El regreso de la oveja

Capitulo 63

— Si, si.

— Bueno, fue a mí y no sé quién fué el primero, porque se escucharon otros.

Víctor estaba sorprendido.

— ¿Pero, quienes serían?

— Cuando yo estaba corriendo uno me estaba persiguiendo y cuando crucé la esquina voltee y era el carajito ese que andaba con el pana que mataste hace días. Si. Los otros tienen que ser panas de él o del muerto.

— Mira, ve, escucha bien, ese pana no solo se metió contigo, también de metió conmigo porque tú eres mi familia y cómo hay que ser justos, entonces págale con la misma moneda.

Gallardo sonrió un poco, porque eso era lo que quería oír.

— ¡Dale!— dijo Víctor—. Voy a llamar a uno de los locos pa’ que vaya contigo a hacer esa vuelta.

— Si va.

Víctor cortó y llamó.

En dónde mataron a tuqueque estaban muchos chismosos agolpados mirando el cuerpo y sonó su celular, una mujer venía corriendo asustada, casi que lloraba creyendo que ese era su hijo (otras dos la seguían), y pasando por medio de la gente, efectivamente era su hijo con el celular sonando reventó a llorar. Víctor cortó. Que extraño que no contesta.

Día siguiente. Jon trabajaba y cuando pausaron por un momento un compañero, ese al que le había predicado se paró a su lado y le dijo:

— Jon, quiero visitar la iglesia.

— Buenas elección, mi hermano— dijo después de darle unas palmaditas en el hombro.

— ¿Cuándo puede ser?

— Hoy.

— ¿Hoy? Si por lo que se ve, vamos a salir tarde.

— Ten fe y confía, Dios no va a permitir que tu alma se pierda.

Edward estaba orando frente a su cama (y la biblia sobre ella)

— Perdóname Señor, me arrepiento de lo que hice, no te digo que no lo volveré a hacer porque no sé que suceda, pero si te pido que no permitas que mi alma se pierda.

Cayó la noche. Jon venía llegando del trabajo, y sin darse cuanta apareció una moto detrás de él que venía. Él metió la llave para abrir mientras volteó hacia la moto despreocupado, pero al ver que el de atrás lo apunta con una pistola se volteó hacia él asustado y mostrando las manos, quiso duplicar, pero cuando abrió la boca el chamo le disparó tres veces en el cuerpo, y ese chamo era gallardo.

Se fueron. Al momento salió Mical y seguido Edward y Andrés, al ver a su esposo tirado se le quebrantó el alma, también ellos lloraron. ¿Y los chismosos? era obvio, hasta yo hubiese chismoseado al




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