El Reino de las Tablas Mágicas

Capítulo 1: El Reino del Número Uno

El sol brillaba como una moneda dorada sobre el Reino de los Números, un lugar donde los dígitos caminaban, hablaban y jugaban como si fueran personas.

Tobías, un niño curioso de ocho años, había recibido una misión especial: viajar por las tablas de multiplicar para convertirse en Guardián del Conocimiento.

Mientras caminaba por un sendero lleno de flores en forma de números, escuchó una voz:

—¡Eh, espera! —gritó un personaje redondito, con forma de número 0, que rodaba como una pelota.

—¿Quién eres tú? —preguntó Tobías, sorprendido.

—Soy Cero, el más travieso de todos. Aunque digan que con migo todo desaparece, tengo mis trucos.

De repente, un personaje alto, sonriente y elegante apareció, con una capa brillante donde estaba bordado un 1 gigante.

—Bienvenido, Tobías. Soy el Señor Uno, el más sencillo pero también el más importante. Sin mí, ninguna tabla empieza.

Tobías abrió los ojos con asombro.

—¿Tú me enseñarás la primera tabla de multiplicar?

El Señor Uno asintió.

—Sí, pero no estarás solo. Aquí están mis amigos.

Detrás de él aparecieron otros números del 1 al 10, cada uno con personalidad propia:

  • Dos, un niño risueño con dos coletas.
  • Tres, un acróbata que hacía piruetas.
  • Cuatro, un cuadrado robusto y fuerte.
  • Cinco, un explorador con sombrero de ala ancha.
  • Diez, un gigante que caminaba lento pero firme.

—¡Bienvenido, Tobías! —gritaron todos a coro.

El Señor Uno levantó su bastón brillante.

—Hoy aprenderás que cualquier número multiplicado por mí sigue siendo él mismo. Mira y escucha.

El bastón iluminó el cielo y aparecieron escenas mágicas:

✨ Una manzana multiplicada por 1 seguía siendo una sola manzana.
✨ Dos globos multiplicados por 1 seguían siendo dos globos.
✨ Tres estrellas multiplicadas por 1 seguían brillando como tres.

—¡Es como un espejo mágico! —dijo Tobías emocionado.

—Exacto —respondió el Señor Uno—. Yo no cambio a nadie. Solo los reflejo tal como son.

Entonces Cero dio un salto y dijo en voz alta:

—¡Pero cuidado! Si me meto yo, ¡puf! Todo desaparece.

Los demás números se rieron, y Tobías también.

El Señor Uno cerró la lección con solemnidad:

—Recuerda, Tobías:

1 × 1 = 1
2 × 1 = 2
3 × 1 = 3

Y así hasta el 10.

Tobías lo repitió en voz alta, mientras los números aplaudían y el cielo se llenaba de fuegos artificiales en forma de multiplicaciones.

—¡Lo logré! —gritó feliz—. ¡Ya sé la tabla del 1!

El Señor Uno sonrió.

—Este es solo el comienzo de tu viaje. Prepárate, porque la siguiente tabla será un reto mayor.

Y así, con el corazón lleno de emoción, Tobías avanzó hacia el próximo desafío.




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