El Reino De Los Cinco Elementos

CAPÍTULO 34

Los niños de volvieron a sus actividades Ren se apartó de los demás. La señora Eva se encontraba atendiendo a sus invitados llegada la noche todos estaban dentro de una sala alumbrada por el fuego de la chimenea y del candelabro suspendido en el techo.

–¿Hay que hacer algo, con aquel sujeto? –hablo Lina en tono serio.

–No creo que intente algo, contra este lugar. Su objetivo es Ren –hablo la señora Eva forma suave con la mirada sombría y un poco de temor en ella.

–¿Qué le preocupa señora? –intervino la Princesa mirándola fijamente por unos segundos –no creo que Ren, se preste para eso…

–Eso no me preocupa –la interrumpió –ese hombre se veía muy fuerte. Si Ren no toma la decisión que él quiere escuchar lo va a matar… eso no hay duda.

–No lo permitiremos –intervino May –cuando aparezca mañana hay que derrotarlo.

–No… –hablo John –no hay duda de su respuesta para mañana. Pero también estoy seguro que dirá. Que no nos interpongamos. De todos modos, debemos estar atentos a cualquier situación.

La oscura noche y la luz de la luna menguante caía sobre él, el resplandor del fuego contra su espalda y las pequeñas brazas crujiendo. Miraba atentamente la luna y las estrellas rodeándola, como si fueran personas siguiendo o protegiendo a su líder dándole luz en la inmensa oscuridad.

Recordó su pasado aquella noche, los gritos, el crujir de las espadas, las maldiciones dirigidas a él.

–Maldito…

–Traidor…

–Confiamos en ti… y tu…

–Ya no eres el hombre de quien me enamore, eres un demonio.

Todas esas frases, el último grito de su esposa para él todo aquello eran lazos innecesarios que debían ser cortados para obtener su verdadero propósito que era gobernar y no dirigir una verdad que sería olvidada, nadie la recordaría. La verdad nunca sobrevive en el mundo, tan solo las mentiras porque tienen el mayor impacto y es lo que la gente les encanta escuchar.

Desde el inicio la gente solo se interés por la mentira, en el cómo pueden usarla para su propio beneficio. Nadie conoce la verdad, ni les interesa en descubrirla por el simple temor de descubrir que todo en lo que creían era una simple ilusión, una ilusión que los satisfacía, pero ya no.

–Ren… quiero escuchar tu respuesta. La que quiero oír y te haré comprender que más sensato oprimir, es más sensato estar con los fuertes que con los débiles que solo esperan que los protejan.

El viento soplo y una estrella fugaz cruzo el firmamento el crujir de la leña se escuchó –¿Qué hacen aquí? –dijo sin voltearse.

–Su majestad el Príncipe nos envió a ayudarlo.

–No necesito su ayuda. Puedo hacerlo solo.

–El Príncipe Zen no tiene dudas con respecto en que, si su objetivo no dice la respuesta correcta, acabara con él. Nosotros solo estamos aquí para entretener, a sus compañeros.

El tipo se volteó a verlos eran cinco sujetos con el uniforme de la guardia real, la guardia del Príncipe que ya no disponía pues, no había necesidad. Aun así, estos siempre estaban vigilando a Zen para su cuidado.

–Creí que el Príncipe ya no disponía de ustedes.

–Sí, pero aun así nunca lo dejamos de proteger. Incluso durante el combate con su hermana la Princesa Cinthia.

–Bien, pero les diré que no intervengan en mis asuntos de mañana.

–Nuestro asunto es impedir que la Princesa o sus amigos interfieran, nada más.

Volteo a mirar el firmamento eh ignoro a sus nuevos subordinados.

La mañana llego la señora Eva dio órdenes especificas a los niños de quedarse dentro del refugio, mientras los otros estaban frente la mansión esperando la llegada de aquel hombre.

Cinco ataques elementales seguidos alejaron a todos de Ren dejándolo frente a frente con aquel hombre.

–No interfieran con ellos o vamos a actuar –hablo uno de los subordinados del hombre de la máscara.

–La guardia de Zen –hablo John –no creí que los enviaría.

–Solo cumplimos nuestras ordenes General, usted siempre dijo que el trabajo de un soldado es lo más importante. Por favor le pedimos que ni usted, ni nadie intervenga en esto.

–Las circunstancias lo dirán –dijo la Princesa –todo dependerá de lo que suceda a continuación.

Ren y el hombre de la máscara estaban frente a frente, ningún cedía ante la mirada del otro por el momento era una batalla de seguridad, con tan solo estar frente al otro.

–Ren. Espero escuchar la respuesta correcta.

–Mi respuesta fue dicha ayer –empuño su espada desvainándola –no me uniré a escorias como ustedes. Lobos de rayo –cinco lobos de rayo salieron a atacar al hombre de la máscara quien ni se inmuto en esquivarlos, los recibió directamente el polvo se dispersó a su alrededor.

–¡Que decepción! –movió la cabeza haciendo notar más sus palabras –en fin, terminemos esto –en pestañeo estaba junto a Ren con la espada desvainada –eres igual de estúpido –movió su mano atacando libremente sin piedad.




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