El Reino De Los Cinco Elementos

CAPÍTULO 27

Cinco días atrás:

El Príncipe Zen llego a la capital del Reino, caminaba por las calles de la capital y las personas, se inclinaban ya sea por respeto o miedo. Caminaba tranquilamente hasta la plaza central donde le esperaba una carrosa escoltada por el Escuadrón Dragón.

–Bienvenido Príncipe Zen –saludo Natalia mientras el resto del escuadrón hacían reverencia. Zen paso la vista por todos ellos notando la ausencia de Sorel.

–¿Y Sorel? –pregunto.

–Tenía algo pendiente –respondió Ángel.

Él sabía perfectamente ese pendiente –Al castillo.

–Si.

Subió en la carroza y fue al castillo al llegar ordeno al escuadro ir al norte, a terminar con un grupo de rebeldes y que el mismo informaría a Sorel ir de inmediato a su encuentro. El escuadrón acato la orden y se marchó a cumplir su misión.

El Príncipe camino en dirección al jardín que lo llevaría hasta las mazmorras por el camino se encontró con los tres Generales restantes –un buen trabajo General Ares –dijo Zen y siguió caminando, el General le dio las gracias con una reverencia.

Llego a las mazmorras, alzo abrió la perta que lo llevaba a la otra mazmorra más profunda, camino por el pasillo hasta a la celda donde Sorel se encontraba besando a Lydia dio un aplauso –Que escena tan tierna, la besas como si nunca lo volvieras a ver.

Sorel separo sus labios de Lydia y volteo para mirar a Zen, con solo mirarlo reflejaba todo el desprecio que sentía por él en ese mismo, instante quería desvainar su espada para enfrentarlo. Lydia lo detuvo para evitar su descenso, pues sabia lo poderoso que era Zen.

–Tranquiliza tus nervios Sorel, solo vengo hablar con Lydia.

–Solo dilo y lárgate –el odio en sus palabras notorio.

Exhalo –siempre igual –entro en la celda y se posiciono frente a él se miraron por unos instantes, ninguno desviaba la mirada. –El templo. ¿Dónde se encuentra Lydia? –lo dijo sin desviar la vista en Sorel.

 

Lydia se encontraba sorprendida tardo unos segundos en contestar –¿De qué templo hablas?

–Has tardo en responder, y el nerviosismo se nota en tus palabras –quito la mirada a Sorel para mirarla a ella –sabes perfectamente a que me refiero, por favor dímelo… evitemos más muertes.

–¿A quién mataste? –pregunto Sorel.

–A los Generales Hack y Dark, supe que querían traicionarme. Querían la Perla para desafiarme, es una lástima que mi hermana los haya interceptado.

–La Princesa Cinthia –respondió Lydia entusiasmada.

–Lydia. Solo dime donde está el templo, y todo acabara.

–Te lo dije una vez y te lo repetiré, por última vez nunca diría lo que se a un ser tan despreciable como tú.

–¡Qué pena! –empuño su espada, antes de desvainarla la mano de Sorel la detuvo y con la otra mano tenía una daga en su espalda y dijo.

–No te atrevas.

–Estas en forma Sorel, es bueno saberlo… tu escuadrón tiene ordenes ve al Norte. Ya sabes que hacer.

Sorel apretó la mandíbula –un día pagaras por esto –bajo su daga.

–Es bueno tener esperanzas, pero mientras yo exista desaparece fácilmente –se dio la vuelta y coloco su mano en el hombro –desaparece –dijo nuevamente y salió de la celda.

–Aggg… –se deshago dando un fuerte golpe en la pared, su cuerpo estaba agitado.

–Sorel –Lydia se acercó y lo abrazo –no pierdas la esperanza –le dijo suavemente.

–¿Cómo Lydia? ¿Cómo? Ese bastardo es tan poderoso que incluso los 18 reinos juntos sufrían grandes bajas para derrotarlo.

–Ella esta salvo, y mientras viva hay esperanza.

–No sé por qué te apegas tanto a la Princesa.

–Pronto lo sabrás –colocando sus manos en el rostro de Sorel lo beso.

Zen camino por el pasillo hasta llegar a la sala del trono al entrar se encontró en los tres Generales y el hombre de la máscara blanca.

–Majestad, acerca los Generales –hablo el General Shin.

–Sí, están muertos –reclino su mejilla izquierda en su mano hecho semi puño, los miro fijamente a cada uno de ellos –espero que ustedes, tampoco tomen el camino de ellos. El de traicionarme.

Los Generales colocaron sus manos en el pecho, haciendo reverencia dijeron juntos –Nuestra lealtad es con usted.

–¿Y tú Raiden? –pregunto al sujeto de la máscara.

–Le mostré mi lealtad, cuando vendí al grupo de rebeldes que lideraba.

–Cierto. Sin embargo, ay alguien que sigue causando problemas.

–Majestad le aseguro que el pronto estará combatiendo de nuestro lado. Deje que me encargue de ese asunto.

–Por tu bien espero que, no se haya unido a mi hermana menor. De lo contrario, tu trabajo será más difícil –apretón un poco la vista.

–Sucede algo majestad –hablo el General Ares.




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