El regreso de los dioses

El origen de Mayahuel

No podía negar que mi corazón sentía cierta curiosidad al escuchar el nombre de Mayahuel, no puedo sacar de mi cabeza al dios Quetzalcóatl pronunciando ese nombre, gracias a que Huitzilopochtli sopló en mis oídos, ahora puedo entender el idioma de los dioses, aquella extraña riña divina me dejó pensando ¿Quién es esa diosa y por que murió?  ¿Y que tengo que ver yo con ella?

—Hay algo que aun no te he dicho, cuando tus dioses se manifestarón en el templo, Quetzalcóatl le dijo a Huitzilopochtli que yo tenia el mismo aroma que Mayahuel, eso pareció enfurecer mucho a ese dragón y luego tu me dices que te recuerdo a esa diosa, todo esto me confunde. —le dijo Lucia con desanimo.

—Lo que te voy a contar es una historia de amor y traición, de egoísmo y mezquindad, Mayahuel era la diosa del agave, una diosa de gran belleza y bondad, pero vivía prisionera de su abuela, pues la cuidaba celosamente, era como una flor especial que no quería compartir con nadie, los dioses se enteraron de que Mayahuel tenía en su poder una planta mágica que daría alegría y otros dones al ser humano y decidieron encomendarle a Quetzalcóatl una misión, convencer a la hermosa diosa de que escapara con él, sin importar la furia de la abuela, los dioses querían aquella mágica planta y no importaba el costo, así que Quetzalcóatl uso sus suaves palabras y la convenció, en la huida, los dioses se enamoraron, desearon amarse por la eternidad, la serpiente emplumada no pudo resistirse a la tierna y dulce Mayahuel y ella no pudo evitar sentir amor por aquella deidad varonil y majestuosa, sin embargo, su felicidad no duraría para siempre, pues los hermanos de Mayahuel los estaban persiguiendo, en un acto desesperado Mayahuel le sugirió a su amado que tomaran la forma de su planta mágica para que así no fueran encontrados, los hermanos de la diosa estaban furiosos, en su rabia solo veían piedras y plantas, pero pudieron distinguir a una diferente y peculiar, reconociendo así a su hermana pequeña y en un arranque de venganza, la despedazaron cruelmente, Quetzalcóatl devastado recupero su forma y lleno de una profunda tristeza tomo los restos de su amada y con pena los sembró con la esperanza de que el amor de su vida regresara a la vida, cuidaba sus restos de día y de noche y los regaba con sus lágrimas, con el tiempo la planta mágica renació, pero Mayahuel nunca apareció, la leyenda dice que la serpiente emplumada se lamentó profundamente por su acto de codicia y unos susurros misteriosos le dijeron que la muerte de Mayahuel había sido planeada por los dioses principales, es decir Tlaloc y Huitzilopochtli, y desde entonces los aborrece profundamente, planeando su venganza una vez que tenga la certeza de que fueron ellos los responsables.

—No sabia que los dioses podían morir. —exclamo Lucia pensativa.

—No dejan de existir, creo que pueden reencarnar.

—¿Y que tendría de glorioso reencarnar en forma de un maguey?

—Jajaja, no eres fácil de convencer, quizás Mayahuel dejo la forma de su planta mágica para recordarle a Quetzalcóatl que ella seguiría existiendo y en algún futuro, ya sea lejano o cercano pudieran volver a encontrarse.

—Eres muy romántico, te diría que tu teoría es algo improbable, pero ahora no creo que tenga el permiso de decir esas palabras.

—Ahora que se tu historia y hablas de que vienes de otra línea temporal ¿No crees que tal vez estos amantes si logren reunirse algún día? Yo creo que sí.

—¿Pero por qué me secuestraron a mí? ¿Solo porque me parezco a su diosa? Es común parecernos a personas, no es algo extraordinario, además yo no tengo nada de especial, lo he perdido todo, no tengo padres, ni hermanos y mis amigas probablemente estén…—Lucia contiene las lagrimas que le brotan por la impotencia que siente.

—¿Y si tu eres la re encarnación de la diosa Mayahuel? —manifestó Ikal sorprendido.

—No… no tiene ningún sentido.

—¿Por qué otra razón alguien te traería a esta época? Los dioses no se toman ese tipo de molestias solo porque si, además, ¿Por qué un mortal olería a un dios?

En el fondo, Lucia comenzaba a creer en esa teoría, no habría otra explicación para todo lo que le estaba pasando, estaba llena de miedo, pensaba que si era verdad que ella era la reencarnación de Mayahuel los dioses no la dejarían volver a su mundo.

—¿Y cómo sabré quien de todos esos dioses me trajo al pasado? ¿A quien de ellos debo exigirle que me regrese al futuro?

—No lo sé, pero te prometo que te acompañare en tu viaje a este mundo, permaneceré a tu lado hasta el día en el que regreses al futuro. —le dijo Ikal con sinceridad y la miraba profundamente.

—Te agradezco que desde el primer día quieras protegerme, me encantaría que me acompañaras hasta que encuentre más respuestas, tu y Ceniza, con ustedes a mí lado nada me será tormentoso.

—Creo que a ella le caíste bien, te ha adoptado jaja.

—Si, eso veo, espero que no haya ningún problema si me la llevo al palacio.

—Oye Ikal, ya que somos oficialmente amigos, quería saber más de ti ¿Cuántos años tienes? ¿tienes familia?

—¿Cuántos años tienes tú? —le preguntó Ikal con nerviosismo.

—Yo pregunte primero.

—Bueno… tengo diecisiete años.

—Lo sabía, eres más joven que yo, yo tengo veinte años. —le dijo Lucia con una cálida sonrisa.

—¿Entonces ya estás casada? —le preguntó Ikal alarmado.

—¿Qué? ¡no! Aun soy muy joven, ya te dije que no tengo a nadie, supongo que en estos tiempos es común casarse jóvenes.

—¿Y tú?

—¡No! ¡te juro por mi madre que aun no me caso!

—Esta bien, te creo, jaja, dime, ¿Cómo es que alguien elije a una esposa?

—La costumbre es que los padres busquen a la mujer elegida, mandan a una anciana a pedir la mano de mujer deseada, ella tiene que ser llevada a la casa del esposo y ahí se anudan las mantas cerca del fuego, se dan de comer entre si en el banquete y los padres del esposo le dan consejos a la novia para complacer a su hombre.




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