El Reino del Fuego

Decimosexto Recuerdo: Hemofilia

La mansión es inmensa. Recorro un sin número de habitaciones y pasillos que parecen llevarme a ningún lugar, a la par que me concentro en no salir herida derrotando soldados en el camino.

Después de un tiempo llego a una puerta que posee un tallado barroco en la madera. Al atravesarla noto que la habitación está sin iluminación, hay una enorme ventana por donde se puede apreciar perfectamente la luna llena que posa en el cielo nocturno. Aquel satélite natural, de un instante a otro, se ha vuelto de un color rojo carmesí muy hermoso que brilla intensamente, el cual ilumina la habitación de este matiz.

Se aprecia un espectro luminoso de belleza pura proveniente de la luna roja, sin embargo, también despide un aire macabro y sombrío. El ambiente se torna pesado y da escalofríos.

«¿Qué significa esto?». Entonces recordé que, cuando el piromante disparó poderosas llamas azules hacia aquella mujer, justo en el momento que el chico se interpuso, pude notar que la luna se aprecia al fondo… Ésta era de color carmesí. «Es el mismo color que tenía la luna de ese recuerdo. ¿Quién será aquella mujer y ese muchacho?».

Me acerco a la siguiente puerta. Ésta se encuentra cerrada y puedo escuchar grandes estruendos del otro lado. Tal vez Viorica está combatiendo contra el piromante azul.

Intento tirar la puerta con todo mi poder, pero es imposible, pues magia muy poderosa la protege, por lo que busco otra forma de entrar y noto una fisura oscura hacia la cual brinco consiguiendo adentrarme en las tinieblas del Tenebrarum mundi.

La puerta en esta dimensión no existe, así que pude atravesar a la siguiente habitación sin problema hasta una pluma de luz. Dentro encuentro dos figuras luminosas posadas sobre una especie de enorme comedor. Una está tendida sobre la mesa, como si hubiera sido derrotada.

Aquellas siluetas brillantes son el piromante azul y Viorica. Ambos están en el Catonium y puedo vislumbrarlos incluso a través de las dimensiones, como lo hice antes con aquel sujeto de cabello verde. Desgraciadamente mi compañera es la que yace vencida. Ellos están conversando, mas solamente logro escuchar lo que mi enemigo dice.

—¡Ja, ja, ja! —Una horrida carcajada sale de la boca del encapuchado, mientras su cuerpo parece retorcerse de un nauseabundo placer en el momento—. De nuevo, buen intento, Viorica, pero no lo suficiente para acabar conmigo. Adiós, salúdame a tus compañeros…—La voz del piromante suena diferente, como la de un hombre loco, sin duda. Por fin ha mostrado su verdadero yo.

Después de esa burla éste lanza hacia Viorica una llamarada azul. Ésta alcanza a mi compañera, explota y manda a volar a la vampiresa hasta que cae en la mesa, sin vida. El piromante, al ver que ha ganado, absorbe el fuego azul que queda suspendido por encima del cuerpo de su victima y comienza a escapar.

Inmediatamente busco una forma de regresar al Catonium y encuentro una fisura justo por encima de la mesa, casi al ras del techo. Salto hacia el portal lo más rápido que puedo, pero cuando lo alcanzo y accedo a la escena, ya no hay nadie.

Caigo sobre la mesa y busco el cuerpo de mi amiga o al piromante; mas no los encontré, se han desvanecido. No obstante, noto que hay dos grandes cuadros colocados al lado del comedor. Estas son pinturas de dos personas: la mujer pelirroja y el chico peliverde de mis recuerdos.

«¿Acaso Viorica los conocía? ¿Cuál era su relación con ellos? ¿Tan importantes son para ella que merecen este reconocimiento?». Todas esas preguntas ya no pueden ser respondidas por ella.

Esta vez el piromante azul no dejó un clon detrás, significa que puedo seguirlo directamente. Cuando me encamino para salir de aquí, me da la impresión de que alguien me está atacando. Salto para esquivar y veo caer a mi costado una lanza hecha de sangre. Al tocar el suelo volteo solo para notar a Viorica parada detrás, sobre la mesa; más bien, a su clon de llamas azules.

Su forma de vestir es muy distinta a cómo recuerdo, pues ahora luce un enorme vestido de color rojo oscuro un tanto victoriano manchado de sangre por la parte de enfrente, desde su cuello hasta parte del estómago.

—¿Qué rayos? ¿En qué momento? —Pregunté a mi enemigo, sin embargo, ella me ignora y me lanza cientos de disparos hechos de sangre, los cuales destruyen todo a su paso.

Esquivo la agresión hasta que el clon crea dos alas de sangre y vuela por la habitación. Desde arriba me arroja tres extrañas hienas sanguíneas, las cuales se azotan frente a mí, para luego ponerse de pie en favor a atacarme. Fácilmente las derribo con mi espada y salto hacia el clon.

Cuando estoy a punto de dar mi primer golpe el enemigo crea una lanza de sangre y la arroja hacia mí. Pronto hice hacia atrás mi cuerpo para esquivar el ataque al dar una pirueta y sin tener más impuso para llegar al clon desciendo sobre el comedor en donde me esperan más hienas. Me deshago de dichas pestes evadiendo más balas de sangre que vienen desde el techo, para luego transformarme en zorro en favor de intentar salir ilesa, pero el ataque logra golpearme en una pierna.

Caigo al suelo lastimada en forma humana, y cuando miro hacia mi rival, ésta se encuentra preparando otra agresión. Esquivar ya no será tan sencillo y mi enemigo lo sabe.

Cuando aquella dispara uso la espada y mis poderes psíquicos para alejar estas balas tanto como puedo, luego me incorporo e intento llegar hasta Viorica, sin embargo, ella vuela hacia el otro lado de la habitación, pero más bajo qué antes. Una vez ahí la vampiresa crea dos lanzas que arroja contra mí. A duras penas las esquivo y me tiro al piso lastimando mi cuerpo. Aun así, me reincorporo y avanzo con todas mis fuerzas hacia ella. Salto y logro conectar un corte en el dorso del clon, desgraciadamente le hice poco daño.

—Veo que no serás un oponente fácil. Verás que, al poco tiempo, esta espada va a atravesarte —le dije a aquel imitador con la esperanza de que me respondiera, y para mi sorpresa, lo hizo.



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En el texto hay: fantasia, aventura, magia

Editado: 03.07.2021

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