El Reino Kimin: La Odisea de Lomin

C A P I T U L O 36: CORONACIÓN

El día tan ansiado había llegado, la coronación se llevaría a cabo en el majestuoso palacio, con todos los residentes del reino reunidos como testigos. 

La gran sala estaba llena de gente, cada uno esperando con anticipación el momento en que el príncipe Neul tomaría la corona.

Mientras tanto, Lomin se había infiltrado en la multitud junto a Bin y Mazin.

La tensión en el ambiente era palpable mientras esperaban a que el príncipe Neul hiciera su entrada. Lomin sabía que este era un momento crucial y que no era el momento para actuar de manera precipitada.

El príncipe Neul hizo su entrada triunfal en el gran patio del palacio, escoltado por nobles y dignatarios. La multitud reunida lo miraba atención con mientras avanzaba hacia el trono, donde se llevaría a cabo la coronación. Llevaba una túnica real y una corona esperando ser colocada en su cabeza.

La ceremonia de coronación comenzó con solemnidad. Los sacerdotes y sacerdotisas presentes recitaban antiguas bendiciones y oraciones mientras se preparaban para ungir al príncipe Neul como el nuevo monarca de Kimin. La tensión en el aire era palpable, y Lomin, Bin y Mazin mantenían sus ojos bien abiertos, observando cada detalle y gesto.

La multitud estaba en silencio mientras se desarrollaba la ceremonia. Era un momento crucial en la historia de Kimin, y todos esperaban con expectación el momento en que el príncipe Neul se convirtiera en el rey gobernante.

El príncipe Neul, ahora en el centro de la majestuosa ceremonia de coronación, se dirigió a la multitud con un tono de voz lleno de confianza y determinación. Su discurso resonó en el patio del palacio, llegando a cada rincón donde los ciudadanos se habían congregado para presenciar este momento importante.

—Honorables ciudadanos de Kimin, me siento profundamente conmovido y honrado por vuestra presencia aquí en este día tan significativo —comenzó Neul con un gesto de gratitud hacia la multitud—. Hace muchos años, mi padre, el rey Lutus, adquirió la corona de este reino con la promesa de guiarlo hacia un futuro próspero y seguro. Hoy, en su nombre y en su memoria, asumo el deber de llevar adelante esa promesa.

El silencio en el gran patio del palacio era abrumador mientras el príncipe Neul continuaba con su discurso en la ceremonia de coronación. Sin embargo, la tensión y el malestar comenzaron a aumentar entre la multitud, ya que muchos sabían que, por ley y tradición, la corona debía haber pasado a Adio.

Neul, al darse cuenta de la incomodidad en la multitud, decidió abordar la cuestión con palabras cuidadosamente elegidas.

—Sé que algunos de ustedes pueden preguntarse acerca de la sucesión al trono y de sí mi padre, el Rey Lutus, siguió el protocolo establecido por nuestras leyes. Es comprensible que surjan dudas en momentos de cambio y transición. Sin embargo, quiero asegurarles que mi padre tomó su decisión después de una profunda reflexión y consideración de lo que se demostró mejor para Kimin.

Sus palabras no parecieron convencer completamente a la multitud, y los murmullos comenzaron a extenderse. Muchos sabían que Adio había sido un líder respetado y que la corona debía haber pasado naturalmente a él.

—Como bien saben, recientemente ocurrió una tragedia en nuestro palacio. Los Eurynomos atacaron y causaron la muerte de muchos de nuestros seres queridos. Tras una investigación exhaustiva, se determinaron que mi varios de nuestros residentes resultaron ilesos gracias a la intervención oportuna de nuestros valientes soldados. Sin embargo, las pruebas apuntan a que Adio, a quien el reino aprecia profundamente, estuvo involucrado en la masacre. Como resultado, ha sido condenado por su participación y no puede asumir el trono.

La multitud permaneció en silencio mientras procesaba esta revelación impactante. La noticia de la condena de Adio fue un giro inesperado en la historia, y las expresiones en los rostros de los presentes iban desde la sorpresa hasta la incredulidad.

Lomin, llena de furor por desentrañar la verdad detrás de la situación, estaba a punto de irrumpir en la ceremonia para confrontar al príncipe Neul al escuchar sus palabras justificando el cambio en la línea de sucesión. Sin embargo, antes de que pudiera dar un solo paso hacia adelante, fue detenida por Bin.

—Espere —susurra Bin con urgencia—. Sabemos que nada de esto no está bien, pero debemos ser cautelosos. Interrumpir la ceremonia en este momento podría ser peligroso para todos nosotros y para tu padre. Necesitamos más información antes de actuar.

Lomin, aunque llena de frustración, asintió para seguidamente regresar a su lugar. Sabía que Bin tenía razón y que un enfoque precipitado podría empeorar la situación.

Mientras Lomin, Bin y Mazin observaban la coronación con cautela, notaron la presencia del doctor Leif junto al príncipe Neul. Esta coincidencia les dio una oportunidad única para acercarse a él y obtener información crucial sobre la enfermedad del Rey Lutus y masacre de los residentes de Dogok.

Los tres conspiradores compartieron un rápido intercambio de miradas, y Mazin sugirió un plan.

—Debemos encontrar la manera de acercarnos al doctor Leif discretamente y hablar con él sin levantar sospechas.

Lomin ascendió, consciente de que necesitaban ser sigilosos y cuidadosos en su acercamiento. Juntos, idearon un plan para acercarse al doctor Leif durante el evento sin levantar sospechas y sin arriesgar la seguridad de Adio, quien aún estaba en la aldea.

Juntos, se retiraron discretamente de la multitud, decididos a investigar más a fondo y encontrar las respuestas que necesitaban para proteger Kimin y a su legítimo gobernante, su padre Adio. La verdad estaba a la vuelta de la esquina, y estaban dispuestos a descubrirla.

Sabían que el doctor Leif era una pieza clave en este rompecabezas y que podría tener respuestas que los ayudarían a descubrir la verdad.




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