El Reino entre las Estrellas

Capítulo 4: El Despertar de la Oscuridad

La ciudad de Aeryon parecía tranquila bajo la luz de la luna, pero Seren y Eidan sentían una tensión que no podían ignorar. Las cicatrices de las batallas anteriores eran visibles, pero lo que se avecinaba era invisible, más sigiloso y más peligroso.

—Siento que algo se aproxima —dijo Seren, mientras su luz azul iluminaba la plaza—. No son solo seguidores de Lorian. Es algo… más antiguo.

Eidan la observó, ajustando su espada y entrelazando sus dedos con los de ella.
—Entonces enfrentaremos esto juntos —dijo—. Siempre juntos.

Kael los había convocado al Salón de los Guardianes, donde antiguos pergaminos hablaban de un poder olvidado que podía despertar con la llegada de la “Luz del Corazón Unido”. Según la profecía, un guardián de sombras, incluso más antiguo que Lorian, se levantaría para probar la verdadera fuerza de su vínculo.

—Esto no es solo una batalla física —dijo Kael—. Es un desafío del corazón y del espíritu. Deben comprender que su amor será tanto su mayor arma como su mayor vulnerabilidad.

Seren apretó la mano de Eidan, sintiendo la mezcla de miedo y determinación.
—Siempre juntos —susurró, dejando que la luz de su corazón brillara más intensamente—. Incluso frente a lo desconocido.

Eidan la miró con ternura, apoyando suavemente su frente contra la de ella.
—Siempre contigo. Nuestro vínculo nos protegerá, y nos dará la fuerza para enfrentar cualquier sombra.

De repente, un estremecimiento recorrió la ciudad, y un resplandor oscuro emergió en las afueras. Los cielos se tiñeron de un violeta profundo mientras sombras antiguas comenzaban a tomar forma, revelando que la amenaza no solo estaba cerca, sino que era mucho más poderosa de lo que habían imaginado.

—Esto… —jadeó Seren—. Esto es lo que la profecía advertía.

Eidan sostuvo su mano con fuerza, sintiendo que cada latido reforzaba su vínculo.
—Entonces avanzaremos juntos, como siempre. Siempre juntos.

El despertar de la oscuridad había comenzado.
Seren y Eidan comprendieron que su unión no solo definiría su destino, sino también el de Aeryon y de todo el mundo que dependía de la Luz del Corazón Unido.

La ciudad estaba envuelta en un silencio inquietante, roto solo por el sonido lejano de las sombras moviéndose sobre los tejados. Seren y Eidan avanzaban juntos, sus manos entrelazadas y la luz azul de Seren iluminando cada rincón.

—Siento que lo que enfrentamos ahora… no es solo un enemigo —susurró Seren, frunciendo el ceño—. Es algo que ha esperado siglos.

Eidan ajustó su espada y la sostuvo firme frente a ellos.
—Entonces no estamos solos. Tenemos nuestra luz y nuestro vínculo. Siempre juntos.

Desde la niebla surgieron figuras envueltas en oscuridad, pero distintas a cualquier cosa que hubieran visto antes. Sus formas cambiaban constantemente, y cada vez que parecía que habían derrotado a una, otra surgía más fuerte y más veloz.

—¡Seren, cuidado! —gritó Eidan, bloqueando un ataque que surgió de la nada.

Seren reaccionó rápidamente, lanzando un haz de luz azul que desintegró parcialmente a la criatura, pero notó algo extraño: las sombras parecían alimentarse de su miedo y dudas, creciendo más fuertes cuanto más lo sentían.

—Eidan… esto… —jadeó Seren—. Esto se alimenta de nuestros miedos.

—Entonces no debemos temer —dijo Eidan, sosteniéndola firme—. Debemos confiar. Confiar en nosotros, en nuestra unión. Siempre juntos.

Sus manos se entrelazaron con fuerza, y la luz de Seren se fusionó con la espada de Eidan, creando un escudo de energía azul que disipó parcialmente las sombras. La primera manifestación de la amenaza mostró que esta nueva oscuridad no buscaba destruirlos físicamente, sino quebrar su confianza y su vínculo.

En medio del combate, una voz resonó entre las sombras, profunda y antigua:
—Así que ustedes son los portadores de la Luz del Corazón Unido…
—Nosotros —dijo Seren, su voz firme—. Siempre juntos.

Eidan asintió, y ambos avanzaron, combinando cada movimiento de espada con destellos de luz que desintegraban la oscuridad, mientras su vínculo crecía con cada acción sincronizada. Cada vez que una sombra intentaba separarlos, su amor y confianza se interponían, demostrando que la verdadera fuerza no residía en la magia o la espada, sino en la unión de sus corazones.

La primera confrontación con la nueva amenaza mostró que el verdadero enemigo no era solo físico, sino también emocional.
Seren y Eidan comprendieron que su vínculo, su amor y su confianza serían la clave para enfrentar la oscuridad que había despertado, y que cada desafío los uniría más que cualquier ataque enemigo.

Las sombras avanzaban con rapidez, moviéndose como un río oscuro que parecía querer engullir toda Aeryon. Seren y Eidan permanecían uno junto al otro, su luz y su espada sincronizadas en cada movimiento, pero la intensidad del enemigo los obligaba a adaptarse constantemente.

—Eidan… —jadeó Seren, bloqueando un ataque que surgió de la oscuridad más densa—. Estas criaturas… no son simples sombras. Son fragmentos de antiguos guardianes corrompidos, ligados a la misma profecía que nos guía.

Eidan sostuvo su mano con fuerza, mientras su espada creaba destellos de luz que cortaban las sombras.
—Entonces debemos enfrentarlas como lo que somos —dijo—. Siempre juntos.

Un rugido estremeció el cielo, y la figura central de la nueva amenaza emergió de la oscuridad: un guardián ancestral, más antiguo que Lorian, con ojos que brillaban como estrellas apagadas y un aura que absorbía la luz a su alrededor.

—Ustedes… portadores de la Luz del Corazón Unido —resonó su voz—. Creen que su vínculo puede resistir lo que viene. Pero incluso el amor tiene límites.

Seren dio un paso adelante, su luz azul envolviendo a ambos.
—Nuestro límite no lo define el miedo ni la oscuridad —dijo—. Lo define nuestra confianza y nuestro amor. Siempre juntos.




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