El aire se volvió más fresco, y Tobías llegó a un claro del bosque donde los árboles estaban alineados en grupos de seis. Seis flores en cada rama, seis piedras en cada sendero, seis pájaros cantando al unísono.
De repente, un hombre alto y sereno apareció caminando lentamente. Llevaba una túnica verde con seis estrellas bordadas y un bastón con forma de hexágono en la punta.
—Bienvenido, Tobías —dijo con voz calmada—. Soy Seis, el Maestro del Equilibrio, y hoy aprenderás la fuerza de multiplicar en armonía.
Tobías lo saludó con respeto.
—¿Tú me enseñarás la tabla del 6?
—Así es —respondió el Maestro Seis—. Yo soy un puente: mitad de doce, doble de tres. Mi poder está en los ciclos.
A su alrededor aparecieron sus discípulos:
El Maestro Seis levantó su bastón y, con un movimiento suave, hizo aparecer escenas mágicas:
✨ Un racimo de seis uvas surgió en el aire.
✨ Dos racimos se duplicaron en doce.
✨ Tres racimos se multiplicaron en dieciocho.
✨ Y cuando el bastón brilló con más fuerza, aparecieron treinta y seis luces en el cielo, formando un gran hexágono.
Tobías, asombrado, comenzó a repetir junto a los arlequines, que bailaban cantando:
6 × 1 = 6
6 × 2 = 12
6 × 3 = 18
6 × 4 = 24
6 × 5 = 30
6 × 6 = 36
6 × 7 = 42
6 × 8 = 48
6 × 9 = 54
6 × 10 = 60
La Doce se acercó y le dijo:
—Nunca olvides que soy el primer paso fuerte: dos veces seis soy yo.
El Guerrero Dieciocho levantó su espada y gritó:
—¡Y yo soy tres veces seis, el corazón de la batalla!
Finalmente, la Reina Treinta y Seis extendió sus brazos y dijo con solemnidad:
—Yo soy el cuadrado perfecto de seis. Aquí encuentras mi poder.
Tobías, sonriendo, repitió la tabla en voz alta una vez más.
—¡Ya sé la tabla del 6!
Pero, como era costumbre, apareció rodando Cero, haciendo volteretas graciosas.
—¡Ja, ja! No olviden que conmigo… ¡todo se vuelve nada! 6 × 0 = 0.
El Maestro Seis lo miró con una sonrisa serena.
—Así es, pequeño amigo. Incluso en mi equilibrio, tú tienes un lugar.
El cielo se iluminó con estrellas formando hexágonos brillantes, y los arlequines dieron un salto final gritando:
—¡De seis en seis, el mundo crece otra vez!
El Maestro Seis apoyó su bastón en el suelo y le dijo a Tobías:
—Has aprendido bien. Pero lo que viene será aún más veloz y desafiante:
prepárate para conocer al Número Siete, el Viajero de la Suerte.
Tobías respiró hondo, listo para continuar su misión hacia la siguiente tabla.