Después de unos momentos, recojo mi arma y ato una vez más la capa de invisibilidad a mi cintura. Veo los alrededores de la habitación, pero no encuentro nada qué pueda ayudarme a escapar. El lugar está vacío.
Justo cuando comienzo a desesperarme, él aparece.
—¡Je, je, je! Interesante, muy interesante. La mujer pelirroja logró derrotar a Anne, pero no sabe cómo salir de este lugar. En verdad es muy interesante. —Una voz macabra resuena de repente.
Pronto del piso emerge una extraña linterna vacía de un solo pie hecha completamente de acero oscuro.
—Tú me has hablado, ¿no es así? —Le pregunto al objeto, el cual me responde.
—Así es, chica pelirroja, he sido yo. —Después de decir esto, del fondo aparece un dragón «oriental» de ojos blancos, formado del mismo material que la linterna. Éste sube hasta la parte superior del faro, dando vueltas por el tubo. Se acomoda en la cima y rodea con su cuerpo la pieza. Al verle, me da la impresión que me emite una sonrisa—. Permíteme presentarme, mujer humana: soy Priitsu, el espíritu de la linterna sagrada —dice esas palabras con gran orgullo y hace una pequeña reverencia—. Has tenido un encuentro espectacular, pero me temo que no tienes las habilidades suficientes para salir de aquí —aclara aquel extraño dragón de acero.
—Supongo que puedes ayudarme, juzgando por la forma en la que llegaste. Aunque realmente quisiera hacerte muchas preguntas. No sabes el alivio que me da poder hablar con alguien —expreso a aquel dragón, pero este emite una pequeña risa burlona y me mira fijamente a los ojos, mientras entrecierra los suyos.
—No, no pienso responder ninguna de tus preguntas. Vine aquí porque el piromante azul se presentó y yo deseaba que depositara un poco de su fuego en mí. No obstante, se negó rotundamente. De hecho, estaba por irme, cuando tú llegaste y te enfrentaste a Anne —responde aquel ser, de una manera muy antipática—. Aun así, sí estoy aquí para ayudarte, mas obviamente pido algo a cambio, espero puedas entender —explica Priitsu fríamente.
Me desanima más que molestarme, pues deseaba conversar largo y tendido con este peculiar ser, sin embargo, aquel sólo tiene las intenciones de resolver sus caprichos.
—Muy bien. ¿Qué es lo que quieres? —Le digo a aquel dragón, quien sonríe más al oír mis palabras llenas de decepción.
—El piromante azul usó poderosa magia oscura que es capaz de teletransportarte a través de dimensiones y del espacio. Él abrió un portal justo en esta habitación para retirarse. Yo puedo hacer que ese portal se vuelva a abrir para ti.
—Bien. ¿Y qué es lo que necesitas de mí?
—¡Oh! Tienes mucha prisa, ¿no es así? Pues deseo una de tus llamas púrpura. Una que represente un buen recuerdo —me respondió el dragón entusiasmado. Es obvio, lo que busca es que lo encienda. Es una linterna.
—Mis recuerdos son muy valiosos. No sé si deba darte uno —le aclaro molesta, y él sonríe un poco y se mueve lentamente alrededor de la linterna de manera viperina.
—Vamos, no quiero algo muy complicado. Sólo me gustaría tener el recuerdo con Anne, en aquel balcón durante la alborada —dice Priitsu, mientras ríe un poco.
«Me sorprende que sepa sobre ello. Tal vez posee la habilidad de leer la mente».
—Lo siento, pero no puedo darte ese recuerdo, es muy preciado. Si puedo darte otro con gusto lo haré, pero no te entregaré algo que tenga que ver con Anne. No quiero olvidarla —respondo con gran seriedad. Entonces Priitsu carcajea y me ve a los ojos, alegre.
—Eres un piromante púrpura, la llama de la mente. Ésta puede ser manipulada de muchas formas muy interesantes, así como puede ser reproducida una y otra vez si posees gran inteligencia, sabiduría y una enorme aura —explica Priitsu, a la par que regresaba a la cima de la linterna—. Tú tienes todo lo necesario para crear una réplica perfecta de cualquier recuerdo que tengas. Sólo necesitas saber cómo hacerlo —quedo sorprendida, pues no tenía idea de aquello. Así que escucho con mucha atención lo que este ser tiene qué decirme.
—Por favor, explícame y con gusto te daré la réplica —aseguro a Priitsu muy seria.
Tras un pequeño intento lo consigo. La explicación fue sencilla, prácticamente me pidió imaginar que generaba la copia mientras sostenía la llama original, consiguiendo hacer lo impensable de inmediato y sin esfuerzo.
—¡Ja, ja, ja! ¡Eureka, eureka! Lo has logrado, mujer, has replicado el recuerdo con éxito.
—I-increíble, creo que jamás había hecho algo así —le confieso al dragón una vez que abro mis ojos y noto dos llamas idénticas. Ambas se mueven inclusivo a la par, como un reflejo.
—Bien, ahora mete esas llamas a tu mente y acércate a mi cuerpo, o sea, la lámpara. Tengo una parte en mi único pie que se divide en dos. Quiero que me sostengas de ahí con ambas manos y pienses en el recuerdo duplicado —explica el dragón emocionado. Yo sigo sus indicaciones sin respingar. La linterna se siente helada, y al tocarla cierro mis ojos para concentrarme, después percibo cómo una luz me toca el rostro. Al separar los parpados, la linterna ya no está vacía, dentro de ella se encuentra la llama púrpura que yo había creado —. ¡Bien hecho! Ya puedes soltarme. Ahora es mi turno.
Debajo de la linterna aparece una luz que se transforma en un símbolo que posee un hexagrama por en medio. Al hacer esto en la habitación se crea un extraño portal oscuro que jala viento hacia él.
—Si tomas ese portal te llevará a donde se encuentra el piromante azul —me aclara el dragón, mientras que el símbolo de luz debajo de él desaparece.
—Gracias, no sé qué hubiera hecho sin ti.
—¡Ja, ja, ja! No me agradezcas. Hicimos un trueque —las palabras de aquel dragón sonaron oscuras y frías, pero honestas.
—Aun así, gracias. Espero que no sea la única vez que nos veamos —le digo al ser y éste comienza a reírse a todo pulmón.
Editado: 03.07.2021