El Reino del Fuego

Decimocuarto Recuerdo: Los Iluminados

Por primera vez, el piromante azul encapuchado y yo estamos frente a frente.

Las llamas espirituales bailan a su alrededor. Me siento ahogada en su presencia crea en mí.

—El fuego es más hermoso cuando no se puede controlar. No necesitas tenerlo bajo tus necesidades, tienes que dejar que se expanda en tu interior y queme todo aquello que te lastima por dentro. Destruirá tus lazos y te volverá libre por siempre —recita el sujeto con una voz paciente y clara, misma que me llena de una increíble nostalgia.

Poco después y antes de poder decir o hacer algo, este hombre levanta su mano y me apunta con ella, mientras una pequeña luz empieza a revelar su rostro.

—¿Qué demo…? —No pude siquiera terminar mi pregunta, pues las llamas azules cercanas entran al volcán y provocan que éste estalle para bañarnos en magma. Utilizo mis poderes psíquicos para protegerme al crear un campo de fuerza, pero es demasiado el poder el que cae sobre mí. Al sentirme aplastada, una luz tornasol cálida me rodea.

Aquel resplandor es el superpoder que se me otorgó antes, aún un poco de éste sigue en mí. Me concentro y consigo salir del magma llenándome de la energía luminosa para navegar en los cielos.

Desde aquí veo cómo el coloso se encuentra en activa erupción y no encuentro un sitio en donde pueda tomar refugio. Desafortunadamente siento como mi luz se apaga lentamente, por ello me dirijo hacia una grieta luminosa que está cerca del suelo y consigo atravesarla. De inmediato aquella fuerza que se me fue prestada se desvaneció por completo, por lo que caigo en la tierra y ruedo sobre ella al arribar.

He llegado a un extraño pueblo con casas hechas de roca naranja, similar al material de aquella gran torre. Camino y me hallo a cinco criaturas que vuelan majestuosamente frente a mí. Cuando aquellos seres me ven, me doy cuenta que no son hostiles. Eso es porque el aparente líder me invita a acércame.

Éstos son seres curiosos: poseen un extraño antifaz sin tener rostro, pues están conformados mayormente por una luz que nace en donde estaría su pecho. Visten una especie de capa que cae a los costados, poseen cuatro brazos dorados muy delgados y con tres largos dedos, uno en sentido contrario; ellos vuelan gracias a enormes alas que aletean a una gran velocidad como las de un insecto, cuyo espectro es apenas visible por la luz que emanan.

La criatura que posee un antifaz más aparatoso reposa una mano en su «pecho» y se inclina ante mí, como si hiciera una reverencia o saludo. Luego emite muchos sonidos extraños, lo que me parece ser su idioma natal. Yo no entiendo siquiera un poco. Él ve mi cara de incomprensión e inmediatamente se agacha para poder estar a mi altura. Ahora me habla en mi idioma.

—Veo que no recuerdas nada, mujer. Ni siquiera distinguiste tu nombre. ¿Dónde has estado y qué te pasó? —Me habló el ser de luz con gran confianza, como si lo conociera, cosa que me deja perpleja.

—Lo siento… Desperté al pie de una enorme torre en el cielo, y no tengo recuerdos ni idea de qué me pasó. En ese momento sólo tenía mi espada y muchas ganas de descubrir todo acerca de mí y este mundo que no me es familiar. Me parece que usted me puede ayudar, ¿no es verdad? —Dije después de un largo suspiro. Entonces la criatura se coloca recta y se presenta.

—Esto es para tu nueva memoria: soy YHJ’LD, un miembro de la raza Fotízetai. Nosotros somos los habitantes primigenios de esta dimensión, gobernamos sobre cualquier otra criatura; nuestra inteligencia y conocimiento de este hábitat es superior al de cualquiera. También hemos visto toda la historia de nuestro hogar, al igual que la de otras dimensiones —dijo el líder de los Fotízetai con una profunda voz, llena de ecos. Luego los demás me hicieron el mismo saludo–. Sé que los eventos que han pasado últimamente han tenido que ver contigo. La erupción del monte Fawz no fue coincidencia. La profecía está cumpliéndose, mujer. Eso significa que no es propio de mí contarte qué es lo que olvidaste. Es tu destino dar pie a la búsqueda de las respuestas sobre tu pasado y descubrir quién eres. —Continua YHJ’LD emocionado, pero entonces lo interrumpí molesta.

—Muy bien… Encuentro alguien que me conoce y no me puede ayudar. ¡Qué fastidio! ¿Quién te contó sobre esa profecía? No me suena a que sea un aliado mío —reclamé sin pensarlo, ya que me parece que están jugando conmigo y con la vida de mis seres queridos. Entonces YHJ’LD me responde algo desilusionado y con orgullo.

—Una poderosa visionaria lo vio desde la cúspide de su santuario. Hace tiempo avisó sobre ti y de lo que te pasaría, sin embargo, nos hizo jurar que no nos entrometeríamos en tu camino, puesto podría cambiar el buen desenlace. —YHJ’LD es cuidadoso con sus palabras. Él parece querer ayudarme, pero tampoco quiere quedar mal con esa mentada pitonisa.

—Bueno, al menos puede hablarme de qué le pasó a la Tierra, YHJ’LD. Es necesario que sepa un poco más sobre este mundo. Por favor, si es tan amable —pedí con toda la paciencia que pude encontrar en mí. YHJ’LD rio levemente al escuchar mi plegaria y pronto responde.

—Cada uno de nosotros te proveeremos de información importante sobre el mundo que ahora desconoces, ya que han pasado muchas cosas mientras dormías. Está información te ayudará a cruzar hacia tu destino. —Cuando YHJ’LD termina de hablar me siento aliviada. Por un momento pensé que ni eso podría ofrecerme, que me dejaría en ceros una vez más alguien en vida.

—Gracias. Sé que me será de utilidad —entonces YHJ’LD me hizo el saludo anterior, para luego hablar.

—Estás en la dimensión de la luz, mejor conocida como «Lux mundi». Este lugar es paralelo al tuyo; el nombre de tu hogar es «Catonium», que significa: «mundo menor». Aquel se encuentra entre las diferentes dimensiones que existen y cada una de ellas maneja un papel importante para él, es decir: sin éstas, tu tierra no podría existir. Esta dimensión fue creada por el Gran Amo Pridhreghdi —explicó YHJ’LD con gran orgullo. Pronto otro fotízetai se acercó para hablarme.



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En el texto hay: fantasia, aventura, magia

Editado: 03.07.2021

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