El Reino entre las Estrellas

Capítulo 3: Sombras del Destino

El amanecer sobre Aeryon era sereno, pero la calma era solo superficial. Seren y Eidan caminaban por las calles reconstruidas, todavía entre los escombros de la batalla anterior, conscientes de que Lorian no había desaparecido, sino que se reorganizaba.

—Siento que algo se acerca —dijo Seren, su luz azul brillando suavemente mientras recorría cada sombra—. Algo… antiguo.

Eidan la observó, con la espada descansando a su lado, y sus dedos rozaron los de ella.
—Entonces debemos prepararnos —dijo—. Pero no solo con fuerza. Con estrategia y unión. Siempre juntos.

Seren asintió, inspirando profundamente.
—Sí. Lorian nos enseñó algo inesperado: que incluso la oscuridad más poderosa puede ser comprendida. Pero también que hay secretos que aún no hemos descubierto.

Mientras avanzaban, un murmullo llegó desde una de las torres más altas de la ciudad: un mensaje antiguo, escrito en runas que solo los guardianes podían leer. Seren se acercó, dejando que la luz de su corazón iluminara los símbolos.
—Estas runas… hablan de un poder más antiguo que Lorian —susurró—. Algo que puede cambiarlo todo.

Eidan frunció el ceño, acercándose a su lado.
—¿Qué tipo de poder? —preguntó, mientras sus dedos se entrelazaban más firmemente con los de ella.

—La profecía —dijo Seren—. Habla de la “Luz del Corazón Unido”. Que cuando dos almas se enlacen por confianza y amor, podrían enfrentarse incluso a las sombras más antiguas… pero también desatar un peligro que ni Lorian ni nosotros comprendemos del todo.

Eidan la miró, sintiendo cómo su vínculo con ella se fortalecía ante cada palabra.
—Entonces nosotros… somos esa luz. Y juntos podemos enfrentar cualquier sombra que se presente.

Seren asintió, sintiendo cómo su corazón latía con fuerza, reflejando no solo la magia que la rodeaba, sino también el amor profundo que la unía a Eidan.
—Siempre juntos —susurró, y él respondió con un beso suave en la frente, sellando su promesa.

En ese instante, un estremecimiento recorrió la ciudad. Las sombras de los seguidores de Lorian comenzaban a moverse de nuevo, pero algo era diferente: esta vez parecían obedecer a una fuerza más antigua, más poderosa.

—No solo Lorian —murmuró Seren—. Hay algo más detrás de esto. Algo que ha esperado pacientemente mientras nosotros luchábamos…

Eidan apretó su mano, sintiendo que su vínculo con ella sería la clave para enfrentar lo que venía.
—Entonces descubriremos lo que es juntos —dijo—. Siempre juntos.

Las torres de Aeryon reflejaban la luz azul de Seren, iluminando cada calle y cada rincón, como si la ciudad misma reconociera la fuerza de su unión.
Y mientras los primeros seguidores avanzaban, ambos comprendieron que esta batalla sería diferente: no solo por la oscuridad que enfrentaban, sino por el destino que se desplegaba ante ellos.

La aventura apenas comenzaba, y las sombras del pasado se mezclaban con la promesa de un futuro que solo ellos podían enfrentar unidos.
Seren y Eidan entendieron que, mientras su vínculo permaneciera intacto, ninguna fuerza, por antigua o poderosa que fuera, podría destruirlos.

La ciudad de Aeryon se preparaba para lo que venía. Las calles que antes habían sido destruidas comenzaban a reconstruirse, pero la tensión en el aire era palpable. Seren y Eidan recorrían los alrededores, atentos a cualquier movimiento extraño, conscientes de que Lorian no estaba solo y que algo más poderoso se acercaba.

—Siento algo… diferente —dijo Seren, su luz azul vibrando con intensidad mientras recorría las sombras cercanas—. Esto no son solo sus seguidores. Hay… otra presencia.

Eidan la observó, acercándose a su lado, sus dedos entrelazados con los de ella.
—Entonces debemos estar preparados —dijo—. No solo con magia o espada, sino con nuestro vínculo. Siempre juntos.

Seren asintió, tomando un profundo respiro y dejando que la luz que emanaba de su corazón se expandiera, creando un halo protector alrededor de ellos.
—Si esta es la prueba que la profecía mencionaba… debemos afrontarla sin miedo.

De repente, un rugido profundo sacudió la ciudad. De las ruinas emergió una criatura de sombras antiguas, con ojos que brillaban como carbones encendidos y garras que podían rasgar la piedra. No era un seguidor común; su presencia irradiaba un poder ancestral que parecía absorber la luz a su alrededor.

—Eidan… —jadeó Seren—. Esto… esto es diferente.

—No importa qué tan grande o terrible sea —respondió él, ajustando su espada—. Lo enfrentaremos juntos. Siempre juntos.

El primer ataque de la criatura vino como un torbellino de sombras, y Seren levantó sus manos, proyectando un muro de luz estelar que protegió a ambos mientras Eidan cargaba hacia el enemigo, su espada brillando con cada movimiento.
—¡Ahora! —gritó Seren, lanzando un haz de luz azul que golpeó directamente al monstruo.

La criatura retrocedió, sorprendida por la fuerza combinada de Seren y Eidan. Sus movimientos eran sincronizados, casi como si pudieran anticipar los pensamientos del otro. Cada golpe, cada bloqueo, cada destello de luz estaba imbuido no solo de magia, sino del poder de su vínculo.

—Eidan… gracias por estar a mi lado —susurró Seren, su respiración agitada mientras bloqueaba otra embestida—. Sin ti, esto sería imposible.

—Nunca te dejaré sola —respondió él, tomando su mano y mirándola con intensidad—. No importa lo que venga, enfrentaremos todo juntos.

La criatura rugió de nuevo, atacando con ferocidad renovada, pero Seren y Eidan lograron mantenerla a raya gracias a su coordinación perfecta. Cada destello de luz y cada movimiento de espada parecía fundirse en uno solo, una danza que reflejaba no solo habilidad sino confianza absoluta y amor profundo.

La primera prueba había comenzado, y mientras la criatura de sombras avanzaba, Seren y Eidan comprendieron que su verdadera fuerza no estaba solo en la magia o la espada, sino en la unión de sus corazones frente a la oscuridad más antigua.
Y mientras permanecieran juntos, ninguna sombra, por poderosa que fuera, podría derrotarlos.




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