El Reino Kimin: La Odisea de Lomin

C A P I T U L O 38: JUICIO

La noticia de un juicio en contra del Príncipe Neul se propagó a lo largo del Reino a gran velocidad.

El juicio contra el príncipe Neul comenzó con gran solemnidad en el majestuoso salón del tribunal del Reino Kimin. Los líderes de la Asamblea y los sabios del reino se habían congregado, junto con los ciudadanos ansiosos por conocer la verdad y presenciar la justicia divina en acción, entre ellos se encontraban Lomin, Bin, Mazin y parte de los ciudadanos de Nakhon.

La Asamblea Real dio inicio a la sesión, y la sala quedó en un solemne silencio. En ese momento, se llevó a cabo una intervención excepcional: la convocatoria de los dioses. 

En medio de un resplandor celestial y un viento místico que recorrió la sala, los dioses hicieron su aparición. Entre ellos se encontraban Atenea, Zeus, Perséfone, Hades y hasta Melinoe, la diosa de las pesadillas y los sueños oscuros, que había sido testigo de los oscuros secretos de Neul.

Lomin, de pie ante la Asamblea Real y los dioses, se preparó para dar su testimonio. Sabía que este era un momento crucial, no solo para su propio destino, sino para el futuro de Kimin y la justicia en el reino. 

—Distinguidos miembros de la Asamblea Real, honorables dioses —comenzó Lomin con voz firme— Estoy aquí para contar la verdad sobre los oscuros acontecimientos que han afectado a nuestro reino en el último tiempo debido a crímenes cometidos bajo la orden del Príncipe Neul.

Detalló cómo el príncipe Neul había estado involucrado en estos actos, sin importar de quién tuviera que deshacerse en el camino.

—El príncipe Neul ha traicionado no solo a su familia y su reino, sino también a los mismos dioses —continuó Lomin—. La masacre desatada en la aldea de Dogok fue ordenada por Neul Lutus para deshacerse de mi padre, quien estaba pronto a tomar la corona luego de la finalización de la gestión del Rey Lutus, quien, por cierto, murió de manera repentina. Creía que uno de sus soldados, Ajax Vegne había contraído una enfermedad terminal y contagiosa, por lo que fue enviado a la aldea Dogok para repartir las provisiones, tarea que nunca antes se le había dado, provisiones que tiempo después descubriríamos que habían sido envenenadas.

La sala estaba llena de tensión; sin embargo, todos oían atentamente a Lomin.

—De pronto, mi padre había enfermado. Según el médico real, había contraído la misma enfermedad que Vegne; sin embargo, no contaban con un diagnóstico errado. Su plan se había arruinado debido a ello, por lo que envió a sus soldados a asesinar al resto de los aldeanos que habían sobrevivido al envenenamiento y se llevaron a mi padre al palacio con la excusa de que debido a su enfermedad contagiosa, toda la aldea había muerto, a excepción de mi padre, lo cual resulta extraño teniendo en cuenta el testimonio del príncipe.

Lomin lleva la mirada hacia Atenea, a quien repudiaba tanto como Poseidón con una expresión de desagrado.

—Hay otro aspecto de esta verdad que debo revelar. Fue el mismísimo Hades, gobernante del Inframundo y dios de los muertos, quien me dio conocimiento de un secreto guardado durante mucho tiempo— Lomin da un paso hacia la diosa, la cual mantiene una mirada neutral— Neul, el príncipe que hoy está siendo juzgado, es el hijo de Atenea, la diosa de la sabiduría.

Atenea, la diosa de la sabiduría y la estrategia, escuchó la revelación de Lomín con una expresión seria y penetrante. Sus ojos grises, llenos de astucia y conocimiento, se posaron en la valiente joven.

Un murmullo de sorpresa recorrió la Asamblea Real y la multitud presente. La revelación de que Neul era un semidiós, un hijo de una de las principales diosas del Olimpo, cambió la dinámica del juicio por completo.

—¡¿Cómo te atreves?!— reclama Atenea hacia Hades.

Hades forma una sonrisa de satisfacción mientras alza los hombros de manera desinteresada.

—¡No es algo que discutiremos en Tierra!— irrumpe Zeus.

—Esto no cambia los crímenes que Neul ha cometido —declaró Lomin—. Pero es importante que todos comprendamos la magnitud de la traición de aquellos que han gobernado Kimin en la oscuridad y el engaño bajo los más desagradables principios heredados. 

La diosa se alza imponente frente a Lomin con la expresión ensombrecida.

—¡No tientes a la paciencia de los dioses, mortal!— exclama Atenea en un tono frío y calculador, mientras que su voz resuena en la sala de juicio.

Lomin, sin embargo, no retrocede ante la diosa y mantiene su mirada firme.

—Podría estar hablando del Rey Lutus; sin embargo, se ha sentido insultada, ¿a qué cree que se deba, honorable diosa?— pronuncia la ultimas palabras con ironía.

—Regresa a tu lugar, Atenea— ordena Zeus.

Atenea observa a Lomin durante un momento antes de asentir lentamente con chispas de furia en su mirada.

—El acusado tendrá la posibilidad de replicar las acusaciones.— informa el líder de la Asamblea.

El Príncipe Neul se puso de pie ante la Asamblea Real y los dioses, enfrentando las acusaciones que pesaban sobre él. Su mirada reflejaba una mezcla de enojo y ansiedad mientras comenzaba a exponer su testimonio.

—Miembros de la Asamblea Real, dioses y mortales —comenzó Neul—. Niego categóricamente las acusaciones en mi contra. No hay pruebas que demuestren mi vínculo con la diosa de la sabiduría.

El príncipe continuó explicando su versión de los hechos, alegando que la masacre en la aldea de Dogok fue resultado de un terrible error, no de un plan malicioso. Insistió en que él no tenía conocimiento del veneno en las provisiones y que, cuando descubrió la tragedia, envió inmediatamente a sus soldados para ayudar a los sobrevivientes.

—Mi objetivo siempre ha sido el bienestar de Kimin y nuestra gente —declaró Neul—. No busco el poder por el poder mismo, sino la prosperidad de nuestro reino. 

Las palabras de Neul fueron seguidas por un murmullo inquieto en la Asamblea. Los dioses observaban con atención, y la tensión en la sala era palpable.




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