El Reino Kimin: La Odisea de Lomin

C A P I T U L O 37: ASAMBLEA

Un día después de la coronación, Lomin se infiltró sigilosamente en el Palacio Real. Con Bin y Mazin a su lado, avanzaron por los pasillos sombríos y los salones oscuros del palacio, evitando a los guardias y cortesanos que podrían alertar a Neul de su presencia.

Finalmente, llegaron a la sala donde Neul se encontraba reunido con sus consejeros y cortesanos. Las voces y risas de la nobleza resonaban en el aire, pero Lomin se mantenía enfocada en su objetivo: revelar la verdad tras las tragedias ocurridas en el reino.

Bin y Mazin la observaron con preocupación, conscientes del peligro que enfrentaba; sin embargo, corrían con una ventaja. Lomin les hizo un gesto para que se quedaran atrás mientras ella avanzaba hacia el príncipe. El corazón le latía con fuerza en el pecho, pero no iba a ser un impedimento, detenerse había dejado de ser una opción desde el comienzo de su odisea.

Neul se dio cuenta de su presencia y la miró con sorpresa y desdén. Levantó la vista con una expresión de asombro y algo de inquietud en sus ojos, pero antes de que pudiera reaccionar, Lomin se enfrentó a él.

—He descubierto la verdad sobre tus acciones, Neul. Sé de tu participación en la masacre de Dogok y en el envenenamiento de las provisiones que llevaron a la enfermedad de mi padre, entre otras, claro.

La sala se sumió en un silencio tenso mientras todos los presentes procesaban las impactantes acusaciones de Lomin.

Neul se levantó de su trono con una expresión de indignación en su rostro.

—¡Cómo te atreves a difamarme de esta manera! —exclamó con voz enérgica—. Estas son acusaciones infundadas y absurdas.

Lomin mantuvo su mirada firme en el príncipe, sin titubear.

 —Tengo pruebas, Neul. No he venido aquí sin evidencia.

Lomin extiende un pergamino con detalles de los crímenes que había descubierto, incluyendo la participación de Neul en la masacre de Dogok y el envenenamiento de las provisiones.

Los cortesanos y consejeros murmuraban entre ellos, visiblemente preocupados por la gravedad de las acusaciones. Algunos de ellos intercambiaban miradas nerviosas y es que el pergamino estaba avalado por la Asamblea Real.

Pero Neul no se inmutó.

—Estas acusaciones son absurdas y sin fundamento. Deben ser el resultado de una mente confundida y perturbada. —Se dirigió a sus guardias—. ¡Llévensela y enciérrenla en las mazmorras! Que esta farsa termine aquí.

Los guardias estaban a punto de llevarse a Lomin, Bin y Mazin hacia las mazmorras, cuando se escuchaban pasos apresurados acercándose al salón de audiencias. La Asamblea Real, compuesta por consejeros y nobles de confianza del reino, llegó a un tiempo para presenciar la  escena.

El líder de la Asamblea, un anciano sabio y respetado, se adelantó y habló con voz firme:

—¡Detengan esto inmediatamente!

Los guardias, bajo la presión de la Asamblea y conscientes de la gravedad de la situación, retrocedieron y soltaron a Lomin, Bin y Mazin. La tensión en la sala era palpable mientras todos se encontraban expectantes.

Lomin aprovechó la oportunidad para dirigirse nuevamente al príncipe Neul:

—No puedes evitar enfrentar la verdad, Neul. Estamos dispuestos a enfrentar un juicio y presentar todas las pruebas que respaldan nuestra acusación.

La Asamblea Real, con su líder al frente, enfrentó al príncipe Neul después de que Lomín presentara las pruebas de los terribles crímenes detallados en el pergamino. Los miembros de la Asamblea parecían serenos, pero resueltos mientras confrontaban al príncipe.

—Príncipe Neul —dijo el anciano líder de la Asamblea con una voz firme—, estas acusaciones son extremadamente graves y deben ser investigadas a fondo. No podemos permitir que el reino se sumerja en el caos y la corrupción. El pueblo merece la verdad y la justicia.

Neul, aunque todavía mostraba cierto desdén en su rostro, comprendió la gravedad de la situación. Sabía que la Asamblea Real tenía el poder de influir en la opinión pública y de tomar medidas drásticas si era necesario.

—Entiendo su posición —respondió Neul con cautela—. Estoy dispuesto a cooperar en la investigación. Pero quiero que sepa que estas acusaciones son falsas. No he cometido ningún crimen.

La Asamblea Real ascendió con solemnidad.

—Así es como deben ser las cosas en un reino gobernado por la ley y la justicia —dijo el líder—. Convocaremos una investigación imparcial para determinar la verdad. Los acusados ​​y los testigos serán escuchados, y se seguirá el debido proceso. Nadie será considerado culpable hasta que se demuestre su culpabilidad.

Lomin, con voz firme y determinación en sus ojos, dio un paso al frente de la Asamblea Real y todos los presentes en la sala del palacio.

—Miembros de la Asamblea Real, ciudadanos de Kimin y testigos reunidos aquí —comenzó Lomin—Hay una verdad que debe ser conocida. 

Lomin dirige la mirada hacia Neul y prosigue.

—El Príncipe Neul no es quien aparenta ser. No es solo el primogénito del Rey Lutus, sino que también es hijo de la diosa Atenea, lo que lo hace un semidiós— revela finalmente.

Un murmullo de asombro y sorpresa recorrió la sala. Los rostros de los presentes reflejaban una mezcla de incredulidad y asombro.

El líder de la Asamblea Real, con una expresión de seriedad, pidió a Lomin que proporcionara pruebas de sus afirmaciones.

—Tengo testigos que pueden dar fe de esto —dijo Lomin—. Uno de ellos es el mismo príncipe Neul, quien lo confirmará si es interrogado adecuadamente.

Ante la revelación de Lomin sobre la ascendencia divina de Neul y las acusaciones que pesaban sobre él, la Asamblea Real se enfrentaba a una situación sin precedentes. La tensión en la sala era palpable, y muchos se preguntaban cómo proceder en un caso tan extraordinario. Fue entonces cuando Lomín, con determinación en sus ojos, hizo una petición que cambiaría el curso del juicio.




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