La Plaza del Viento seguía iluminada por las antorchas que proyectaban sombras danzantes sobre las paredes de las casas cercanas. Ingrid, Halvar, Freydis, Eirik y Sigrid avanzaban con paso firme hacia el centro, donde la multitud se había reunido en torno a un desconocido. Los murmullos crecían conforme se acercaban, y todos los ojos se fijaban en el hombre de aspecto rudo y mirada fría como el hielo.
El hombre era alto, con un porte imponente, y su capa de piel de lobo caía sobre sus hombros de forma majestuosa.
Una cicatriz atravesaba su rostro, como un recordatorio de un pasado difícil. En cuanto sus ojos se encontraron con los de Ingrid, Halvar y Freydis, algo en su mirada les advirtió de la gravedad de la situación.Leif, el consejero real, ya estaba allí, observándolo con cautela.
—Dices venir del Norte. ¿Con qué propósito?; preguntó el anciano.
El desconocido se erguió aún más, sus ojos brillando con intensidad.
—Soy Varg, hijo de los hielos y guardián de las tierras lejanas. He viajado durante lunas para traer un mensaje a Nordhaven.
En ese momento, el rey Björn y la reina Astrid llegaron a la plaza, abriéndose paso entre la multitud. El ambienteestaba cargado de tensión, y la presencia de los monarcas hizo que el murmullo se apagase.
—Habla, extranjero, ordenó el rey con voz firme.
La niña, la princesa de la profecía, traería consigo un cambio profundo y, aunque su nacimiento podría significar la luz para Nordhaven, también abriría las puertas a fuerzas oscuras que se habían mantenido dormidas por siglos.
Ingrid había dicho que la niña necesitaría protección, y el destino ya estaba trazando su camino.
Freydis, la curandera, estaba en el jardín del castillo, recolectando hierbas medicinales mientras meditaba sobre las palabras de Ingrid. El peso de la responsabilidad que recaía sobre ella como una de las sabias del pueblo la hacía sentirse más conectada con la naturaleza que nunca.
—Es curioso cómo la naturaleza parece reaccionar a los cambios en el destino, —pensó Freydis mientras recogía una ramita de roble, cuyos brotes parecían brillar débilmente bajo la luz del atardecer.
La naturaleza le había enseñado muchas lecciones a lo largo de su vida, pero esta era diferente. El bosque y el mar, los elementos que siempre habían estado a su alrededor, ahora parecían estar alineados en una danza misteriosa que preparaba el escenario para la llegada de la princesa.
Mientras tanto, en la sala principal del castillo, el rey Björn y la reina Astrid estaban reunidos con Ingrid y Leif para discutir cómo afrontar la amenaza de los Sombras del Mar. Ingrid, con su sabiduría ancestral, había sugerido que además de reforzar las defensas de Nordhaven, también debían proteger a la niña de los peligros que acechaban fuera de sus fronteras.
—El tiempo apremia. La niña debe ser protegida desde su nacimiento. Debemos encontrar a los tres guardianes que serán los pilares de su protección —dijo Ingrid, su tono grave y lleno de determinación.
—Guardianes... ¿de qué hablas? —preguntó el rey Björn, frunciendo el ceño. Ingrid levantó la mirada hacia él, su expresión calmada pero firme.
—La profecía habla de tres seres que, junto con su poder, ayudarán a la niña en su camino. Cada uno de ellos tiene un papel específico que desempeñar. El primero es Kael, un sanador cuyas manos poseen el poder de curar y proteger. El segundo es Sylas, un guerrero que ha caminado entre la vida y la muerte, imbuido con la fuerza de los elementos. Y el tercero es Lysandra, una hechicera que puede controlar las sombras y la luz, equilibrando laoscuridad con su magia.
Leif, el consejero, asintió lentamente, recordando las antiguas leyendas que hablaban de estos guardianes. Elnombre de Kael le era familiar. Había oído rumores sobre un sanador errante que había viajado a través de varios reinos, y si Ingrid lo mencionaba, debía ser por una razón importante.
—¿Dónde podemos encontrarlos? —preguntó el rey Björn, su tono impaciente.
—Kael está en las montañas del norte, donde el frío nunca se disipa. Sylas, el guerrero, se encuentra en las tierras bajas, al sur de aquí. Y Lysandra... ella se oculta en las cavernas de las sombras, más allá del Bosque Oscuro
—respondió Ingrid, su mirada fija en el fuego que ardía en la chimenea. —Pero cada uno de ellos tiene sus propios secretos y dificultades. Encontrarlos no será fácil.
El viaje para encontrar a los tres guardianes comenzó casi de inmediato. Freydis, Halvar, Eirik, y Sigrid fueron enviados a buscar a Kael, el sanador. Ingrid, junto con Leif y algunos soldados, se preparaba para viajar hacia el sur en busca de Sylas, el guerrero. La reina Astrid, aunque preocupada por su hija aún no nacida, comprendió que la seguridad de Nordhaven dependía de la rapidez con que reunieran a los guardianes.
Varg clavó su mirada en los monarcas y dijo en un tono grave: — La niña que esperan no solo será la luz de
Nordhaven, sino que su nacimiento despertará fuerzas que han dormido por siglos. No todos desean su llegada. En las tierras del Este, hay quienes ven en ella una amenaza y están dispuestos a evitar que nazca a toda costa.
El silencio cayó sobre la plaza.
—¿Quiénes son esos enemigos? —preguntó la reina, con un tono grave pero sereno.
Varg apretó la mandíbula.
—Los llaman los Sombras del Mar, un grupo de hechiceros exiliados hace
generaciones. Durante siglos han aguardado el momento de recuperar su poder. Creen que la princesa traerá el equilibrio que ellos han tratado de destruir. Y si no pueden evitar su nacimiento... intentarán arrebatársela.
El corazón del rey Björn se endureció ante esas palabras. Su mano se apretó sobre la empuñadura de su espada, un gesto de determinación.—Jamás permitiremos que eso suceda —declaró, su voz resonando con autoridad. Ingrid, que había estado observando en silencio, cerró los ojos por un momento, como si estuviera escuchando algo que los demás no podían percibir. Su expresión se volvió grav