El Reino De Los Cinco Elementos

CAPÍTULO 16

La gente tenía el mismo rostro que aquella señora, todos habían pasado por lo mismo sus hijas habían sido arrebatadas de sus brazos. La Princesa pregunto –¿Qué saben de esa tripulación?

–Sabemos que paran en la Isla Negra, que está bajo su mando –respondió un hombre que tenía amputado la mano derecha –yo los seguí para rescatar a mi hija, pero me descubrieron en el puerto de la isla. Me torturaron y me cortaron mi mano.

Su esposa junto a él coloco su mano el hombro de su marido, para consolarlo fue el General Dark quien lo torturo cruelmente, y el capitán apodado Trueno le corto la mano.

May no podía soportar la situación de este pueblo y antes, de que pudiera hablar La Princesa ha interrumpió –¿Puede llevarnos a esa isla? –todos estaban sorprendidos ante aquella joven.

–¡¿Qué?! –aquel hombre estaba incauto –habla en…

–Llévenos-dijo May.

–Hay que partir durante el ocaso. ¿Cuánto nos demoraremos en llegar? –hablo John.

–Alrededor de tres o cuatro horas. Dependiendo del viento.

–Entonces llegaremos antes del anochecer –hablo John –en marcha.

John caminaba en dirección al puerto, atrás lo seguía La Princesa y May, aquel hombre desprendiéndose de su esposa fue tras ellos

La Princesa se detuvo y sin volver hacia ellos dijo –Prometo traer de vuelta a sus hijas. –y continúo caminando.

Al llegar al puerto se encontraban embarcaciones pequeñas de pesca, al frente se encontraba un barco pequeño. Los cuatro subieron a bordo y el hombre hecho a navegar su barco, no había mucho viento por lo que John, hizo una ráfaga de viento contra la bela del barco sacándolo lejos del puerto.

El barco se alejaba y el sol comenzaba a descender dando paso para el ocaso. May estaba de pie en la proa mirando el, ocaso se volteó y miro a La Princesa con una mirada muy seria. John se encontraba sentado en las escaleras que guiaban hacia el timón, donde se encontraba el capitán del barco a pesar de no tener una mano navegaba perfectamente el barco.

May bajo de la proa posicionándose frente a La Princesa, quien no parecía muy amigable en ese momento, aun así, hablo –¿Creen que encontraremos a las chicas secuestradas en la Isla Negra?

–No, a todas. Pero si algunas –comento John.

–El Reino de las Golondrinas. ¿Creen que el Rey…?

John la corto –no lo creo. El Rey Carlos es un hombre de justicia, además desde que Zen tomo el poder por la fuerza rompió lazos con nuestro reino.

–No solo eso. El Príncipe Zen envió tropas a invadir el Reino, actualmente están ocupando la zona norte de la costa azul del Reino de las Golondrinas –hablo el capitán del barco.

La Princesa no dijo ni una palabra seguía manteniendo su actitud seria. La noche ya había caído la nave se encontraba sin luces, para evitar ser vistos siguieron acercándose más hasta llegar a la costa de la Isla Negra. Soltaron el ancla bajando a tierra firme en la parte más oscura de la isla siguieron por la costa guiados por el capitán caminaron un largo, trayecto hasta llegar a ver las luces de muelle.

Ahí se encontraba un gran barco descendiendo sus tripulantes llevando a varias hermosas jóvenes, amarradas las manos, como si fueran esclavos. Por los rasgos de algunas jóvenes no solo era del Clan de la Tierra, también de otros clanes.

–¡Muy bien! Escuchen, debemos seguirlos… –hablo John.

Sin ningún plan Cinthia, La Princesa salto hacia el muelle y en un pestañeo se deshizo de todos los captores de las jóvenes –¡¿Se encuentran bien?! –hablo La Princesa a las jóvenes.

Ellas sintieron un alivio en el pecho, alguien venía a rescatarlas al instante John, May y el capitán aterrizaron. Las chicas se asustaron su esperanza se había derrumbado, pero volvió aún más fuerte cuando John hablo –¿Qué hace? El plan era seguirlos.

La Princesa respondió –lo importante es rescatarlas –camino un poco y miro a lo alto de la isla se encontraba resplandores de luz en las ventanas ahí estaban el resto de señoritas secuestradas. –Vamos. Ustedes chicas quédense aquí –camino tres pasos cuando se detuvo alzo, su mano hasta su cuello sacándose un dardo comenzó, a marearse su vista se nublo y cayó al suelo John corrió hacia ella, pero también cayó al igual que todos los presentes.

John se despertó y miro alrededor se encontraba en una celda junto al capitán, y en la celda de frente se encontraban las La Princesa y May –Hey. Despierten –las chicas no se despertaban, pero John emitió una fuerte ráfaga de viento que las despertó ellas se despertaron seguían algo aturdidas por el somnífero del dardo. –¡Ahh…! ¿Dónde estamos? –pregunto May.

 

–En la habitación de lujo que nos consiguió La Princesa. No está mal, ¿verdad? –hablo John.

–de cualquier forma, llegamos aquí, ¿No? –hablo La Princesa, cambio su tono a uno suave para disculparse –lo siento mucho, al escuchar lo que dijeron en el pueblo y lo que vi no pude aguatar mi ira.

–No te culpes por todo, lo que pasa. No eres la culpable –hablo May.

–Pero…

–Tiene razón. Tu no provocaste esto, pero lo estas arreglando. Demuéstrales lo que puedes hacer –hablo John.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.