El camino se transformó en un sendero lleno de arcoíris y estrellas fugaces. Cada tanto, Tobías encontraba señales con números que parecían guiarlo: 7, 14, 21…
De pronto, un viajero apareció montado en un caballo negro con crines plateadas. Llevaba una capa azul con el número 7 bordado en dorado y un sombrero de ala ancha cubierto de insignias.
—¡Saludos, Tobías! —dijo con voz profunda y amable—. Soy Siete, el Viajero de la Suerte, y hoy recorreremos juntos el camino de mi tabla.
Tobías lo miró maravillado.
—¿Viajero? ¿Por qué?
Siete sonrió.
—Porque mi tabla es un viaje: cada paso avanza más lejos, más alto y más misterioso.
De inmediato aparecieron sus compañeros de travesía:
El viajero levantó su espada y señaló el horizonte.
—¡Observa, Tobías! Así se despliega mi poder.
✨ Una estrella se elevó y se multiplicó en siete.
✨ Dos barcos aparecieron en el mar, y de pronto fueron catorce.
✨ Tres guerreros surgieron del suelo, y de inmediato eran veintiuno.
✨ Finalmente, siete montañas se alzaron, formando un reino majestuoso.
El Águila Catorce alzó el vuelo, y los demás entonaron un canto viajero:
7 × 1 = 7
7 × 2 = 14
7 × 3 = 21
7 × 4 = 28
7 × 5 = 35
7 × 6 = 42
7 × 7 = 49
7 × 8 = 56
7 × 9 = 63
7 × 10 = 70
Tobías repitió cada número con entusiasmo.
La Hechicera Veintiocho agitó su bastón y dijo:
—Yo soy cuatro veces siete, un puente mágico.
El Sabio Cuarenta y Nueve levantó su báculo y añadió con solemnidad:
—Yo soy siete por siete. Aquí encontrarás el secreto de la constancia.
El viajero Siete miró a Tobías con una sonrisa.
—Ya lo ves: mi tabla es un viaje lleno de pasos largos y firmes.
En ese momento, rodando como siempre, apareció Cero, riéndose.
—¡Ja, ja! Y si el viaje me incluye, ¡desaparece todo! 7 × 0 = 0.
El viajero Siete lo saludó con respeto.
—Así es, amigo. Incluso en mis caminos infinitos, tú marcas el inicio.
El cielo nocturno se llenó de estrellas formando constelaciones en múltiplos de siete: 7, 14, 21… hasta brillar con setenta luces.
Tobías levantó los brazos y exclamó:
—¡Ya sé la tabla del 7!
Siete le entregó una brújula dorada.
—Que esta brújula te guíe hacia tu próximo destino: el Número Ocho, el Constructor de la Fortaleza.
Y con el corazón lleno de energía, Tobías siguió avanzando hacia su siguiente aventura.