Tobías avanzó hasta llegar a un valle donde enormes torres se levantaban hacia el cielo. Cada torre estaba hecha de bloques brillantes con forma de números, apilados en filas de ocho.
Un estruendo sacudió el suelo, y de entre las torres apareció un gigante musculoso, vestido con un casco de constructor y un cinturón lleno de herramientas mágicas. Su pecho estaba marcado con un número 8 que brillaba como acero.
—¡Bienvenido, pequeño guardián! —tronó con voz fuerte pero amistosa—. Yo soy Ocho, el Constructor de la Fortaleza, y mi poder es edificar con pasos de ocho en ocho.
Tobías lo miró impresionado.
—¡Wow! ¿Tú me enseñarás la tabla del 8?
—¡Claro! —respondió el Constructor, levantando un enorme martillo que relucía como el sol—. Conmigo, cada número se transforma en estructuras sólidas y grandes.
De las torres aparecieron sus ayudantes:
El Constructor Ocho golpeó el suelo con su martillo y comenzó la demostración:
✨ Un bloque apareció y se multiplicó en ocho.
✨ Dos bloques se levantaron y fueron dieciséis.
✨ Tres bloques se alzaron como torres, formando veinticuatro.
✨ Hasta que, finalmente, sesenta y cuatro bloques brillaron en el aire, formando un castillo perfecto.
Tobías, asombrado, comenzó a repetir los resultados con los Bloquecitos, que cantaban al ritmo de su trabajo:
8 × 1 = 8
8 × 2 = 16
8 × 3 = 24
8 × 4 = 32
8 × 5 = 40
8 × 6 = 48
8 × 7 = 56
8 × 8 = 64
8 × 9 = 72
8 × 10 = 80
El Guerrero Dieciséis levantó su espada.
—¡Yo soy la primera gran muralla del ocho!
El Dragón Treinta y Dos rugió lanzando su fuego.
—¡Yo soy cuatro veces ocho, y nadie puede detenerme!
Finalmente, la Reina Sesenta y Cuatro se levantó con elegancia.
—Yo soy el cuadrado perfecto del ocho, la fortaleza más firme.
Tobías aplaudió feliz.
—¡Ya sé la tabla del 8!
En ese momento, como siempre, apareció rodando Cero, riendo a carcajadas.
—¡Ja, ja! Pero si me uno al Constructor… ¡no queda ni un bloque en pie! 8 × 0 = 0.
El Constructor Ocho lo levantó en su enorme mano y sonrió.
—Es cierto, pequeño Cero, tú también formas parte de mis cimientos.
El cielo se iluminó con torres de luz en múltiplos de ocho, y Tobías sintió que su fuerza interior crecía junto con ellas.
El Constructor Ocho le entregó un ladrillo dorado.
—Guárdalo como símbolo de lo que has aprendido. Ahora sigue tu viaje, porque lo que viene será aún más veloz y poderoso: el Número Nueve, el Mago de la Energía Infinita.
Con paso firme y el ladrillo en la mochila, Tobías se dirigió hacia su próximo desafío.