El Reino entre las Estrellas

Capítulo 8: La Revelación de la Profecía

El aire de Aeryon estaba cargado de magia antigua y de presagios. Seren y Eidan regresaban de los templos con nuevos conocimientos, pero también con la sensación de que la profecía aún tenía secretos por revelar. Kael los esperaba en la Torre del Guardián, sosteniendo un pergamino que brillaba con una luz plateada.

—La profecía no termina aquí —dijo Kael con gravedad—. Los templos han mostrado pistas, pero el verdadero desenlace requiere que ustedes comprendan la totalidad del vínculo que los une y enfrenten la sombra final que amenaza Aeryon.

—Siempre juntos —susurró Eidan, tomando la mano de Seren—. Y mientras lo mantengamos, ninguna oscuridad podrá vencernos.

Seren asintió, sintiendo cómo la luz azul de su corazón se intensificaba al fusionarse con la energía de Eidan. Su vínculo se había fortalecido a través de cada batalla, prueba y desafío emocional; ahora era más fuerte que cualquier magia antigua que pudieran encontrar.

Kael continuó:
—Los lugares que aún no han explorado contienen los secretos finales de los Guardianes. Allí descubrirán cómo su amor puede alterar el destino de Aeryon y sellar la paz o, si fallan, abrir el camino a la destrucción.

Mientras se preparaban para la siguiente etapa, un estremecimiento recorrió la ciudad. Sombras leves comenzaron a aparecer alrededor de los límites de Aeryon, como si presagiaran la llegada del último desafío. Seren y Eidan comprendieron que el tiempo para la contemplación había terminado: la batalla definitiva estaba por comenzar.

La revelación de la profecía mostró que la historia de Aeryon no solo dependía de la fuerza y la magia, sino del amor, la confianza y la sincronización perfecta entre Seren y Eidan.
Cada paso hacia los secretos finales pondría a prueba no solo sus habilidades, sino también la profundidad de su vínculo y su capacidad para enfrentar la verdad de sus corazones.

El viaje hacia los lugares secretos de Aeryon los llevó a cavernas antiguas, ocultas bajo montañas y ríos cristalinos. Cada entrada estaba protegida por runas que reaccionaban únicamente al vínculo verdadero de Seren y Eidan, y cada paso los acercaba a la verdad de la profecía.

—Eidan… esto se siente… como si el propio destino nos estuviera observando —susurró Seren, entrelazando sus dedos con los de él mientras la luz azul de sus corazones se intensificaba—.

—Entonces avancemos juntos —dijo Eidan, tomando su rostro entre sus manos y mirándola profundamente—. Siempre juntos.

Al ingresar a la primera cámara secreta, fueron recibidos por ilusiones que mostraban escenarios de futuros posibles: Aeryon destruida, separaciones, traiciones y la sombra final emergiendo de la oscuridad. Cada visión estaba diseñada para sembrar miedo y duda en sus corazones, pero cada vez que se tocaban, sus corazones latían al unísono, disipando las ilusiones y revelando el camino correcto.

—Nuestro amor… es nuestra fuerza —susurró Seren, apoyando su frente contra la de Eidan mientras sus manos se entrelazaban—. Nada puede vencernos mientras estemos juntos.

—Siempre juntos —respondió Eidan, besándola con ternura mientras la luz azul los envolvía—. Y mientras lo mantengamos, el destino de Aeryon estará a salvo.

Las pruebas se intensificaban a medida que avanzaban: pasadizos que cambiaban de forma, trampas mágicas que exigían coordinación perfecta y criaturas guardianas de sombras que intentaban probar no solo su fuerza física, sino también la profundidad de su vínculo. Cada desafío obligaba a Seren y Eidan a confiar plenamente, a sincronizar sus movimientos y a comunicarse con solo una mirada o un roce de las manos.

—Cada prueba nos hace más fuertes —dijo Seren, mientras esquivaban un ataque que parecía leer sus pensamientos—. No es solo magia; es nuestro amor lo que nos protege.

—Siempre juntos —respondió Eidan, fusionando su espada con la luz azul de Seren para derrotar a la criatura—. Y mientras lo mantengamos, nada podrá separarnos.

Finalmente, llegaron a un salón donde el aire parecía vibrar con energía ancestral. En el centro, un cristal gigantesco contenía la esencia de la profecía: la culminación de todas las pruebas y desafíos que habían enfrentado. Su luz reflejaba cada triunfo, cada temor superado y cada momento de amor compartido.

—Eidan… este es el momento —susurró Seren, apoyando su frente en la de él—. Todo depende de nosotros.

—Siempre juntos —dijo Eidan, abrazándola y sellando su promesa con un beso lleno de pasión y determinación—. Y mientras estemos unidos, nada podrá separarnos.

Los secretos finales del templo revelaron que el verdadero poder de la profecía residía en el amor y la confianza entre Seren y Eidan.
Cada prueba superada consolidaba su vínculo, demostrando que su unión sería la clave para enfrentar la sombra final y garantizar la paz definitiva en Aeryon.

El salón donde se encontraba el cristal estaba cubierto por una neblina oscura que parecía absorber toda luz a su alrededor. Del corazón del cristal emergió la sombra final: una entidad gigantesca y cambiante, que parecía reflejar cada miedo, cada duda y cada fracaso imaginable. Sus ojos brillaban con un rojo profundo, y su voz resonó en el aire como un eco destinado a quebrar corazones.

—Creen que su vínculo puede protegerlos… pero todo amor puede romperse, todo corazón puede ser corrompido —susurró la sombra, rodeando a Seren y Eidan con tentáculos de oscuridad que parecían palpitar con maldad.

—¡Nunca nos separará! —gritó Seren, mientras su luz azul comenzaba a expandirse y fusionarse con la espada de Eidan—. Siempre juntos.

—Siempre juntos —respondió Eidan, tomando sus manos y mirándola profundamente—. Nuestro amor es más fuerte que cualquier oscuridad.




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