El Reino Kimin: La Odisea de Lomin

C A P Í T U L O 28: RODA

Lomin, había sobrevivido a la peligrosa tormenta, pero aun así quedaba lo más importante para hacer: necesita invocar a la diosa marítima Roda y junto a ella la isla, para solicitar su ayuda en la manipulación del arma más poderosa, la Hoz de Pedernal. Deja da embarcación a un lado para seguidamente explorar la isla en busca de un lugar adecuado para realizar la invocación.

Después de un tiempo de búsqueda, Lomin encuentra un claro rodeado de acantilados cerca de la costa. Se trata de un espacio abierto y tranquilo, perfecto para conectarse con las energías que la rodeaban. Se coloca en el centro del claro, con la vista hacia el mar y la brújula entre manos.

—Poderosa Roda, diosa de la tormenta, descendiente de Poseidón y Afrodita, divinidad sublime, te ruego que escuches mi súplica y acudas a mi llamado con tu presencia sagrada.

Y luego de finalizar la primera plegaria, arroja la brújula al vasto mar.

—Poderosa Roda, diosa de la tormenta, descendiente de Poseidón y Afrodita, divinidad sublime, te ruego que escuches mi súplica y acudas a mi llamado con tu presencia sagrada.

Las aguas comenzaban a agitarse, sin embargo, quedaba una plegaria restante.

—Poderosa Roda, diosa de la tormenta, descendiente de Poseidón y Afrodita, divinidad sublime, te ruego que escuches mi súplica y acudas a mi llamado con tu presencia sagrada.

Finalmente, luego de la tercera plegaria, con el mar agitándose con gran fuerza y sintiendo una brisa marina acariciando su rostro, escucha el murmullo del océano en respuesta a su llamado. Se llena de confianza y esperanza, sabiendo que la diosa marítima ha escuchado su petición.

Las nubes se arremolinan en el cielo, oscureciendo la luz del sol y anunciando la llegada de Roda. El viento se intensifica, susurra palabras misteriosas y agita las olas con una energía sobrenatural. De repente, una ola gigantesca se levanta frente a Lomin, abriéndose en el centro para revelar a la majestuosa isla que se ocultaba en las profundidades.

Con los ojos entrecerrados por el asombro, Lomin contempla cómo la isla cobraba forma y se levantaba majestuosamente de las aguas cristalinas. Las rocas escarpadas emergen con fuerza, cubiertas de una exuberante vegetación que se extendía en todas las direcciones. Pero lo que capturó su atención por completo fue la figura etérea que se materializó junto a la isla emergente.

Era la diosa marítima, Rodas, cuyo resplandor irradiaba una energía divina y una calma profunda. Su cabello ondeaba al compás de la brisa marina y su vestido fluía como las olas del océano. Lomin se quedó sin palabras, maravillada ante la magnificencia de la deidad que tenía ante ella.

Rodas se acerca hacia Lomin con una sonrisa cálida y habla con una voz suave y melodiosa.

—He de admitir que tu gran valentía y determinación ha logrado capturar mi atención, sin embargo, no esperaba menos.

Lomin, en su valentía y determinación, se acerca a la diosa Rodas con una súplica aún más audaz. Reconociendo la divinidad y el poder de la diosa marítima, le expresa su deseo de enfrentar a Cronos, el antiguo titán, con la legendaria Hoz de Pedernal, un arma capaz de cortar incluso las más duras rocas.

—Gloriosa, Rodas, te ruego que me concedas tu fuerza y sabiduría para derrotar a Cronos y así proteger a todos los seres vivos que habitan el reino bajo el mando de Neul Lutus. Permíteme utilizar la Hoz de Pedernal para enfrentar a Cronos y así poder tomar la flor de Cytisum para devolverle la salud a mi padre y que pueda reinar.

Roda escucha con atención la súplica de Lomin, observando su determinación y el amor filial que la impulsa. Comprende la urgencia de la situación y la importancia de la cura para el padre de Lomin y el reino de Kimin.

—Lomin, tu deseo es noble y justo. El poder de la Hoz de Pedernal es formidable, pero debes ser cautelosa al enfrentar a un titán como Cronos. Te concederé mi fuerza y sabiduría, pero es necesario que confíes en ti misma y emplees tus habilidades y conocimientos adquiridos en el mar.

En un gesto lleno de generosidad, la divinidad marítima extiende su mano hacia Lomin y lo envuelve en una aura brillante.

El poder de Rodas fluye a través de Lomin, fortaleciéndola tanto física como mentalmente. Su cuerpo se llena de energía divina, otorgándole una resistencia sobrehumana y reflejos rápidos como los del océano en calma. Su mente se ilumina con conocimientos ancestrales y una intuición aguda que le permite comprender los movimientos y estrategias de su enemigo.

Con el poder y la sabiduría de la diosa marítima a su lado, Lomin se convierte en una guerrera formidable. Sus ataques son precisos y poderosos, su defensa impenetrable. Cada movimiento está respaldado por la influencia divina, guiado por la sabiduría ancestral de Rodas.

Además de su fuerza física, Lomin adquiere una comprensión profunda del equilibrio y la armonía en el mundo. Su conexión con los mares y la naturaleza se intensifica, permitiéndole leer las señales del océano y utilizarlas a su favor.

Después de recibir el poder y la sabiduría de la diosa Rodas, Lomin experimenta un cambio significativo en su perspectiva sobre los dioses marítimos y es que no era la primera vez que era ayudada por un dios marítimo. Sin embargo, hay un dios en particular que no puede perdonar ni aceptar: Poseidón, el dios del mar.

Lomin no puede olvidar ni perdonar cómo Poseidón se dejó llevar por la venganza contra Atenea y castigó a Medusa de una manera tan cruel e inhumana. La transformación de Medusa en una criatura monstruosa y su destino de sufrimiento eterno, seguido de su trágica muerte a manos de Perseo, llenan a Lomin de indignación y dolor, su rechazo se intensifica luego de conocer quién era realmente.

Para Lomin, Poseidón siempre representó la oscuridad y la venganza desmedida, y consideraba que sus acciones hacia Medusa fueron injustas y excesivas. Nunca podría perdonar al dios del mar por haber causado tanto sufrimiento a una inocente y haber intervenido en el destino de Medusa, menos aún luego de haber descubierto que era ella su verdadera progenitora.




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