El regreso de la oveja

Capitulo 67

— Eso será cuando estemos viejos— bromeó ella.

— Yo creo ja ja.

Cerca de la iglesia venía un motorizado (con su casco)

— Me gustó tu predicación— se quedaban mirando.

La moto se acercaba.

— ¿Solo eso?

— ¿Qué más quieres que te diga?

La moto se detuvo frente a la iglesia y el flaco apuntó a Edward, todos se asustaron, incluso Natalia que gritó cubriéndose y Edward quedó paralizado y ¡Pun! un tiro cerca del corazón a Edward. Sus padres, sobretodo su madre se acercaba con su llanto y Edward sorprendido, no podía tragar lo ocurrido mientras caía y no escuchaba más que un coro de voces femeninas cantando la “a”. La moto se fué y los padres lo auxiliaron, pero su madre fué quien lo cogió entre sus brazos (se comenzó a escuchar la canción llamada Anillo de oro de Daffy) y Andrés soltó el llanto, la madre les gritaba a la gente como que llamarán una ambulancia. Edward no se movía.

Luego lo subían a la ambulancia que llegó con la policía. Luego estaban en el hospital y el doctor como que les dijo que Edward estaba más allá que aquí. Y Mical que estaba abrazada por su esposo recostó el rostro del pecho de él y siguió llorando (fin de la canción).

Luego estaban en su casa, luctuosos, callados.

El monitor cardíaco emitió un sonido permanente, o sea, sonido de muerte. Los doctores entraron a atenderlo, sonó el celular que estaba en la mesa junto a Andrés y Mical apresurada fué y atendió.

— ¡¿Aló?!

Dejó caer el celular después de oír la noticia y miró a Jon el cuál entendió que su hijo había muerto, ella reventó a llorar nuevamente, luego ellos. Los médicos intentaban reanimarlo y uno le meneó la cabeza al otro queriendo decir que no se podía hacer más, así que desistieron.

De la rabia, Andrés empujó la biblia de Edward que estaba a la mesa y al caer salió un papel y lo recogió, y al abrirlo había un escrito que decía:

“Si ya cumplí mi propósito, no importa las oraciones que hagan Dios me llamó con él, pero sino, entonces, me dará salud y vida para continuar”.

La máquina registró un latido cuando justo la iban a desconectar

— ¡ya va!— dijo el doctor.

“Tic-tic”. Comenzó a hacer el monitor nuevamente, ellos estaban atónitos y Edward; el Edward que estuvo al borde de la muerte, abrió los ojos.




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