
— ¿Y la madre de José?
— Ay, pobre mujer, debe ser un gran dolor. Dijo que quería hablar contigo. Y Luis pasó por aquí tempranito y dijo que pasaba más tarde— ella hablaba y Edward miraba el techo, quizás pensando en lo que sucedió anoche, pero aún así prestaba atención a lo que decía su madre—. El pastor vendrá más tarde.
— ¿Le contaste?
— Si. De todos modos quería hablar contigo el domingo, pero como pasó esto tendrá a visitarte y de seguro aprovechará.
— Mmmm.