Cayó la tarde. Llegó un carro a la casa de los padres de Edward. Ellos salieron a recibirlos y eran los pastores.
— Y así fueron las cosas. Pero no estoy en problemas con ellos.
— Que bueno— dijo el pastor.
— ¡Gracias a Dios!— expresó la esposa del pastor.
— Déjennos solos— dijo el pastor.
Todos salieron.
— Edward ¿Porqué te estás alejando así del Señor? ¿Te das cuenta de las consecuencias por no atender el llamado a la iglesia? ¿si hubieras ido a la iglesia crees que esto hubiera pasado?— él meneó la cabeza—. De eso te quería librar Jehová, pero tú no quisiste. Y aún fue tan misericordioso que te libró de la muerte, y ¿sabes porqué?
— ¿Por amor?
— Porque aún no has cumplido el propósito que Él tiene para ti. Edward, eres alguien muy valioso para Dios y con un gran espíritu y el enemigo sabe eso y por eso luchó para separarte de Jehová, y lo consiguió. ¿Qué no te has dado cuenta que las oportunidades de alejarte de Dios se te presentan fáciles?
Edward reflexionó que era cierto y recordó aquella vez que cantó en público por segunda vez y “casualmente” conoció a Nick y le dio cinco dólares para motivarlo a cantar esas músicas. También que “casualmente” y por cierto, ese día encontró a su ladrón en la plaza ¿porqué esa plaza? Y ¿porqué justamente cerca del trabajo? Y también el mismo ladrón me pidió un reencuentro. Es cómo si la vida o el diablo me quiso decir, “ahora que sabes dónde está te daré otro encuentro para que te vengues”. Y “casualmente” Luis me dijo que José, ese que una vez existió tenía una pistola. Y por último, recuerdo que al ver al finado José, él me dijo, “varón, a ti cómo que te mandó el diablo”. Si, pastor, diste en el clavo.
— Lo que te costó años lograr, llegar, lo desechaste en unos días.
— Pastor, yo me arrepiento. ¿Creé que Jehová puede perdonarme así de fácil?
— Si te arrepientes de corazón y te reconcilias con Él si, porque el Señor ha perdido una oveja y quiere que esa oveja regrese. Él te espera, Edward.
A Edward se le salieron las lágrimas, esas palabras penetraron su corazón.