El Reino De Las Hadas

EXTRA: UN PEQUEÑO SECUESTRO

Corrí desesperadamente, no me importaba si Damen se pusiera molesto, lo importante era llegar al castillo de la corte negra, desde que había venido a vivir en el mundo mágico, mi vida siempre estaba llena de problemas, todo por la culpa de la copia malvada de Damen que siempre tenía que molestarnos, ahora sobre menos que estaba enfermo, se había vuelto muy sensible, parecía de esos viejos quisquillosos y volubles, siempre me hacía sacar de quicio, mi mano siempre temblaba por golpearle su viejo arrugado rostro, pero me detenía, después de todo era el padre de mi hermoso esposo, y el abuelo de mi hijo Travis, mi pobre retoño solo tenía seis años y era la copia de Damen, este si era la copia completa, tenía el cabello negro y sus ojos eran de color violeta azulados, el genio era diferente, era más vivaz que el papá, era mi luz y mi vida, pero en estos momentos mi vida y mi luz estaba con el viejo, perdón con el padre de mi esposo. Aich, ¡Daba lo mismo! Solo quería tenerlo en mis brazos, no quería que se contagiara con el despotismo del abuelo, siempre tenía que secuestrarlo de nuestra casa. Oh si, ¡Lo secuestró! Así se llama cuando se llevaban a una persona sin tener permiso de otra, y en estos momentos iba a decirle sus verdades.

Unos custodios me miraron y se sorprendieron cuando pisé la reja y salté, aterrizando dentro de la propiedad del rey de la corte negra, iban a decir algo pero cuando vieron como estaba, tragaron saliva, sabían que cuando estaba molesta nadie podía calmarme, si me tocaban un pelo iba a explotar.

Abrí la puerta y caminé a zancadas largas hasta dirigirme a la habitación que estaba el viejo, diré el padre de mi esposo, las mucamas al mirarme cómo iba, optaron en apartarse, ellas eran muy inteligentes.

Me detuve en la puerta café y di una patada, abriéndola de golpe. El rey de la corte negra alzó la mirada para verme, sus ojos violetas pálidos estaban airados

¿Molesto? ¡Yo debería de estar molesta por secuestrar a mi pequeño!

─Buenas tardes, Melody. ¿Por qué esa mirada en tu rostro?

─No buenas para usted, copia atrofiada de Damen. Seré directa, ¿Dónde está mi hijo?

─Querrás decir mi nieto.

Crucé mis brazos y sonreí de medio lado.─ ahora es su nieto, ni acepta a su hijo y ahora lo llama nieto a MI hijo.

─Lo siento por eso, pero Travis tiene mi sangre, pertenece a la corte negra no a la blanca.─ contestó, frunciendo el ceño.─ no quiero hablar del tema de Damen contigo.

Resoplé.─ ni yo quiero escuchar como un padre puede abandonar a su hijo. Solo vine a llevarme a mi hijo y a decirle a usted que nunca vuelva a secuestrar. Sino, dejaré de tener el poco respeto que le tengo y ahí sí, le daré unas patadas en su trasero arrugado.

Se levantó de golpe y me miró molesto.

─ ¡¿Cómo te atreves a hablarme con esa insolencia?!

─ ¡Con el mismo derecho que tengo por ser la madre de un niño que ha secuestrado!

─ ¡Yo no secuestré a nadie! ¡Travis es mi nieto!

─Travis es mi hijo, hijo mío y de Damen. Aún no ha aceptado a Damen como su hijo, así que Travis no es su nieto, solo es un niño como cualquier de este mundo.

─Eres una mujer insolente y malévola.

Abrí la boca y empecé a reírme. El malévolo me estaba llamando malévola, era irónico.

─Usted es muy pero muy gracioso, estoy pensando que sería buen bufón.

─ ¡Lárgate de aquí!

─ ¡No me iré sin mi hijo!─ di tres pasos.─ si no me dice dónde está mi hijo, usted sabe que soy capaz de poner patas arriba este maldito castillo de mierda. Y en estos momentos estoy a punto de reventar.

Nos desafiamos con la mirada, alguien soltó un suspiro, giré el rostro y me encontré con la que menos quería ver, llevaba un vestido rosado pastel que le ceñía al cuerpo, su cabello rubio rizado caía por su espalda como cascada, la princesa Aria, seguirá siendo siempre bella sin importar cuantos años pasen.

─ ¡Mamá!─ exclamó la vocecita de mi pequeño. Vino corriendo hasta mí, lo abracé y le di varios besos.─ ya mamá, haces cosquillas.─ comenzó a reírse.

─Cariño, estaba preocupada.

─El rey de la corte me trajo a conocer el castillo, comí muchos dulces.─ contestó mi hijo con una sonrisa vivaz. Dio una mirada a la princesa Aria, esta le sonrió.─ la princesa Aria, me enseñó hacer magia. ¡Puedo hacer magia, mamá!

─Que bien, luego me enseñas, pero en estos momento iremos a casa, sabes que no me gusta que estés en este reino. Ya habíamos hablado antes.─ dije con cariño.



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En el texto hay: romance, magia, hadas

Editado: 22.07.2020

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