El Reino entre las Estrellas

Capítulo 7: El Eco de la Profecía

El amanecer no era igual que antes. Una bruma plateada cubría Aeryon, difuminando los contornos de la ciudad y creando un ambiente inquietante. Seren y Eidan se encontraban en la Torre del Guardián, donde Kael les mostraba un nuevo pergamino, antiguo y lleno de símbolos que brillaban con una luz cambiante.

—Este pergamino contiene la siguiente parte de la profecía —explicó Kael con gravedad—. Habla de un desafío que pondrá a prueba no solo su fuerza y su vínculo, sino también su capacidad para enfrentarse a la verdad de sus propios corazones.

—¿La verdad de nuestros corazones? —preguntó Seren, frunciendo el ceño—. ¿Qué significa eso?

—Significa que esta prueba será diferente a todas las anteriores —dijo Kael—. No se trata solo de derrotar enemigos o superar ilusiones. Esta vez, la profecía exigirá que comprendan y acepten su destino juntos, mientras enfrentan decisiones que podrían cambiar Aeryon para siempre.

Eidan sostuvo la mano de Seren, acercándola a sí.
—Entonces lo enfrentaremos juntos —dijo con determinación—. Siempre juntos.

Seren asintió, dejando que su luz azul se fusionara con la energía de Eidan. La conexión entre ellos era más fuerte que nunca, un faro de esperanza y amor que los preparaba para la aventura que estaba por comenzar.

Kael continuó:
—Los indicios de la profecía señalan lugares olvidados y secretos ancestrales. Allí encontrarán respuestas, pero también peligros que requerirán no solo coraje, sino comprensión y unidad.

—Siempre juntos —susurró Seren, apoyando su frente contra la de Eidan—. Y mientras lo mantengamos, nada podrá separarnos.

La nueva profecía traía consigo un desafío más profundo y complejo que cualquiera anterior.
Seren y Eidan comprendieron que su amor y confianza serían la clave para enfrentar la oscuridad y los secretos que estaban a punto de descubrir.

El camino hacia los antiguos templos de Aeryon estaba envuelto en una bruma plateada que parecía susurrar nombres olvidados y secretos enterrados hace siglos. Seren y Eidan avanzaban con cautela, cada paso resonando en la quietud del bosque ancestral.

—Siento que estos lugares… nos observan —susurró Seren, apretando la mano de Eidan—. No es como antes; hay algo antiguo y profundo aquí.

—Entonces avancemos juntos —respondió Eidan, estrechando su mano—. Siempre juntos.

El primer templo que encontraron estaba cubierto de enredaderas y runas que brillaban con un resplandor dorado. Las paredes parecían moverse ligeramente, como si reaccionaran a sus emociones y pensamientos. Al ingresar, fueron recibidos por un eco que no solo resonaba en el espacio, sino también en sus corazones:

—Solo quienes comprendan la verdad de sus corazones podrán continuar —susurró la voz ancestral, envolviendo la cámara—.

—¿La verdad de nuestros corazones? —preguntó Seren, mirando a Eidan con inquietud—. ¿Qué significa exactamente?

—Debemos confiar en nosotros y en nuestro amor —dijo Eidan, tomando su rostro entre sus manos y mirándola profundamente—. Siempre juntos.

La primera prueba del templo no era física, sino emocional. Cada uno fue confrontado con visiones de sus deseos más profundos y sus miedos más oscuros. Seren vio escenarios donde Eidan se alejaba, y Eidan vio versiones de Seren dudando de su amor y su propósito.

—No puedo… perderte —jadeó Seren, sintiendo que la ilusión intentaba quebrar su confianza—.

—Nunca te perderé —respondió Eidan, fusionando su luz con la suya—. Siempre juntos.

Al entrelazar sus manos y sincronizar sus corazones, la luz azul que emanaba de ellos disipó las ilusiones, revelando un pasadizo oculto dentro del templo. La prueba les enseñó que su amor no solo era un refugio, sino también una fuerza capaz de superar cualquier engaño o manipulación.

—Cada prueba nos hace más fuertes —dijo Seren mientras avanzaban por el pasadizo—. Nuestro vínculo es nuestra luz.

—Siempre juntos —repitió Eidan, besándola suavemente y reafirmando su promesa—. Y mientras lo mantengamos, nada podrá separarnos.

Los secretos del pasado comenzaron a revelarse: los templos antiguos no solo guardaban conocimientos y magia, sino también pruebas diseñadas para fortalecer el corazón y la unión de aquellos destinados a proteger Aeryon.
Seren y Eidan comprendieron que su amor y confianza serían la clave para desentrañar los misterios de la profecía y enfrentar los desafíos que aún estaban por venir.

El interior del templo estaba cubierto de sombras que se movían como si tuvieran voluntad propia. Cada paso de Seren y Eidan hacía que los símbolos antiguos brillaran con una luz tenue, guiándolos hacia el corazón del misterio. Sin embargo, la calma era engañosa.

—Siento… que algo nos está siguiendo —susurró Seren, con la luz azul de su corazón titilando levemente—. No es solo una ilusión; hay presencia real aquí.

—Entonces enfrentémoslo juntos —dijo Eidan, entrelazando sus dedos con los de ella y fusionando su energía con la suya—. Siempre juntos.

De repente, del suelo emergieron criaturas hechas de sombras sólidas, cuyos ojos brillaban con un resplandor rojizo. Se movían con rapidez y astucia, intentando rodearlos y separarlos. Cada criatura parecía alimentarse de dudas y miedos, tratando de debilitar su vínculo.

—Debemos mantenernos juntos —dijo Seren, esquivando un ataque y colocando su luz azul frente a Eidan—. No solo es fuerza física; nuestra unión es nuestra verdadera defensa.

—Siempre juntos —repitió Eidan, combinando su espada con la luz de Seren en un ataque que desintegró a una de las criaturas—. Y mientras lo mantengamos, nada podrá separarnos.

Mientras avanzaban, la sombra central del templo comenzó a manipular el entorno: pasillos que se alargaban, trampas que cambiaban de lugar y visiones de sus peores miedos intentando confundirlos. Seren sintió la ilusión de un futuro donde Eidan desaparecía y su amor no bastaba para salvarlo.




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