El Reino Kimin: La Odisea de Lomin

C A P I T U L O 39: LIBERACIÓN

Lekkas fue llamado a atestiguar frente a la Asamblea Real y los dioses, enfrentando las graves acusaciones que se habían vertido en su contra. Con semblante serio, se adelantó al centro de la sala, donde los ojos de todos los presentes estaban fijos en él. Su voz resonó con confianza mientras comenzaba su testimonio.

—Noble Asamblea, dioses del Olimpo y respetados ciudadanos, deseo negar categóricamente todas las acusaciones que se han hecho en mi contra —declaró Lekkas con firmeza—. El doctor Leif está tratando de desviar la atención de sus propios actos viles, culpando injustamente a otros para salvarse a sí mismo.

Neul forma una sonrisa por lo bajo mientras Lekkas continúa hablando, defendiendo su inocencia con vehemencia.

—Pido a esta honorable Asamblea ya los dioses que me sometan a cualquier investigación o prueba que consideren necesaria para demostrar mi inocencia. No temo a la verdad, y estoy dispuesto a enfrentar cualquier acusación con valentía y honor, sin embargo, solicito la investigación del doctor Leif quien ha cometido actos atroces bajo el nombre del príncipe—concluyó Lekkas, mirando a los miembros de la Asamblea y a los dioses con determinación en sus ojos.

La sala queda en silencio mientras los presentes procesaban las palabras de Lekkas. Las acusaciones y contra acusaciones habían sumido al reino en una profunda crisis, y la búsqueda de la verdad se volvía cada vez más compleja. Era responsabilidad de la Asamblea Real y los dioses decidirían cómo procederían en esta difícil situación y cómo se llevaría a cabo la justicia.

Atenea, la diosa de la sabiduría y la estrategia, no permaneció pasiva ante las acusaciones y el juicio que rodeaba a Neul.

—Es cierto que han surgido acusaciones graves, pero no debemos permitir que la justicia sea nublada por la venganza. Como diosa de la estrategia, puedo afirmar que él no es culpable de los crímenes de los que se le acusa.

Las palabras de Atenea tuvieron un efecto inmediato en la sala. Algunos miembros de la Asamblea Real parecían dispuestos a reconsiderar su posición, mientras que otros seguían firmes en su convicción de que se debía hacer justicia.

—¡Un semidiós no puede tomar la corona!— se oye la voz de uno de los ciudadanos.

La voz de Atenea resuena con autoridad en la sala de la Asamblea Real.

—Noble Asamblea Real y dioses presentes —comenzó Atenea con serenidad—, debo aclarar que no tengo relación de maternidad con el príncipe Neul. No es mi descendiente ni mi hijo. Las acusaciones en su contra se basan en suposiciones erróneas.

La sorpresa y el desconcierto se apoderaron de la sala. Los murmullos y las miradas de asombro se extendieron entre los presentes. La negación de Atenea planteaba una nueva perspectiva en el juicio, pues hasta ese momento se había sostenido que Neul era hijo de la diosa y, por lo tanto, un semidiós.

Lomin observa a Mazin con preocupación, no contaban con la negación de la diosa.

El juicio se volvió aún más complejo, ya que las acusaciones originales habían involucrado la posibilidad de que Neul poseyera sangre divina. La negación de Atenea dejó a todos con incertidumbre sobre la verdadera naturaleza del príncipe y el giro inesperado que tomaría el juicio.

Hades, el sombrío dios del inframundo, fue llamado a declarar ante la Asamblea Real y los ciudadanos del reino. Su aparición en el juicio generó una expectación intensa, ya que había sido él quien había revelado la noticia de que Neul era hijo de Atenea. Con su característica gravedad, Hades se dirigió a la Asamblea.

—Noble Asamblea, ciudadanos de este reino —comenzó Hades—. Mis palabras anteriores no fueron pronunciadas a la ligera. Revelé la verdad que me fue dada en el inframundo por una fuente confiable. Sin embargo, comprendo que esta verdad pueda ser difícil de aceptar.

Las miradas estaban fijas en Hades, esperando una explicación más detallada. Los murmullos de la multitud llenaron la sala mientras el dios continuaba.

—Mi papel es mantener el equilibrio en el inframundo y no tomar partido en los asuntos de los dioses o los mortales. Pero en esta ocasión, sentí que la verdad debía salir a la luz, para el bien de todos ustedes. Atenea ha negado ser la madre de Neul, y esta es una afirmación poderosa. La verdad detrás de la genealogía de Neul debe ser descubierta y aclarada para que la justicia prevalezca.

La sorpresa y la incredulidad se mantuvieron, pero la afirmación del dios del Inframundo era clara. La contradicción entre las declaraciones de Atenea y Hades solo profundizó el misterio en torno a la verdadera identidad de Neul y su conexión con los dioses.

—En celebración por la muerte de Medusa— continuó el dios del Inframundo— Mi querida sobrina se dirigió hacia la Tierra, no hace falta que explique lo ocurrido a continuación, porque lo tienen frente a sus ojos— explica señalando al príncipe Neul para seguidamente llevar la mirada hacia la diosa de la sabiduría— Atenea, no puedo ignorar la información que me llegó desde el inframundo. Los registros divinos son claros: Neul es tu hijo— comenta con firmeza.

Los ojos grises de la diosa se posan sobre Hades.

—No entiendo cómo puedes afirmar tal cosa. Nunca he tenido un hijo. Soy virgen y he mantenido mi voto de castidad.

Hades cruzó sus brazos con expresión seria.

—Solo tú puedes saberlo, Atenea, y respeto tu compromiso con la virginidad. Pero los designios de los dioses son misteriosos, y a veces nuestras acciones tienen consecuencias que no podemos anticipar.

Atenea suspira, sintiendo la tensión entre ellos. 

—Entonces, ¿qué propones que hagamos? ¿Debemos someternos a la voluntad de los mortales y admitir que Neul es mi hijo, a pesar de que no recuerdo haber concebido a un niño?

—Mis intenciones son claras, Atenea. No busco un conflicto innecesario, pero tampoco puedo retractarme de la verdad que mi reino ha revelado.




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