El Reino Kimin: La Odisea de Lomin

C A P I T U L O 5: INFRAMUNDO

Lomin avanzó a través de las dos gigantes puertas de bronce y al cruzar, un mundo totalmente opuesto al que conocía le dio la bienvenida.

En el lugar había grandes murales puntiagudos por el que se deslizaba un rojizo líquido y la ligera niebla cubría todo el lugar. Algo en particular llamó su atención y eso era que el inframundo tenía su propio cielo, en un oscuro grisáceo y con relámpagos resonando suavemente, pensó que era lo más parecido al tercer mundo del que tanto solían hablar. A la distancia observó una gran compuerta, por lo que supuso que donde se encontraba ahora mismo, solo era una pequeña parte del inframundo y que el acudir a esa compuerta no sería nada fácil.

Aun así, Lomin avanzó con lentitud mientras observaba su alrededor.

Toma como medida de precaución el puñal que le habían otorgado las ninfas.

No pasa mucho tiempo hasta que comienza a oír el sonido de unas cadenas y aún se encontraba a mitad de camino.

Lomin busca el origen del sonido, pero entre tanta oscuridad no podía ser capaz de hallar su procedencia.

Unos gruñidos comienzan a resonar por todo el sitio y es allí cuando se alerta.

Pesados pasos comenzaron a resonar cada vez más cerca de Lomin y esta opta por esconderse detrás de las murallas que largaban aquel líquido rojizo. Se asoma desde un lado para observar que podría tratarse y segundos después aparece frente a ella una imponente criatura de tres cabezas similares a un lobezno con un rostro endemoniado, seis patas, voz de bronce, cola de dragón, el lomo erizado de serpientes y sus fauces (dientes y lengua) destilaba veneno con un pelaje en color negro, para que destaquen más los ojos de color sangre iluminados por una luz sobrenatural.

Lomin siente temor por unos momentos, aquella inmensa criatura no se comparaba con lo que se ha enfrentado con anterioridad, sin embargo, observa algo que le sería de ayuda, la criatura arrastraba consigo una gran cadena que estaba sujeta a unos collares que rodeaban su cuello.

Aquel gigante mamífero olfateaba su alrededor como si pudiera sentir la presencia de un intruso mientras sus fosas nasales largaban una gran humareda blanca.

Lomin caminó lentamente hacia atrás detrás de las paredes y rodeó el lugar hasta llegar a la parte trasera de la criatura. Tomó la cuchilla que le habían obsequiado las ninfas y cuando se encontró lo suficientemente cerca de sus patas traseras con cautela realizó un limpio corte en una de ellas.

La criatura se giró con rapidez y las tres cabezas quedaron a centímetros del rostro de Lomin para posteriormente largar un gran gruñido, había logrado enfurecerla y debía correr.

El gigante levantó la mirada para acomodarse para atacar, pero en cuánto lo hizo, Lomin corrió por debajo de la criatura para posteriormente refugiarse nuevamente detrás de los muros, pero esta vez no iba a pasar desapercibido, por lo que la criatura se apresuró a embestir el muro a lo que Lomin se arrojó hacia un lado para levantarse con rapidez y tomar la punta de la cadena que arrastraba la criatura.

La fuerza de la bestia era el quíntuple de lo que Lomin podía soportar, sin embargo, disponía del doble de destreza, por lo que cuando la criatura la atrajo con vigor hacia ella, quedando en el lomo de la misma, Lomin con la cadena en mano se deslizó por su dorso hasta llegar hasta las patas traseras.

Con el sobrante de la cadena, envolvió las patas trasera de la criatura y en consecuencia, esta cayó fuertemente hacia la acera mientras esbozaba un alarido de furia y otro problema se avecinaba hacia Lomin.

De la boca de la criatura comenzaron a surgir unas llamaradas de fuego y aun con sus patas traseras atadas entre la cadena, logró girarse hacia Lomin quien inmediatamente tomó la gran espada forjada por su madre para refugiarse de la gran llamarada que el gigante desataría hacia ella. Acomodó la espalda frente a su rostro y como lo había deducido, la llamarada se avecinaba hacia ella, pero no iba a quedarse allí para enfrentarla, por lo que se lanzó a un lado en cuanto la llamada estaba a punto de alcanzarla.

Se apresuró a levantarse de la acera antes de que otra llamarada lograra alcanzarla y corrió hacia la puerta, si no podía derrotarla al menos iba a intentar evitarla.

Unos centímetros separaban a Lomin de la entrada al inframundo, pero la criatura era más veloz y fuerte, había logrado romper la cadena de entre sus patas traseras, por lo que antes de que lograra llegar a la entrada, la criatura había llegado antes.

La bestia se posicionó en una postura de ataque, pero nuevamente se preparó para largar una llamarada de fuego y en cuanto la llama salió de su hocico, Lomin se lanzó hacia un lado y corrió hacia la criatura para lograr alcanzar nuevamente la cadena, la cual tomo para posteriormente volver a ser arrastrada por todo el lugar.

Lomin tomó la cadena con fuerza y ejerciendo toda la resistencia que podía, comenzó a escalar por ella lentamente y cuando estaba a punto de llegar al lomo de la criatura, esta realizo un brusco movimiento que provoco que una de sus manos se soltaran, imponiendo todo el peso de su cuerpo sobre la mano restante. Comenzaba a perder energía, pero una voz oyó merodeando por su mente, una voz que creía haber olvidado.

"No te rindas ahora Lomin, llegaste hasta aquí y aún te falta un largo camino. Creo en ti, todos en la aldea creen en ti, por eso no debes rendirte"

La respiración de Lomin se entrecortó, la voz era la de su madre. Sus ojos se cristalizaron e intento controlar su respiración y una vez que se normalizó, tomo una gran bocanada de aire y nuevamente tomo la cadena con la mano restante.

Cuando logró llegar una vez más hacia el lomo, atrajo hacia ella el exceso de cadena que arrastraba el gigante. Giro la cadena por encima de ella para posteriormente envolver el cuello de la cabeza del medio de la criatura, lo que le brindaba mayor control.




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