Capítulo 3: El Bosque Susurrante y los Guardianes Olvidados.

La oleada de energía que Lyra había desatado en Elian se asentó, dejándolo con una sensación de ligereza y claridad mental. El mundo a su alrededor parecía más nítido, los colores más vibrantes, los sonidos más definidos. Incluso podía sentir la suave brisa acariciando su piel con mayor intensidad.

"¿Qué ha sido eso?", preguntó Elian, aún asombrado.

"He despertado tu magia interior", respondió Lyra. "Todos los seres vivos de Eldoria poseen magia, aunque algunos la tienen más desarrollada que otros. Tú, como el elegido, tienes un gran potencial mágico".

Elian miró sus manos, esperando verlas brillar o lanzar chispas, pero no ocurrió nada. "No siento nada", dijo con decepción.

Lyra sonrió. "La magia no es algo que se manifieste de inmediato. Requiere práctica y concentración. Pero no te preocupes, te guiaré en cada paso del camino".

Señaló hacia el este, donde un denso bosque se extendía hasta donde alcanzaba la vista. "Nuestro primer destino es el Bosque de los Susurros. Allí encontraremos a los guardianes del bosque, quienes nos proporcionarán información vital sobre los planes de Morvath".

Elian asintió, sintiendo una mezcla de emoción y nerviosismo. La aventura había comenzado, y él, un chico normal de otro mundo, estaba a punto de adentrarse en un bosque mágico para salvar un reino de la oscuridad.

Mientras caminaban hacia el bosque, Lyra le explicó a Elian los conceptos básicos de la magia de Eldoria. Le habló de los diferentes tipos de magia: la magia de la naturaleza, la magia de la luz, la magia de las sombras, y muchas otras. Le enseñó a concentrarse en su energía interior, a visualizar la magia fluyendo a través de su cuerpo, y a dirigirla hacia un propósito específico.

Elian escuchaba con atención, absorbiendo cada palabra como una esponja. A pesar de su escepticismo inicial, empezaba a creer que la magia era real, que él podía aprender a usarla, y que tenía un papel importante que desempeñar en la salvación de Eldoria.

Al llegar al borde del bosque, Lyra se detuvo. "El Bosque de los Susurros es un lugar sagrado", dijo con voz solemne. "Sus guardianes son seres antiguos y sabios, pero también son muy reservados. Debemos mostrarles respeto y cautela".

Elian asintió, sintiendo un escalofrío al adentrarse en la penumbra del bosque. Los árboles eran altos y retorcidos, con ramas que se entrelazaban formando un dosel oscuro. El suelo estaba cubierto de musgo suave y hojas caídas, y el aire estaba cargado de un aroma a tierra húmeda y flores silvestres.

A medida que avanzaban, Elian notó que el bosque estaba lleno de sonidos extraños: susurros suaves, crujidos de ramas, el canto de pájaros invisibles. Pero lo más inquietante eran los susurros que parecían provenir de los propios árboles.

"¿Qué son esos susurros?", preguntó Elian, sintiendo un nudo en el estómago.

"Son los espíritus del bosque", respondió Lyra. "Los guardianes del bosque se comunican a través de ellos. Escuchan todo lo que sucede en el bosque, y pueden ver a través de los ojos de los árboles".

Elian se sintió observado, como si miles de ojos invisibles lo estuvieran escrutando desde la oscuridad. Se mantuvo cerca de Lyra, sintiéndose protegido por su presencia.

Después de caminar durante lo que parecieron horas, llegaron a un claro en el centro del bosque. En el centro del claro, un árbol gigantesco se alzaba hacia el cielo, sus ramas extendiéndose como brazos protectores. El árbol estaba cubierto de musgo y líquenes, y sus raíces se extendían por el suelo como serpientes entrelazadas.

"Este es el Árbol de la Sabiduría", dijo Lyra. "Aquí encontraremos a los guardianes del bosque".

Se acercaron al árbol y Lyra se inclinó, tocando la corteza con la punta de los dedos. "Guardianes del bosque", dijo con voz suave. "Hemos venido en busca de vuestra sabiduría".

Un silencio sepulcral se apoderó del claro. Elian contuvo la respiración, esperando una respuesta. De repente, un susurro suave resonó en el aire, como el murmullo de una brisa lejana.

"¿Quiénes son los intrusos que se atreven a perturbar la paz del bosque?", preguntó la voz, resonando desde el interior del árbol.

"Somos viajeros de tierras lejanas", respondió Lyra. "Venimos en busca de ayuda para salvar a Eldoria de la oscuridad".

Un largo silencio siguió a sus palabras. Elian sintió la tensión en el aire, como si el bosque entero estuviera conteniendo la respiración. Finalmente, la voz habló de nuevo, esta vez con un tono más suave.

"¿Qué pruebas tenéis de que sois dignos de nuestra ayuda?".

Lyra se puso de pie y miró al árbol con determinación. "Elian es el elegido", dijo. "Una antigua profecía habla de su llegada para salvar a Eldoria. Él es nuestra prueba".

Elian sintió la mirada invisible de los guardianes del bosque posarse sobre él. Se sintió pequeño e insignificante bajo su escrutinio, pero mantuvo la cabeza en alto, tratando de transmitir su determinación.

Después de un momento de silencio, la voz habló de nuevo. "La profecía es conocida por nosotros", dijo. "Pero las profecías pueden ser engañosas. Debemos poner a prueba al elegido".

Elian sintió un vuelco en el corazón. ¿Qué tipo de prueba le pondrían? ¿Sería capaz de superarla?

"¿Qué tipo de prueba?", preguntó Lyra.

"El elegido debe enfrentarse a sus miedos más profundos", respondió la voz. "Debe adentrarse en el Laberinto de las Ilusiones y salir victorioso".

Elian tragó saliva. El Laberinto de las Ilusiones sonaba aterrador. ¿Qué tipo de ilusiones le esperarían allí? ¿Sería capaz de distinguir la realidad de la fantasía?

"Aceptamos el desafío", dijo Lyra con firmeza.

"Que así sea", dijo la voz. "El Laberinto de las Ilusiones se abrirá al amanecer. Hasta entonces, descansad y preparaos para la prueba".

Elian y Lyra acamparon bajo el Árbol de la Sabiduría. Elian no podía dormir, atormentado por la anticipación de la prueba. Miró a Lyra, quien parecía tranquila y serena.