El sol brillaba en el Valle de los Números, y por primera vez, todos los personajes que Tobías había conocido se reunieron en un mismo lugar. El aire estaba lleno de risas, música y luces mágicas.
—¡Bienvenido, Tobías! —gritaron todos al unísono—. ¡Hoy celebramos que has aprendido todas las tablas de multiplicar!
Tobías caminó entre sus amigos:
Y, por supuesto, Cero, rodando entre todos y riéndose, recordando que incluso él tiene un papel importante.
En el centro del valle, un gran escenario de luz y bloques estaba preparado. Los números empezaron a cantar todos juntos una canción mágica de multiplicación:
—Uno, dos, tres… y cuatro,
Cinco y seis nos hacen soñar.
Siete, ocho, nueve y diez…
¡Con Tobías aprendimos a multiplicar!
Tobías aplaudía, saltaba y reía junto a todos. Cada personaje le entregaba un regalo simbólico:
—¡Gracias a todos! —dijo Tobías, emocionado—. No solo aprendí las tablas, ¡también aprendí que cada número tiene su propia magia!
Todos los números saltaron, bailaron y brillaron en un círculo, mientras el cielo se iluminaba con los múltiplos de cada tabla. La música y la risa se escuchaban por todo el Valle de los Números.
Al final, Uno se acercó a Tobías y dijo:
—Recuerda siempre: cada tabla es un paso, cada número es un amigo… y tú eres ahora un Guardián de la Sabiduría.
Tobías sonrió, mirando a todos sus amigos, y comprendió que su aventura había terminado… pero la magia de los números viviría para siempre en su corazón.
✨ Y así, entre luces, risas y alegría, el Valle de los Números celebró la hazaña más grande de todas: el viaje de Tobías a través de las tablas de multiplicar. ✨