El rey Björn ordenó reforzar las defensas del castillo y aumentar la vigilancia en los límites del reino. Halvar
organizó patrullas más frecuentes, mientras Freydis trabajaba en nuevos remedios y amuletos de protección con ingredientes traídos del bosque de Nordhaven estaba envuelto en un silencio inquietante. Halvar y Freydisavanzaban por el sendero cubierto de musgo, con las manos listas para cualquier eventualidad. A lo lejos, la cabaña de Völva Ingrid se erguía solitaria, con su techo de paja iluminado por la pálida luz de la luna. Cuando cruzaron lapuerta, la encontraron sentada junto al fuego, su báculo apoyado contra la pared. Parecía esperarlos.
—Han venido porque el viento les susurró mi nombre, dijo sin mirarlos, removiendo un caldo humeante en un
caldero de hierro. Freydis se acercó y la observó con detenimiento.
—El bosque ha cambiado, Ingrid. Algo se está moviendo en eldestino, y queremos entenderlo La anciana levantó la vista. Sus ojos, llenos de siglos de sabiduría, reflejaban las llamas.
—Les contaré lo que pocos saben. Porque ahora, más que nunca, la verdad debe ser dicha."
Se acomodó en su silla de madera y comenzó a hablar, su voz resonando como el eco de una historia antigua.
—Hace muchos inviernos, cuando era solo una niña, no me llamaban Ingrid. Mi verdadero nombre era Ragnhild, y nací en una familia de navegantes. Mi padre surcaba los mares en busca de tesoros, y mi madre era una tejedora de destinos, una völva como yo.
Halvar frunció el ceño. —¿Por qué cambiaste de nombre?
Ingrid esbozó una sonrisa amarga.
—Porque fui maldecida. Cuando tenía doce años, una sombra cayó sobre mi familia. Un hombre, un traidor a
nuestro pueblo, nos vendió a los reyes de un reino lejano. Me llevaron como prisionera, pero mi madre, antes de ser arrebatada de mi lado, me enseñó el poder de la profecía. Ella me dijo: Tu destino será escrito en las estrellas, pero solo si logras ver más allá de la oscuridad.
Freydis la escuchaba con los labios entreabiertos. —¿Cómo lograste escapar?
Ingrid soltó un leve suspiro.
Pasé años en ese reino, viendo la corrupción de los hombres. Pero un día, el destino se inclinó a mi favor. Un gran incendio consumió la fortaleza donde me tenían. En la confusión, huí, viajando entre aldeas hasta llegar a Nordhaven. Me oculté en los bosques, aprendí de la naturaleza, y usé los dones que mi madre me había transmitido.
Halvar cruzó los brazos. —Entonces, ¿todo lo que dices sobre la profecía de la princesa viene de ese conocimiento ancestral?
Ingrid asintió.
—No solo de conocimiento, Halvar. He sentido el cambio en los vientos, he visto las señales en las estrellas y en los ríos. Y ahora, con el águila blanca en el cielo, no hay duda. La niña llegará... pero no sin desafíos.
Antes de que pudieran preguntar más, un fuerte golpe resonó en la puerta. Sigrid y Eirik entraron con los rostros tensos.
—¡Algo está sucediendo en la Plaza del Viento! exclamó Sigrid
Eiri, que rara vez parecía serio, agregó: —Alguien ha llegado a Nordhaven, alguien que no habíamos visto antes.
Y trae consigo una advertencia." Ingrid se puso de pie con un leve temblor en sus manos.
—El destino se acelera. Es hora de ver qué nos depara.