Perder aun amigo era un dolor insoportable, uno que se lleva en lo más profundo del corazón, durante todo el camino, Lucia guardó su dolor para ella sola, fue un trayecto silencioso, sabía que Ikal jamás regresaría.
—Tu amigo Ikal tubo una muerte digna y valerosa, será bien recibido por Micantlecutli y alcanzará la máxima gloria por su valentía, no lamentes su muerte, su alma no esta perdida, estará en un lugar apacible y seguramente reencarnará en un mundo donde pueda vivir por más tiempo. —le dijo Tzilacatzin para consolarla, sentía que después de lo que había sucedido entre ellos, no tenía el derecho de consolarla, pero aun así lo hizo, Lucia lo miró con lágrimas en sus ojos y Tzilacatzin sintió el deseo de secarle las lagrimas con su mano y cuando iba a estirar su mano, una espada de obsidiana le fue lanzada a los pies enterándose en el suelo.
—¿Qué demonios fue eso? —preguntaron sus subordinados y todos miraron hacia atrás.
—¿Serán los Tlascaltecas? —se preguntaban poniéndose en guardia.
Tzilacatzin se puso delante e Lucia para protegerla y frunció el ceño, a lo lejos se veía un grupo de gente, eran seis personas.
—¿Nos adelantamos señor? Podremos contra ellos. —dijo Izel empuñando su arma.
—No, no será necesario. —exclamó su líder quien después dibujó una sonrisa en su rostro.
—¡Oigan! ¡Son ellos! ¡Kaibil Balam y sus hombres! —exclamaron emocionados los seis hombres de Tzilacatzin.
—Miren nada más a quien tenemos aquí, es nada más y nada menos que el protegido de los dioses, el guerrero más fuerte de Tenochtitlan y el mundo entero, después de mi claro. —expresó Kaibil Balam extendiendo sus brazos para saludar a su entrañable amigo.
—El que tiene fama de inmortal, el líder de los cien guerreros, el honorable general que posee la fuerza de dos jaguares, ¿Qué te trae a Tenochtitlan príncipe? —le preguntó abrazándolo fuertemente.
—Me gustaría hablar contigo de esto frente a tu tlatoani si no te molesta.
—¿Es tan confidencial?
—Se trata de invasores, pero ya habrá tiempo de sentarse y ponerse serios, quiero presentarte a mi esposa, Nikté y a su amiga Yamil, esposa de Lailal, nos han acompañado en este viaje.
—Es un placer conocer a un amigo entrañable de mi querido esposo. —exclamó Nikté con amabilidad.
—¿Cómo es que le hiciste caso a este gorila? —bromeó Tzilacatzin y al dirigirse a Lailal y a su esposa Yamil, se dio cuanta de que ella se encontraba absorta.
—Señor Tzilacatzin es un honor estar en su presencia, ella es Yamil mi hermosa esposa.
—¿Lucia?
Lucia se encontraba sumergida en sus pensamientos y en su duelo, no había prestado atención a las personas que se encontraban a la distancia hablando con Tzilacatzin, pero aquella voz conocida le hizo brincar el corazón y desvió la mirada con urgencia hacia aquella mujer y al encontrar las miradas ella se quedo como si hubiese visto a dos fantasmas.
—María…Patricia…pero…
—¡Es ella María! ¡es Lucia!
—María y Patricia corrieron hacia donde estaba Lucia y las tres se abrazaron y se echaron a llorar a voz en cuello, nadie entendía lo que estaba sucediendo, los hombres se quedaron sin saber que hacer o que decir, pero entonces Kaibil entendió todo y se alegró por ellas.
—iztaccihuatl… —Tzilacatzin no entendía nada, hasta que Kaibil le contó.
—Esto no lo había visto nunca, ella es la primera guerrera que pelea a la par de un hombre, tenía que ser ella.
—¿De que estas hablando? —le preguntó Tzilacatzin confundido.
—Mi esposa Nikté y su amiga Yamil, aparecieron un día delante de nosotros, como si algo las hubiese traído de vuelta, escuché una voz en el cielo que decía: “han caído dos estrellas que adornaban la cabeza de la difunta diosa Mayahuel” aquella voz era femenina y espectral, se trataba de la diosa del inframundo, nos estaba encomendando cuidar de ellas, al principio todos estábamos muy confundidos, estaban histéricas y llenas de miedo, agresivas y desconfiadas de todo, no entendían nuestro idioma ni nosotros el de ellas, pero de un día para otro llegó un viento que las envolvió y las dejo en un trance de tres días, cuando despertaban hablaban nuestro idioma y además, les había sido revelada su verdadera identidad.
—¿Su verdadera identidad?
—Si, cuando nos decidimos a buscar a Mayahuel, no sabíamos si lograríamos encontrarla con vida, sabemos que Tezcatlipoca está detrás de ella y codicia la flor que lleva en su interior, Mayahuel, Nikté y Yamil murieron el mismo día y fueron enviadas al futuro en una época ajena a nuestro tiempo, el destino las mantuvo juntas para el momento indicado cuando serían traídas a su verdadera época, la diosa del inframundo lo preparó todo y así fue que las tarjo de regreso, murieron en aquel tiempo y regresaron a este de manera permanente, Yamil y Nikté en realidad son estrellas, damas que servían y asistían a su diosa en todo momento, pero la abuela de la diosa Mayahuel casi no les permitía verla, las separó para mantener a su nieta alejada de todo, pero al final, su destino es cuidar y velar por el bienestar de su diosa.
—Sabia que iztaccihuatl era la diosa del maguey, la diosa que fue asesinada hace miles de años, no hace mucho que lo sabemos, pero desconocía lo de sus amigas.
—¿Cómo es que ella llegó a ustedes?
—Casi igual que sus amigas, solo que iztaccihuatl sufrió mucho para estar donde esta hoy, el tlatoani no sabe que es la diosa Mayahuel, tampoco el pueblo lo sabe, nos comprometió hace unos meses atrás, asegurando que era otra protegida de los dioses, Tlaloc, Quetzalcóatl, Huitzilopochtli y la diosa del inframundo la protegen.
Una vez que Lucia y sus amigas dejaron de llorar, Kaibil Balam y sus hombres se reunieron delante de Lucia y se arrodillaron haciendo una reverencia.
—Es un honor estar en su presencia diosa del maguey Mayahuel, que el cielo y los dioses le muestren su favor eternamente, véanos como sus sirvientes, pelearemos por usted si nos llega a necesitar.