El Reino Kimin: La Odisea de Lomin

C A P I T U L O 11: GORGONA

El siseo se volvía cada vez más audible y rápidamente dedujo que se trataba de más ofidios que venían al ataque.

De pronto, el sonido resonó a ambos lados y con rapidez, Lomin extendió la espada hacia los extremos y fue allí cuando las criaturas se hicieron presentes, dos temibles gorgonas. Lomin llevó la mirada hacia una de ellas, una gorgona con forma de una enorme mujer, que en su cabeza en lugar de cabellos le crecían serpientes venenosas vivas, quienes observaban a Lomin con gran exaltación y luego, llevó la mirada hacia la segunda gorgona, que lucia similar a la otra, sin embargo, su extenso cuerpo verdoso era más reducido que el de la primera.

—Lomin— esboza una de ellas en un susurro.

De pronto, los ofidios provenientes de las cabezas de las gorgonas, se sosegaron ante sus órdenes y sus miradas se encontraron con la de Lomin.

—¡¿Cómo saben mi nombre?!— interroga Lomin con la voz más temible posible.

Las gorgonas se arrastran hacia ella acortando la cercanía y comienzan a observarla con detenimiento mientras sus viscosos cuerpos se balanceaban de un lado a otro.

—¿Quiénes son y como saben mi nombre?— interrogó aún con la espada extendida.

Ambas criaturas se posan frente a Lomin y una extraña sensación recorrió su cuerpo. Lomin resguardó la espada en su funda.

—Te hemos observado de cerca— comenta una de ellas acompañado de un siseo en medio de sus palabras.

—Sabíamos que algún día vendrías a vernos— prosiguió la otra criatura.

—¡No he venido por ustedes!— respondió con firmeza— He venido por la petición del Dios de los Infiernos.

Ambas se resguardaron en la oscuridad de la cueva con temor.

—Hades, la ha enviado Hades.

Lomin buscó con la mirada a las criaturas, podía sentir tu temor, incluso sin estar a la vista.

—¿Por qué le temen?

Dio unos cuantos pasos hacia el cofre de los gorgoneiones, pero las criaturas se posaron frente a el antes de que Lomin pudiera siquiera rozarlo.

—¡Todos le temen al Dios de los Infiernos!

Lomin las observó con indiferencia.

—Están ante una excepción. He acabado con unos de sus vástagos y me cederá el paso al Tártaro, no me ha resultado temible en lo absoluto.

Las gorgonas se observaron entre ellas, había algo de satisfacción en sus expresiones.

—Como era de esperarse de la hija de un dios y nuestra querida hermana Medusa.

Lomin las observó con completo estupor.

—¿A qué se refieren?, soy hija del regente del Reino Kimin, Adio Galanis y su difunta esposa, Dánae Lamprou.

Una de ellas se arrastró lo más cerca posible hacia Lomin y uno de los ofidios que rodeaban su cabeza, tomaron el gorgoneion que llevaba Lomin.

—Entonces, ¿cómo has obtenido el gorgoneion de Medusa?

Lomin llevó la mirada hacia el medallón.

—Lo encontré en una vieja cueva cuando era una niña.

—La vieja cueva gorgona— corrigió.

Lomin levantó la mirada hacia la gorgona frente a ella.

—¿Era habitad de las gorgonas?

—Solíamos habitar en una cueva alejada en tierras humanas, pero con el asesinato de nuestra hermana, estábamos expuestas al peligro y tuvimos que trasladarnos a esta isla.

La segunda gorgona se acercó hacia Lomin.

—¿Conoces la historia de las tres gorgonas?— interrogó mientras las serpientes en los cabellos de las criaturas la observaban atentamente. 

Lomin negó con la cabeza sin convicción.

—Mi padre me lo ha contado cuando era pequeña, pero ya no la recuerdo.

La gorgona, con el ancho cuerpo, rodeó a Lomin para seguidamente ser acomodada por las serpientes de sus cabellos en el viscoso cuerpo de la misma, la habían sentado sobre la cola de la criatura.

—Las Gorgonas eran tres monstruos y se llamaban Esteno, Euríale y Medusa. Las tres eran hijas de las divinidades marinas Forcis y Ceto. De las tres, solo esta última era mortal, pero era considerada la Gorgona por excelencia. La cabeza de estos monstruos estaba rodeada de serpientes y tenían grandes colmillos.

Lomin le dio una rápida mirada a los ofidios que la rodeaban para regresar la mirada hacia ella.

—Todos les temían, a excepción de una de ellas.

—Medusa— completó la otra criatura.

—Una hermosa gorgona mortal, sin embargo, no existía humano, ente o dios que se asemejara a su belleza.

—Una disputa comenzó a desglosarse entre la diosa de la sabiduría, Atenea, y el Dios de los mares, Poseidón, por las tierras de la que hoy es conocida como Atenas, en donde fue construido su templo, dado que por decisión del pueblo, fue Atenea quien tomó el control de las tierras. Tiempo después, Medusa fue incorporada como una de las sacerdotisas en el templo de Atenea y fue allí cuando los problemas comenzaron.

—Poseidón no podía olvidar el resentimiento que sentía hacia Atenea y fue entonces que decidió vengarse de ella usando a Medusa en su contra, siendo una de las sacerdotisas más queridas por ella.

—La tomó a la fuerza para seguidamente violentarla en el templo de Atenea— completó Lomin. 

—Entonces conoces la historia.

—Solo la de Medusa, no sabía que era una gorgona, solo que era una de las sacerdotisas de Atenea, quien fue violentada por el Dios de los Mares y debido a ello, fue condenada a vivir un destino de sufrimiento y lamentos hasta que el semidiós Perseo acabó con su vida, al cortarle la cabeza por pedido de la misma diosa de la sabiduría al oír que pronto daría luz a los dos hijos del dios, producto de sus acciones.

Ambas gorgonas volvieron a observarse entre sí para seguidamente regresar la mirada hacia Lomin.

—Medusa no dio a luz a dos vástagos, fueron tres.

—El caballo alado, Pegaso, el guerrero de la espada de oro, Chrysaor y una única mortal en la familia ctónica, Lomin.

Lomin observó a la criatura con enfado.

—¡No soy hija de un dios tan repudiable como Poseidón!— Lomin nuevamente volvió a tomar su espada para posarla frente a la criatura— ¡No quiero escuchar sus mentiras!, tomaré uno de los gorgoneiones y regresaré a mi tierra.




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