El Reino Kimin: La Odisea de Lomin

C A P I T U L O 8: PLAGA

Lomin recorrió el largo camino de regreso y a medida que comenzaba a visualizar la Aldea, una sensación de temor invadió su cuerpo.

Apresuró sus pasos y un escalofrío recorrió su cuerpo.

—¿Qué está ocurriendo? — interrogó en voz alta.

Los residentes la Aldea se encontraban tendidos en el suelo rodeados por un gran charco de sangre a su alrededor.

Lomin se arrodilló ante uno de ellos con la aflicción en su mirada.

—¿Señor Kayros? — llamó para seguidamente verificar el cuerpo frente a ella.

Lomin movió el cuerpo a un lado y con dos de sus dedos comprobó su pulso, pero había llegado tarde, no había señales de vida.

Recorrió la Aldea en búsqueda de alguien con vida, pero fue inútil, toda la Aldea se encontraba en completo silencio, mientras que los cuerpos sin vida de los residentes se encontraban esparcidos en las calles.

—¡Papá! — pronunció con temor y su corazón comenzó a acelerarse.

Lomin corrió con desesperación hacia su morada en busca de Adio, sin embargo, el lugar se encontró completamente vacío.

Recorrió cada parte de la morada y al no hallarlo, corrió hacia el taller de forjado, pero al igual que en su morada, no había rastros de su padre.

Sus ojos se cristalizaron al no hallarlo y en lamento hacia los residentes de la Aldea.

—Prometimos darle una mejor vida — se lamentó mientras una lágrima se deslizaba por su mejilla.

Y cayó de rodillas hacia el suelo.

—¡Lomin! — oyó una voz familiar a sus espaldas.

Rápidamente, se giró hacia la voz y observó a Mazin de pie frente a ella.

—Maestro, ¿qué está sucediendo? — su voz se quebrajó— ¿Dónde está mi padre?

—¿Dónde has estado estos últimos cinco días?, tu padre estaba realmente preocupado.

—¿Dónde está mi padre, maestro?, por favor, necesito saberlo.

Mazin lucia devastado.

—Los soldados del Rey Lutus se lo han llevado.

Lomin retomó su postura y secó sus lágrimas.

—¿Los soldados del Rey Lutus? — repitió.

Y Mazin asintió en respuesta.

—¡¿Por qué?!, ¡¿con qué derecho?!

Mazin caminó hacia la entrada del taller y se aseguró de que nadie estuviera alrededor para seguidamente regresar con Lomin.

—La enfermedad que contrajo tu padre fue la que causó la matanza en la Aldea.

Lomin lo observó con desentendimiento.

—¿De qué habla?

—Voy a explicarte todo, pero debes prometer que no cometerás ninguna locura— pidió Mazin.

—¿Cómo puede pedirme eso cuando se han llevado a mi padre?

—Entonces no puedes saber lo que está ocurriendo.

Y con todas las armas con las que había luchado últimamente, caminó en dirección a la salida.

—Lo averiguaré por cuenta propia.

Lomin salió del taller dispuesta a emprender viaje hacia el palacio del Rey Lutus en búsqueda de respuestas, mientras Mazin intentaba detenerla.

—¡No puedes enfrentarte a ellos tú sola! — gritó Mazin mientras iba tras sus pasos.

—Tuve el mejor maestro y me he enfrentado a cosas peores.

Con completa decisión y luego de un largo camino, Lomin arribó hacia el inicio del puente que la separaba del palacio.

—Bien, no voy a detenerte, pero al menos déjame ir contigo, también hay cosas que deseo saber— pidió Mazin.

—No lo estoy deteniendo, maestro.

Y una vez que sus zapatos tocaron el inició del puente, comenzó a avanzar hasta la entrada del palacio de dos grandes rejas custodiado por un grupo reducido de caballeros.

—Deseo ver al Rey Lutus— pidió Lomin mientras que los caballeros formaron una valla para prohibirle el paso.

—El Rey no se encuentra disponible en estos momentos, debe volver otro día— informaron.

—Entonces, díganle al príncipe Neul que me reciba—exigió.

—El príncipe no se encuentra en el palacio en estos momentos.

Lomin llevó una de sus manos hacia la cintura para tomar el puñal.

—No estoy preguntando si puedo verlo, estoy exigiendo verlo.

—No puede hacerlo— respondió con firmeza.

—Voy a hacerlo y no podrán impedirlo.

Lomin tomó el puñal entre sus manos y rápidamente dio el primer ataque hacia el cuello de uno de los caballeros, lo que provocó que este se desvanecerá hacia la acera.

Lomin se alejó del resto de los caballeros con la guardia en alto.

—¿Vieron lo fácil que fue deshacerme de él?

Los caballeros se encontraban atónitos ante la escena.

—Ahora pidan al Rey o al príncipe que me reciba.

Pero en respuesta, los caballeros se abalanzaron hacia Lomin, sin embargo, luego de un breve enfrentamiento, se había deshecho de todos los caballeros.

—Lomin— pronunció Mazin con inquietud al ver a los caballeros esparcidos en la acera.

—No los he matado, no asesino humanos— y seguidamente regresó el puñal a la funda.

Abrió las pesadas rejas de par en par y se encaminó hacia la entrada principal al palacio y otras dos pesadas puertas la separaban del interior.

—¡Rey Lutus! — llamó Lomin— ¡Exijo ver a mi padre! — pidió mientras golpeaba las dos gigantes puertas rojizas.

—Retírese del palacio y vuelva por donde ha venido— pidió un noble desde la torre de vigilancia frontal mientras apuntaba hacia Lomin con su gran ballesta.

Más caballeros arribaron junto al noble e imitaron su acción, numerosos arcos con flechas apuntaban hacia ella.

—¡Soy Lomin Galanis y exijo ver al Rey Lutus o al Príncipe Neul! — pidió una vez más.

—¡Regrese por donde ha venido o mis soldados abrirán fuego! — advirtió.

—El Rey tiene la obligación de recibir a cualquier habitante de la aldea, más aún si es descendiente del regente— irrumpió Mazin.

Unos pasos se cercaron hacia los caballeros en la torre de vigilancia.

—¿Que está ocurriendo?, ¿a qué debe tanta bulla? — interrogó un molesto Neul.

Inclina la mirada hacia la entrada del palacio y formó una sonrisa de costado en cuanto vio a Lomin.




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