El regreso de los dioses

El hermoso dios de piel azul

El hermoso dios de piel azul

Después de lo ocurrido con el combate contra Temoctzin, me sentía victoriosa y llena de ánimo, por primera vez desde mi llegada a Tenochtitlan, las personas me hablaron como si no fuera una extranjera, tomamos bebidas deliciosas como el mezcal y pude vencer a tres hombres con mi puño, incluso las mujeres elogiaban mi fuerza, todo gracias al dios que me ayudó, el mismo que me esta llamando y me guía hacia él en medio de la niebla.

Lucia caminaba curiosa, el viento era fresco, pero no como para congelarle sus pies descalzos, la niebla era blanquecina y con la llovía reflejaba un paisaje espectacular, nadie más podía ver lo que ella veía.

De entre la neblina, unos tlaloques salieron a su encuentro, tomándola cada uno de la mano y guiándola hacia el dios Tlaloc, por alguna razón Lucia no sentía miedo, todos pintaban al dios Tlaloc como un gigante que rugía los cielos con sus truenos rugientes y sus grandes tempestades, era considerado un dios importante, uno de los más apreciados y respetados, pero Lucia sentía mucha paz y a lo lejos pudo divisar a un hombre alto de aproximadamente dos metros de altura con la piel azulada y una mascara de jade que le cubría el rostro.  

—Esta ante el dios del rayo, la lluvia y las tempestades, el poderoso Tlaloc. —dijeron los tlaloques al unísono dejándola caminar ya por su cuenta.

Lucia se quedó sin palabras, solo contemplaba minuciosamente aquella deidad, sus cabellos eran negros y largos, lisos y de apariencia suabe y sedosa, vestía como un rey, no, como el dios digno de su gran reputación, adornado con piedras preciosas, su voz era hermosa y apacible, escucharla era como las carisias de las gotas cálidas en la piel, Lucia le hizo una reverencia en señal de respeto y volvió a mirarlo, su mascara era aterradora, como la de un trol.

—¿Es usted el dios del rayo? —preguntó con voz suabe.

—Lo soy. —dijo el dios calmado.

—Señor Tlaloc, le agradezco mucho su ayuda, se muy bien que usted me dio fuerza para no ser humillada, no se como agradecerle su gentileza, ha sido muy bueno conmigo. —le dijo Lucia llena de gratitud y respeto.

—Quería ayudarte, no esta bien que los hombres se burlen de una diosa. —expresó Tlaloc sentado en un trono de piedras preciosas y plumas hermosas.

—Ya no creo ser la diosa que una vez fui, solo soy su reencarnación, no tengo mi divinidad y tampoco todos mis recuerdos, solo soy yo y nada más. —expresó Lucia cabizbaja.

Tlaloc se acercó a ella, paso a paso con delicadeza, parecía que caminaba sobre el agua y las nubes.

Al ver que Lucia se asustaba con su mascara decidió quitársela frente a ella para que no tuviera miedo y Lucia quedo admirada de la gran belleza de ese dios, sus ojos eran grandes y sus pestañas arqueadas y abundantes, sus ojos eran color zafiro y sus facciones finas y esculpidas, sus labios eran carnosos y coloridos, al verlo se quedo sin palabras y sin aliento.

Tlaloc no acostumbraba quitarse su mascara, por eso los hombres lo describían como un ogro aterrador de grandes colmillos, pero bajo ese disfraz, era simplemente bello.

—Tu sigue siendo Mayahuel, la diosa del maguey. —exclamó Tlaloc mirándola fijamente, Lucia se sonrojo y no pudo sostenerle la mirada.

—Ok…—susurró sin aliento.

—No te quitaré el regalo que te di, te servirá para defenderte, pero te confieso que te lo obsequié por una buena razón, vi tu valentía al querer salvar a la humana que fue raptada por la criatura llamada sinsimito, tu esfuerzo fue recompensado, ese es mi regalo para que puedas sobrevivir a este mundo tan peligroso.

—Se lo agradezco mucho ¿Por qué es tan bueno conmigo? —le preguntó Lucia con vergüenza.

—Ya te lo dije, para mi sigues siendo una diosa, debes destacar del resto de los hombres, estoy al tanto de la protección que te ha brindado Mictecacihuatl, la diosa del inframundo, fue ella quien te trajo a esta época, ya que cree que tú eres la clave para evitar que seamos olvidados en el futuro.

—¿Cómo podría yo ser la clave para algo así?  No tengo la inmortalidad ni los poderes que antes tenía, soy una simple mortal.

—No lo eres, confió en su sabiduría y benevolencia, yo también creo que eres especial, no importa que seas una reencarnación divina, tienes un propósito y es evitar la conquista de los extranjeros, solo así salvaras nuestro destino. —le dijo Tlaloc con seriedad mirándola fijamente.

—¿Alguna vez podre regresar a mi época original?

—Tuviste que morir en tu vida pasada para poder reencarnar con tu cuerpo antiguo a esta época, ignoro si eso es posible, deberías acostumbrarte a vivir en este mundo, he visto que poco a poco te acostumbras a tu entorno.

—Eso fue gracias a ti, no lo habría hecho sin tu ayuda.

—Sigue siendo valiente, ayuda a los débiles y usa esa fuerza para vengar a los desvalidos, así me agradecerás de manera sincera. —le dijo Tlaloc mientras colocaba su mano en su hombro, Lucia se estremeció y se sonrojo aun más, se puso muy nerviosa, y Tlaloc se dio cuenta y quitó su mano enseguida.

—Lo haré, dedicare mi vida y mi esfuerzo en ayudar a las personas, gracias por todo.

 

Hola queridos lectores, gracias por leer un capítulo más de "EL REGRESO DE LOS DIOSES" no olviden seguirme en Tiktok @luceroesparza633 para que no se pierdan los videos de sus personajes favoritos, gracias por el apoyo, nos vemos pronto.




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