El regreso de los dioses

El regreso de los dioses

El regreso de los dioses

 

Una densa oscuridad cubre todo mi cuerpo, un abismo que me sumerge a lo profundo

de sus tierras, se siente como si fuese a morir… sola, en un lugar desconocido, alguien

me susurra cosas que no puedo entender, una voz suave que me llama con el idioma

de los dioses.

—¡Lucia! ¿no escuchaste la alarma? Ya es hora de irnos. —dice la mujer con

insistencia.

—No te entiendo… ¿Quién eres? —pregunta Lucia aun dormida.

—¿Qué? Soy yo, María, tu compañera de cuarto. —insiste la mujer quien impaciente le

quita las sabanas a su amiga.

—¡¿María?! ¿Qué hora es? —pregunta Lucia asustada.

—Las seis en punto, levántate antes de que se nos haga tarde, Patricia también se

quedó dormida ¿Enserio no escucharon la alarma? dios, sí que tienen el sueño pesado.

—No, tuve una pesadilla, parálisis del sueño supongo, de hecho, ya es la tercera vez

que lo tengo… —expresa Lucia angustiada.

—¿Te refieres al sueño donde te sumerges en la oscuridad?

—Sí… creo que la ansiedad me está afectando demasiado. —dice Lucia agotada.

—No entiendo por qué sigues teniendo esas pesadillas, te compré un atrapa sueños

recomendado por una curandera, creo que tendremos que ir a que te hagan una limpia,

alguien te debe tener envidia o coraje. —expresa María convencida.

—¿Qué? Esas cosas no sirven, Lucia no es una hippie como tú, ni los astros ni los

curanderos van a ayudarla como lo haría un profesional de la salud. —manifiesta

Patricia soñolienta y añade. —lo que tienes es depresión, tus padres acaban de morir,

apenas han pasado seis meses de eso, estás en duelo, deberías ver un psicólogo.

—Talvez, la verdad haría cualquier cosa con tal de dejar esos extraños sueños atrás

¿A ustedes no les pasa esto?

—Mmm, creo que una vez me dio la parálisis del sueño, es aterrador, pero después de

una sesión con mi psicólogo se me quitó, me dijo que era exceso de estrés. —expone

Patricia con seriedad.

—Entiendo perfectamente el punto de Patricia, pero si estás de acuerdo me gustaría

llevarte con una curandera, solo por esta vez, si después de esa sesión sigues con las

pesadillas yo misma te acompaño al psicólogo y tomo terapia contigo, aun no supero la

muerte de max… —expone María con seriedad.

—¿Cómo puedes comparar la perdida de tu perro con la de unos padres? —pregunta

Patricia con enojo y resignación.

—Oye, ese perro era como un hijo para mí, estuvo conmigo durante trece años. —dice

María entre pucheros.

—No peleen, aceptaré ir a los dos lugares que me proponen, además, vinimos a pasar

unos días agradables en la ciudad, iremos a Teotihuacán, veremos la calzada de los

muertos, la pirámide del sol y la luna, haremos un gran recorrido, la pasaremos bien.

—manifiesta Lucia con ilusión.

—Tienes razón, mi sueño es ver el templo de Quetzalcóatl, tomar todas las fotos que

pueda y emborracharme con pulque. —Expresa María emocionada.

—Y no solo eso, también tomaremos licor de caña para armarnos de valor y entrar alas

cuevas prehispánicas, dicen que en lo profundo de aquel lugar están ocultos los

cenotes, portales que te llevan al más allá o si tienes suerte te llevan al pasado sin

previo aviso. —manifiesta Patricia entusiasmada.

—Y la hippie soy yo. —Susurra maría con ironía.

—Jajaja. —Lucia suelta una risita, al parecer sus dos amigas son creyentes de lo

sobrenatural.

—¿De qué te ríes? — pregunta Patricia avergonzada.

—Tú eras la menos emocionada por este viaje y ahora los ojos te brillan como si

hablaras de tu novio jaja.

—Pues cambie de parecer, además, si no venía con ustedes ¿Quién las iba a cuidar

par de tontas?

—Tienes razón, necesitamos que ahuyentes a los chacales con tu altura y mal

carácter. —dice María en forma de burla para después colgársele del brazo a patricia la

cual le jala los cachetes en forma de castigo.

—Me alegra que se lleven bien, me iré a dar un baño, estaré lista en unos minutos.

—expresa Lucia con una sonrisa.

—Yo iré a terminar de arreglarme.

—¿Qué? ¿Por qué son tan lentas? Yo hasta me alise el cabello. —dice María

impaciente.

El agua caliente empapa el cuerpo de Lucia, la cual suspira al recordar aquellas

pesadillas que la hacían despertarse llena de angustia y repite algunas palabras que

recuerda de aquella voz.

—Shuatl tlen quipiya chicahualistli, sihatl tlen mosemaca ¿Qué significan estas

palabras? ¿Siquiera existe esta lengua? —se pregunta Lucia con frustración.

¿Que estoy haciendo? Últimamente mi mente está distraída, la muerte de mis padres

me ha dejado vacía, probablemente tengo depresión, Patricia tiene razón, debería ir al

psicólogo, no es normal tener este tipo de sueños ¿O sí? ¿Será que yo también moriré

pronto? Ay que estoy diciendo, no quiero morir… pero… ya no me queda nadie en este

mundo, creo que, en mi inconsciente, lo único que quiero es regresar a los brazos de

mis padres, murieron tan de repente, tan viejitos, solos en esa humilde cama, si tan

solo no me hubiera ido de casa… talvez me habría podido despedir de ellos.

No hay nada místico o sobrenatural en esto, solo soy yo, yo y mi corazón lleno de

culpa.

Después de una hora Lucia y sus amigas por fin están listas para salir de la posada

donde se hospedan, Patricia tenía el cabello corto hasta los hombros, recién lo había

teñido de rubio y como tenía pecas parecía una extranjera, alta y con un temperamento

rudo y fuerte, María por su parte era de estatura pequeña y cuerpo voluptuoso tenía el




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