Finalmente me adentro a la dichosa sala de los ancianos viendo en todos lados estandartes naranjas colgados en las paredes con un dibujo de dos esferas siendo atravesadas por una lanza. En medio del lugar encuentro a los ancianos, vestidos con chaquetas encapuchadas que les cubren el rostro. Quien parece ser el líder da un paso adelante y se descubre la cara. Se trata de un viejo de ojos cafés, pelo cano y tez clara arrugada, con algunas manchas de la edad en ella.
—Mujer, ¿a qué ha venido ante nosotros? Hemos presenciado su recorrido por la ciudad. Podemos ver en usted misericordia y gran sabiduría, algo que hace gran falta en la gente joven de Terra Nova; sin embargo, sé que usted sólo viene por información. Así que complázcanos con sus preguntas, será un honor responderlas —dice aquel hombre de manera amable y directa. Todos los demás ancianos están callados y me observan fijamente.
—Quiero saber sobre el piromante azul encapuchado. Él ha rondado por «Gaia II» —expreso al hacer signos de comillas con las manos al mencionar eso último—, cómo ustedes llaman a este mundo. También deseo que me hablen del incidente que pasó hace mil años: la leyenda de El reino del fuego. Donde se relata que se iluminó el cielo con un increíble poder que purificó el mundo del Infierno azul.
—Te contaremos primero sobre la leyenda —afirma el líder con sus ojos cerrados y una mueca algo chueca, después de consultarlo con los demás—. Como Kyle lo dijo, hace mil años el mundo se vio sumido por las llamas de color azul… —continuó hablando aquel anciano con su voz vieja y débil, pero sus palabras fueron fácilmente interpretadas como una fina tira de imágenes que me hizo ver con más claridad lo que pasó. La voz de aquel anciano cuenta:
«El fuego azul representa el espíritu: es helado como el hielo y tan poderoso como la misma marea y viento juntos. Aquellos que nacen con el don de controlar las llamas azules son tratados como demonios de por vida, gracias a la locura que adquieren al poseer dicha habilidad. A estas personas se les conoce como “piromantes azules”: seres de enorme poder capaces de acabar con todo lo que se les oponga. Antes, un humano nacía con esta maldición cada mil años, cosa que no ha vuelto a suceder por razones desconocidas desde el inicio de Gaia II.
Muchos hablan del beneficio que conlleva controlar el poder de las llamas azules; pero todos saben perfectamente que este mismo se vuelve en contra de su usuario, pues con el tiempo, al usar el fuego azul demasiado, pierdes el control de éste. Cada vez que un piromante azul es herido las llamas sagradas automáticamente cubrirán su cuerpo y espíritu regenerándolo una y otra vez hasta convertirlo en un demonio sin la posibilidad de morir. Un ser inmortal.
Desgraciadamente las llamas azules son incapaces de curar la mente. El dolor que los humanos sentimos y acumulamos con el paso del tiempo crece de manera imparable y crea un horrible abismo de locura y perdición que consumirá al piromante azul toda la eternidad.
Hace mil años atrás un piromante azul que sobrevivió al tercer juicio atacó al mundo sin motivo alguno, pues cómo ya lo sabrás, los humanos que controlan esta habilidad pierden un sentido de la empatía con el transcurso tiempo, al igual que su humanidad.
Los escolares de otras razas diferentes a la humana, que sabían sobre este ser, no fueron realmente sorprendidos por sus acciones, ellos esperaban algo así desde el momento que vieron al piromante por primera vez en el cielo, sabían que cometería un acto parecido.
En esos momentos, los fantasmas, los elfos, los magos, las brujas, los elementales y las bestias-gatos eran enemigos que buscaban tener el mayor espacio conquistado posible en Gaia II: el nombre que nuestro planeta adquirió después del tercer juicio.
Cuando el infierno azul apareció sobre una gran parte de nuestro mundo, se decidió hacer una alianza entre las razas antes mencionadas para derrotar a este hombre y extinguir el fuego azul que estaba destruyendo nuestro nuevo hogar. Por ello se hicieron a un lado todas las diferencias que los volvían enemigos y se formó una amistad que perduraría hasta ahora.
Los líderes de la nueva alianza pidieron ayuda a las demás especies de vida inteligente como son los demonios, cambia-formas, esfinges, minotauros, trasgos, troles y de más criaturas; pero ninguno respondió, pues tenían miedo al poder del fuego azul. Lo que no se esperaban fue que una raza a la que no llamaron ofrecería su ayuda: los humanos.
En ese entonces nuestra especie era totalmente despreciada por cada una de las demás, éramos los enemigos de todos y nos aborrecían de una manera indescriptible. Nosotros estábamos en una gran ruina y lentamente, con forme pasaban los años, era más grande la posibilidad de que nos extinguiéramos de una vez por todas; sin embargo, aún había esperanza entre nuestro pueblo, y aunque no tuviéramos ya líderes o jerarquías, existían grandes héroes que se levantaban entre la gente y respondían por la humanidad. Uno de ellos acudió ante el llamado de la alianza y fue rechazado de manera tajante por los líderes de las razas unidas, mas eso no hizo que él se rindiera.
Al quedar la alianza bien fundamentada aparecieron entre todos los grandes héroes de las diferentes razas: seis valientes guerreros que se ofrecieron para ir a luchar contra el humano maldito que estaba ocasionando este problema. Cada uno de estos fue identificado por su líder como el más fuerte y habilidoso de su pueblo.
Cuando los seis guerreros llegaron al corazón del Infierno azul, que ahora es lo que se le conoce como el bosque de las ánimas, se encontraron con el humano que había ofrecido su ayuda. Él, por su propia cuenta, fue a enfrentarse al ser encapuchado, aun sabiendo que no poseía la más mínima posibilidad de siquiera poder hacerle frente. Los guerreros, al escucharlo decir que iba a pelear contra aquel ser, lo vieron como su igual por su gran valentía y se colocaron a su lado.
Editado: 03.07.2021