Lomin regresó triunfante a la aldea de Nakhon, la cual se detuvo a observar a la distancia mientras los aldeanos realizaban con alegría variadas tareas, le recordaba tanto a Dogok, su aldea natal llena de vida que hoy no era más que un abandonado desierto.
De repente, su mirada se cruza con la de Bin, quien no había salido de sus pensamientos desde que lo dejó a cargo de la aldea.
El joven Bin, lleno de alegría y alivio al ver a Lomin regresar con éxito, se acerca a ella y la envuelve en un cálido abrazo, Lomin queda perpleja ante tal abrazo.
—Ha regresado— dice con conmoción.
Lomin, conmovida por el afectuoso gesto de Bin, le devuelve el abrazo.
—Me alegra verte de nuevo y siento haber dejado la aldea a tu cargo. Gracias por haber cuidado de ellos y de mi padre.
En ese momento, la pequeña Aine corre con emoción hacia Lomin.
—¡Es la princesa Lomin!
Ambos se separan acompañados de una sonrisa para darle paso a la pequeña, a quien Lomin envuelve en un cálido abrazo.
—¿Has estado protegiendo a los aldeanos por mí?— interroga Lomin con una amable sonrisa.
Aine asiente con emoción.
—Los protegí de los malos que han venido.
Lomin se separa de la pequeña y lleva la mirada hacia Bin.
—¿De qué habla?
Bin se inclina a la altura de la pequeña.
—Dejemos que descanse un poco, ¿de acuerdo?, la princesa está agotada.
La pequeña Aine asiente para regresar hacia su tienda.
—Primero diríjase a hablar con su padre.
—Bin— esboza casi en un regaño.
—Ha sido un largo viaje, y lo sabrá de todas formas.
Bin hace una reverencia antes de retirarse, mientras que Lomin se queda pensando en lo que habrá ocurrido en su ausencia.
Lomin observa a su padre a la distancia y su corazón late con emoción mientras se acerca hacia Adio, a quien no había visto en mucho tiempo debido a su odisea. Lo observa adentrarse en uno de los talleres y no duda en correr hacia él y es que salud parecía haber mejorado.
Cuando entró en el taller, vio a su padre ocupado en su trabajo, martilleando con habilidad una pieza de metal. El sonido metálico resonaba en el aire mientras trabajaba con concentración. Al principio, Adio no notó la presencia de su hija, pero cuando ella se acercó, levantó la vista y sus ojos se encontraron con los de Lomin.
Hubo un momento de sorpresa y emoción en sus miradas antes de que Adio dejara caer la herramienta que tenía en la mano y corriera hacia su hija. Lomin también avanzó hacia él con los brazos abiertos, ambos se abrazaron con fuerza, como si quisieran asegurarse de que el otro realmente estuviera allí.
—Lomin, mi amada hija —dijo Adio con voz temblorosa—. Ha regresado. Has estado en mis pensamientos todos estos días. No sabes cuánto te he extrañado y temido por tu seguridad.
Lomin respondió al abrazo de su padre con cariño y gratitud.
—Padre, estoy de vuelta —dijo con emoción contenida—. He conseguido la Flor de la Inmortalidad. Podremos sanar tus heridas y asegurar un futuro mejor para nuestra aldea y el reino.
Mientras Lomin y su padre, Adio, compartían ese conmovedor reencuentro en el taller de herrería de la aldea de Nakhon, Adio decidió compartir con su hija la situación que había enfrentado durante su ausencia.
—Lomin —comenzó Adio con una expresión seria— Mi salud ha mejorado progresivamente desde que partiste en tu búsqueda. Sin embargo, debes informarte sobre lo que ha sucedido en tu ausencia— un breve silencio invade el taller hasta que retoma sus palabras— Los soldados del príncipe Neul y el propio príncipe han estado buscándome.
La preocupación cruzó el rostro de Lomin mientras escuchaba las palabras de su padre. Sabía que el príncipe Neul había estado involucrado en la muerte del rey y que solo era cuestión de tiempo hasta que saliera en la búsqueda de Adio.
—Debes saber que el príncipe Neul me acusa de ser responsable de la masacre en el palacio, cuando los Eurynomos atacaron. Parece que él está decidido a condenarme por esos terribles eventos, incluso cuando sabemos que no tuve nada que ver con ellos.
Lomin frunció el ceño ante esta acusación injusta. Sabía que su padre era inocente y que las verdaderas responsabilidades recaían en las criaturas tenebrosas que habían asaltado el palacio debido a la ayuda de Hades; sin embargo, también sabía que haría lo que fuera con tal de tomar la corona.
Adio miró a su hija, Lomin, con una expresión de tristeza y pesar, las malas noticias aún no finalizaban.
—Recibimos un mensaje del consejo real. El traspaso de la corona se llevará a cabo pronto, y la corona pasará al príncipe Neul.
Lomin sintió que su corazón se hundía al escuchar estas palabras.
—Padre, esto es injusto —dijo Lomín con frustración—. ¿Qué hay del doctor Leif?, ¿aún no lo han hallado?
Adio negó en respuesta.
—Mazin ha ido en su búsqueda. A tu petición por hallar respuestas acerca de lo que estaba ocurriendo, no dejó de investigar y descubrió que las pruebas médicas iniciales habían sido manipuladas para hacerme parecer enfermo.
Y a pesar de que Lomin debía de sentirse sorprendida, no hizo más que sonreír con ironía. Era una traición inimaginable.
—Entonces, si estoy en lo cierto, toda la aldea fue envenenada y fuiste víctima de ello, solo que no contaron con que la dosis no fue la suficiente como para asesinarte.— respondió con furor.
—También he estado pensando en ello— comenta con aflicción— Toda la aldea ha sido asesinada y el hecho de que mi destino no haya sido el mismo, es debido a ti, no querías que consumiera las provisiones enviadas por el palacio.— Adio inclinó la mirada— ¿Quién pensaría que serían capaz de hacer algo así?
Lomin toma una de las manos de su padre.
—Detendré la coronación, si importar las consecuencias, el reino debe de saber quién es realmente el Príncipe Neul, no solo es un despiadado asesino, sino que también es un semidiós, hijo de una de las diosas más repudiables.