El Reino Kimin: La Odisea de Lomin

CAPÍTULO 20: SECRETO

Tanto Lomin como el joven Bin, emprendieron viaje hacia el golfo de Argólida, debían de llegar hacia el Inframundo. Lomin guio el viaje siguiendo el camino que Artemisa le había indicado con anterioridad.
Al llegar al Mar de los Lamentos, los desgarradores sonidos provenientes de las almas atrapadas en el, comenzaron a resonar.

—Será mejor que esperes por mí en el exterior, no podrás sobrepasar el mar, al guardián de la barca se le debe dar monedas para llevarte hacia el otro lado, es la única manera.

—¿Y si algo sale mal?— interrogó el joven con preocupación.

—No debes preocuparte, los dioses no pueden hacerle daño a los humanos, al menos, no de forma directa.

—Esa es mi preocupación, parte de ti no es humana.

Y por un segundo, Lomin había logrado deshacerse de aquel pensamiento que la torturó desde que aquellas palabras dichas por las grayas se adentraron en sus oídos.

—Estaré bien— afirmó con desgano.

Bin asintió con cierto pesar.

—De acuerdo, te veré en el exterior.

Desde las profundidades del Mar de los Lamentos, Caronte se hizo visible con su barca característica y como siempre, sin esbozar palabra alguna.

Bin regresó hacia el exterior, mientras que Lomin se subió en la embarcación.

Al traspasar el mar, Lomin se encontraba nuevamente en el familiar lugar en el que derrotó a la criatura de tres cabezas.

La imponente figura de Hades se hizo presente en el lugar en cuanto sintió la presencia de la joven.

—Entonces, mis sospechas eran correctas — esbozó en primer lugar.

Lomin extendió el cáliz de flor hacia el.

—Si el Infierno te aburre, sal a la Tierra, tal vez encuentres algo más entretenido de hacer que meterte en la vida de las demás personas.

Hades soltó una carcajada.

—Creí que a estas alturas ya tendríamos algo de confianza, ya sabes, ahora que somos familia, no son necesarias las formalidades.

El rostro de Lomin se ensombreció por completo.

—Nunca sería familiar de un Dios, menos aún de los Dioses existentes más desagradables.

—No es algo que puedas controlar, por cierto, supongo que Atenea entra en esa categoría, ¿verdad?

Pero Lomin no emitió respuesta.

—¿Deseas saber un secreto acerca de la Diosa de la Sabiduría?

Pero nuevamente no emitió respuesta, solo se limitó a observarlo con seriedad.

—Tengo conocimiento acerca de que Dioses o sus descendientes, no puede tomar posesión de la corona, deben ser completamente mortales.

—¿Eso significa que intentarás sabotear la coronación mía y de mi padre?

Hades avanzó hacia ella con lentos pasos.

—No estás comprendiendo lo que intento decirte— respondió con indiferencia.

—Entonces habla con claridad— exigió.

Hades formó una sonrisa de costado.

—La Diosa de la Sabiduría, la más pura entre los dioses, esconde un gran secreto, que solo unos pocos están al tanto de ello.

Lomin soltó una sonrisa molesta.

—No es tan secreto si pocos están al tanto de ello.

—Vaya que es difícil mantener una conversación contigo.

Lomin soltó un suspiro de fastidio.

—No tengo tiempo que perder a diferencia de ti, por lo que debes cumplir tu promesa y abrirme las puertas al Tártaro.

Hades suspiró resignado.

—Lo haré, pero tu vida acabará en cuanto hayas tomado la flor. ¿Recuerdas mis palabras luego de la batalla con la Hidra?

Y en lugar de una respuesta, se limitó a observarlo con aquella expresión recurrente de seriedad.

—Bien, lo entiendo.

Hades se giró en dirección hacia la gran compuerta a la que Lomin no había podido ingresar con anterioridad, luego de su enfrentamiento con la criatura de tres cabezas.

—Para poder conseguir la flor de la inmortalidad y no perder la vida en el intento, deberás derrotar al más temido de los Dioses, al que ningún Dios, menos aún, ningún mortal se ha atrevido a enfrentar...Cronos.

Hades se giró abruptamente hacia Lomin.

—Has oído de él, ¿verdad?

Lomin llevó la mirada hacia el cáliz de flor que aún se encontraba esparcido en el cálido suelo.

—¿Algo más que deba saber?— interrogó haciendo caso omiso a la pregunta anterior.

Una sonrisa volvió a escaparse de los labios de Hades.

—Solo hay una forma de derrotarlo y es de la misma forma en la que asesinó a Urano.

Un momentáneo silencio invadió el lugar hasta que sus voces se mezclaron.

—La hoz de pedernal— esbozaron al unísono. 

—Entonces si has oído de él— y nuevamente sonrío triunfante.

—¿Dónde puedo hallarla?

—Cronos arrojó la hoz hacia el mar, de la que se decía que estaba bajo la isla de Corfú, en el Mar Jónico.

—Adivino, no será tan fácil tomarla, ¿verdad?

Hades elevó ambos hombros en señal de desinterés.

—Por supuesto que no lo será, es el arma más poderosa existente en el universo, incluso más poderosa que el rayo de Zeus, el tridente de Poseidón y mi horca combinadas, no tienes idea del incluso el uno por ciento de su poder.

Lomin lo observó fastidio.

—¿Algo más que deba saber?— interrogó nuevamente con desinterés.

—¿Qué piensas de conocer a otra parte de tu familia?

—¿A qué te refieres?

Y en una imagen de fuego, varios rostros se visualizaron en ella.

—Un arma tan poderosa, no puede ser tomada simplemente por un semidiós. Necesitarás la ayuda de los descendientes de los principales dioses, solo los dioses completos tienen la capacidad de portar semejante poder, si logras que te concedan parte de su poder, entonces podrás tomarla.

Lomin soltó un suspiro.

—Un descendiente proveniente del Dios de todos los dioses— y los rostros de los descendientes de Zeus se formaron en el fuego.

Deshizo la imagen y nuevamente formó una imagen de fuego con nuevos rostros.

—Un descendiente del Dios del Mar— y al observar la imagen, Lomin se detuvo en uno de los rostros.




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